Los puentes a¨²n est¨¢n rotos en el Neretva
Los musulmanes de Mostar siguen sin confiar en los croatas, pese a la alianza entre Zagreb y Sarajevo
Los ladrillos que comienzan a cubrir los boquetes en las fachadas de Mostar no ocultan, un paisaje urbano que se confunde con el de Beirut. Ni la Administraci¨®n europea de la ciudad ni las patrullas de los cascos azules espa?oles han podido borrar todav¨ªa la huella de la masiva destrucci¨®n causada durante la guerra entre croatas y musulmanes de Bosnia (1992-1993). Y, a pesar de la alianza suscrita hace un mes en Split entre los Gobiernos de Zagreb y Sarajevo y del avance conjunto de las tropas bosnias de Bihac y el Ej¨¦rcito croata en la fase final de la ofensiva contra los serbios de la Krajina, los puentes entre las comunidades que viven al este, musulmanes, y al oeste, croatas, del r¨ªo Neretva en Mostar, siguen rotos. Ning¨²n hombre en edad militar se atreve a cruzar a¨²n.Mientras resuena la llamada del almu¨¦dano a la primera oraci¨®n de la tarde, los blindados espa?oles, los veh¨ªculos de la polic¨ªa europea y el resto de los autom¨®viles aceleraban ayer su marcha en la avenida que marca la antigua l¨ªnea de enfrentamientos. Un monumento al odio flanqueado de edificios machacados por los bombardeos. S¨®lo la presencia de dos parejas de polic¨ªas, una bosnia y otra croata, en el puesto de control situado frente al ¨²nico puente apto para el tr¨¢fico simboliza un nexo de uni¨®n de los 110.000 vecinos de la antigua capital de Herzegovina.
En el sector este -unos 60.000 habitantes-, Nino, licenciado en Historia y ex crupier del casino de Mostar, reflexionaba en silencio ante el cementerio de la mezquita del barrio de Karadzoz (Ojo Negro, en serbocroata). Las l¨¢pidas musulmanas de j¨®venes bosnios nacidos en los a?os sesenta y setenta reflejan el mismo a?o de fallecimiento: 1993. "Es muy dif¨ªcil olvidar. No me f¨ªo de los croatas", explicaba cansino este hombre, que a¨²n viste el uniforme de la Armija (Ej¨¦rcito bosnio gubernamental), con m¨¢s de 40 a?os. Su esposa es croata y vive con sus dos hija en Alemania.
"Yo no s¨¦ si volver¨¦ a cruzar los puentes del Neretva alg¨²n d¨ªa", advert¨ªa el funcionario bosnio que expide los permisos para fotografiar las ruinas que dividen ambas orillas del r¨ªo. "Estoy convencido de que al lado croata soy hombre muerto...".
Entretanto, el capit¨¢n Enrique Corominas, al mando de la compa?¨ªa del sector oeste, exhib¨ªa orgulloso las l¨¢minas de hesco-bastion (una l¨¢mina de tela met¨¢lica) que recubre el laberinto de sacos terreros de su destacamento. "Nos lo van a copiar todos", se jactaba el jefe de esta unidad, con base en Nore?a (Asturias). Los 120 soldados que dependen de ¨¦l tienen que interrumpir de vez en cuando una conversaci¨®n telef¨®nica a trav¨¦s del Hispasat para correr a los refugios.
Y no muy lejos del d¨¦dalo de barricadas en el que se mueve el capit¨¢n Corominas, el logista de M¨¦dicos del Mundo Fernando Rodr¨ªguez, de 31 a?os, tiene que saltar a su todoterreno para cubrir una emergencia en el hospital de Velmos, en el sector este. "Casi se nos fue una mujer de 70 a?os en la mesa de operaciones. No hab¨ªa en el hospital ampollas de nitroglicerina. Menos mal que el m¨¦dico de los [cascos azules] espa?oles encontr¨® tres en su botiqu¨ªn", explicaba al caer la tarde de ayer.
La anciana se salv¨®. Pero frente a una piedra rescatada de los restos del puente viejo del Neretva sobre la que alguien pint¨® en letras negras Don't forget (no olvides), un polic¨ªa bosnio vigilaba la otra orilla armado con un Kal¨¢shnikov. "Los croatas no han liberado la Krajina. Se est¨¢n repartiendo el bot¨ªn con [Slobodan] Milosevic", mascull¨® sin dejar de mirar el puente hundido.
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