Miedo esc¨¦nico
Hay abundante constancia verbal de un asunto que se produce aqu¨ª, una especie curiosa de miedo esc¨¦nico. Los ojeadores de cine para el festival se quejan con frecuencia de la resistencia, a veces tan terca que es insalvable, de algunos productores y distribuidores espa?oles a dejarles ver, y m¨¢s a¨²n a cederles, algunas de sus pel¨ªculas para ser programadas aqu¨ª estos d¨ªas, en el concurso o fuera de ¨¦l. "Los cr¨ªticos nos las destrozan" dicen que arguyen.?Puede un cr¨ªtico destrozar una buena pel¨ªcula? No conozco el caso, y si alguno lo ha intentado lo m¨¢s probable es que a la larga lo ¨²nico que haya destrozado de verdad sea su propia credibilidad. Los cr¨ªticos espa?oles, por mucha mala uva que tengan, son bastante menos vitri¨®licos que, por ejemplo, los neoyorquinos o los italianos. Que pregunten a Kevin Costner su opini¨®n por los primeros tras el estreno de Waterworld en Nueva York o a Sean Penn de los segundos, despu¨¦s de la presentaci¨®n de The crossing guard en Venecia.
Lo que ocurre es otra cosa. Los cr¨ªticos son convertidos en coartada por quienes no
conf¨ªan en la bondad de la mercancia que venden y esconden tras ellos su miedo esc¨¦nico, el temor a que su pel¨ªcula sea cotejada con otras.
Una pel¨ªcula puede, si se la ve aislada, pasar inadvertida, amortizarse e incluso ganar alg¨²n dinero sin pena ni gloria. Pero en un festival no hay manera de que eluda la dureza del juicio comparativo,
¨¦ste s¨ª puede, en efecto, resultar aniquilador para ella.
Aqu¨ª comenz¨® el vuelo de muchas buenas pel¨ªculas espa?olas. Recu¨¦rdense, para entendernos, 27 horas, El esp¨ªritu de la c¨®lmena, Pepi, Luci, Boom y otras chicas de mont¨®n y, el a?o pasado, D¨ªas contados, entre otras muchas.
Y aqu¨ª cavaron su propia fosa decenas de mediocridades. Un festival es un escenario temible, pero s¨®lo para el mal cine, pues los destrozos que causa en ciertas pel¨ªculas vienen fabricados por los fabricantes de ¨¦sta, que sobrevaloran el poder negador de los cr¨ªticos, cuando est¨¢ m¨¢s que demostrado que la capacidad de ¨¦stos para mover espectadores raramente se manifiesta cuando niegan y en cambio aparece casi siempre que afirman, porque su afirmacion, por el simple hecho de ser p¨²blica, extiende y acelera el consejo callejero de boca a o¨ªdo, que es el que verdaderamente vac¨ªa o llena las salas de cine.
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