Sin p¨¢jaros
Los antiguos llamaban averno o infierno a una tierra sin p¨¢jaros. Ciertos lugares del planeta emanaban gases funestos que emponzo?aban la atm¨®sfera. Cuando las aves sobrevolaban esos parajes el veneno les imped¨ªa batir las alas y ca¨ªan muertas en la profundidad de unos agujeros pestilentes. Tampoco pod¨ªan acercarse a ellos los caballos ni ningun otro animal, ni siquiera los reptiles m¨¢s repugnantes. Realmente los antiguos llamaban infierno o averno a la contaminaci¨®n. Hab¨ªa lagos putrefactos y montes que humeaban, bosques que conten¨ªan muchos ¨¢rboles y plantas cuyo olor era mort¨ªfero y ninguno de estos males se deb¨ªa al capricho de los dioses ya que el infierno, seg¨²n los cl¨¢sicos, formaba parte de la naturaleza. A los infiernos que ha creado la naturaleza se unen los que han fabricado los hombres. Mururoa es el ¨²ltimo de ellos. Sobre el agujero podrido que el orgullo at¨®mico franc¨¦s trata de establecer en el atol¨®n del Pac¨ªfico no volar¨¢n los p¨¢jaros ni podr¨¢ ning¨²n otro animal acercarse por el agua o la tierra. No obstante existen unos ecologistas que en este momento est¨¢n desafiando all¨ª las leyes del in fierno. Hoy los verdaderos ¨¢ngeles son esos j¨®venes que a bordo de una zodiac tratan de impedir que el averno se reproduzca una vez m¨¢s y no hay nada m¨¢s vanguardista que esa actitud. Lo peor del infierno es que est¨¢ pasado de moda. El infierno ya no se lleva. Cuando no hay un enemigo imaginable en el horizonte de la historia, una prueba nuclear s¨®lo limita con la maldad propiamente dicha y con el kitch m¨¢s grosero. A la convulsi¨®n de la naturaleza se suma la estupidez humana, que es otra nefasta meteorolog¨ªa. Los antiguos ten¨ªan varios infiernos localizados en ciertos lugares pestilentes de la tierra conocida, pero los griegos tambi¨¦n cre¨ªan que uno de ellos estaba situado dentro de los muros de Atenas, en la cumbre misma de la ciudadela, junto al templo de Palas Atenea adonde las cornejas jam¨¢s dirig¨ªan las alas por miedo a perecer a causa del humo que produc¨ªan las ofrendas.
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