'S¨ªndrome de Mururoa'
LAS REACCIONES al ensayo nuclear en Mururoa "rozan la histeria", seg¨²n el primer ministro franc¨¦s, Alain Jupp¨¦. V¨ªctimas de esa contagiosa enfermedad fueron, entre otros, los Gobiernos de Estados Unidos y Rusia, que, en su calidad de potencias nucleares que ya no efect¨²an ensayos, deploraron la explosi¨®n francesa; los de Suecia, Noruega, Dinamarca, Finlandia e Islandia, que consideraron inaceptable ese experimento por parte de un pa¨ªs democr¨¢tico y europeo, y los de Jap¨®n, Filipinas, Chile, Nueva Zelanda y Australia, que protestaron con la vehemencia del que vive en el oc¨¦ano donde estall¨® el artefacto. Tambi¨¦n cayeron afectados por el s¨ªndrome de Mururoa el ministro alem¨¢n de Exteriores, Klaus Kinkel, que calific¨® la acci¨®n francesa de "algo que ya no es de nuestro tiempo", y el titular espa?ol de Obras P¨²blicas, Transporte y Medio Ambiente, Jos¨¦ Borrell, que mientras que su Gobierno lamentaba la explosi¨®n en una escueta declaraci¨®n de un portavoz de Asuntos Exteriores, se despachaba con un en¨¦rgico mensaje de condena dirigido a su colega francesa de Medio Ambiente.Obnubilados por el efecto psicol¨®gico de los 20 kilotones de potencia liberados por la explosi¨®n de Mururoa, ninguno de esos pol¨ªticos ni tampoco los manifestantes que, desde Papeete a La Haya, pasando por Se¨²l, Tokio, Bonn, Viena, Praga, Par¨ªs y Madrid, se manifestaron frente a las misiones diplom¨¢ticas francesas, comprendieron aquello que, con ese racionalismo cartesiano que singulariza a los actuales l¨ªderes franceses, dijo Charles Millon: el ensayo de Mururoa ha sido "una iniciativa de paz". En cambio, la mayor¨ªa s¨ª que entendi¨® el segundo argumento empleado por el ministro franc¨¦s de Defensa: "Una iniciativa de independencia". Ya lo hab¨ªa adelantado el martes, horas antes de la explosi¨®n, el propio Jacques Chirac: "Un pa¨ªs, que quiere vivir en seguridad no debe bajar la guardia. Nuestra fuerza de disuasi¨®n es un elemento esencial". La pregunta que se hac¨ªa ayer mucha gente es por qu¨¦ no pueden reclamar otros esa necesidad francesa de "independencia seguridad", "disuasi¨®n" y "fiabilidad", y lo que parece su corolario: los ensayos nucleares. ?No sirven esos criterios para otros miembros no reconocidos del club at¨®mico como India o Pakist¨¢n? ?No podr¨ªa invocarlos alg¨²n d¨ªa cualquier pa¨ªs que tambi¨¦n sintiera sed de "seguridad" y se encontrara con fuerzas para fabricar y experimentar su propio artefacto?
Jupp¨¦ aludi¨® al reciente ensayo de China para lamentar que no hubiera suscitado las mismas reacciones. Al hacerlo pasaba por alto, entre otros, estos detalles: que China no inform¨® de la explosi¨®n con antelaci¨®n, que no presume de ser un pa¨ªs democr¨¢tico y respetuoso de los derechos humanos y que, a diferencia de Francia, nunca ha firmado el Tratato de No Proliferaci¨®n ni se ha impuesto una moratoria sobre los ensayos, corno hizo en 1992 la Francia de Mitterrand. Otro argumento del primer ministro fue que esta vez el ensayo no ofrec¨ªa riesgos, y que si en el pasado tres pruebas francesas causaron contaminaci¨®n radiactiva, fue porque se trat¨® de "explosiones atmosf¨¦ricas". La ¨²ltima, en cambio, ha sido subterr¨¢nea y un enorme tap¨®n de cemento cubre el lugar de los hechos, garantizando la seguridad. ?Qui¨¦n lo certifica? Los t¨¦cnicos y cient¨ªficos franceses; los mismos que las otras veces no pudieron evitar la contaminaci¨®n.
A Jupp¨¦ se le vio particularmente dolido por el hecho de que sus socios de la Uni¨®n Europea no comprendieran que Francia est¨¢ haciendo este sacrificio en aras del futuro beneficio com¨²n. Par¨ªs, reiter¨®, est¨¢ dispuesta a colocar su force de frappe al servicio de "la paz y la seguridad del continente". Por supuesto, acept¨®, para ello es preciso que exista una "verdadera entidad europea que no existe todav¨ªa". Se le olvid¨® precisar que la supuesta pol¨ªtica nuclear com¨²n de esa entidad que no existe", incluidos los ensayos, deber¨ªa ser consensuada.
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