Ataque de prisas

Todo fueron prisas. S¨¦ avis¨® por los altavoces de que "por compromisos contra¨ªdos" Jesul¨ªn torear¨ªa el primero y el cuarto, que fueron curiosamente los ejemplares m¨¢s penosos. El de Ubrique, por las prisas, acerto ,en cambiar el orden de lidia: si cierra plaza, el tumulto a la salida le hubiese atrasado. Hizo lo habitual: trapazos sin cuento, todos innecesarios, fuera de cacho y recorrio el redondel varias veces, agotando al bicho, en espera de recorrerlo orejas en mano.Joselito quiso demostrar que mas valen pausas que prisas, sobre todo para el resuello de los toros. En su primero desmay¨® la mano con oficio, pero sin , enemigo; en su soso segundo, porfi¨® y logr¨® una buena tanda a pies juntos. Mat¨® con ganas.

Andr¨¦s Caballero, que toreaba en su pueblo, sali¨® atacado de prisas, a comerse el mundo. Acus¨® lo poco que se viste de luces, pero galle¨®, clav¨® m¨¢s o menos pares, dio pases a manta, conect¨® con los tendidos. En el tercero, sabedor de haber matado mal, no celebr¨® la oreja con vuelta al ruedo. En el sexto, intent¨® un toreo templado, pero al final le entraron, las siete cosas, dio saltos de la rana, tir¨® la muleta, y aun le est¨¢n pidiendo el rabo.