Diego del cine
Diego Gal¨¢n es uno de los pocos espa?oles capaces de trabajar como segundo del jefe siendo en realidad el primero. Adem¨¢s, fue capaz de simular que adem¨¢s de llamarse Fernando Lara ¨¦ste tambi¨¦n se llamaba Diego Gal¨¢n. En Triunfo -Y en EL PA?S- reconstruy¨®, solo o en compa?¨ªa de otros, la historia del cine.Contribuy¨® a desmitificar el pasado y a acoger las novedades con el escepticismo de los j¨®venes y tambi¨¦n con la pasi¨®n de los cin¨¦filos, que se saben las pel¨ªculas por mil¨ªmetros y hablan de ellas m¨¢s tiempo que lo que dura el celuloide. Siempre estuvo disponible, como si tuviera el resorte del que a veces disponen los periodistas para intuir las cat¨¢strofes o las bodas, y como a lo largo del tiempo se hizo con un archivo que casi le echa de la casa complement¨¦ su buena memoria con fichas que eran tambi¨¦n como postales de la nostalgia. Es de esa estirpe de cin¨¦filos espa?oles -Terenci Moix, Maruja Torres, Jos¨¦ Luis Garci, Vicente Molina-Foix, tantos otros- que ha hecho de esa pasi¨®n la vida real, como si la otra no existiera. Hace a?os le propusieron poner ese conocimiento y aquellos contactos a disposici¨®n del Festival de Cine de San Sebasti¨¢n. En una ciudad sitiada por algunos irracionales, que se diputan la calle a pu?etazos, ¨¦se era un reto y tambi¨¦n una obligaci¨®n de quien por otra parte siempre hab¨ªa estado suspirando desde aqu¨ª por la dignificaci¨®n de este tipo de cert¨¢menes, que boqueaban en medio de la autosuficiencia.
Se sab¨ªa que ten¨ªa una gran capacidad de trabajo y una astucia verdaderamente tangerina -como Emilio Sanz de Soto, el otro gran cin¨¦filo de T¨¢nger-, pero se desconoc¨ªa su capacidad para las relaciones internacionales, para mantenerlas y para incrementarlas. Tiene siete contestadores autom¨¢ticos y los responde simult¨¢neamente desde, cualquier parte del mundo; esa disponibilidad que tuvo como periodista y que luego ha tenido como director del festival donostiarra le ha asegurado la confianza de much¨ªsima gente, que contempla en Diego Gal¨¢n a un personaje verdaderamente singular de la historia de nuestra cultura, pues ha sido capaz, como dec¨ªamos al principio, de trabajar a?os en el propio certamen con un colega suyo, P¨¦rez Estremera, que le pidi¨® que fuera su segundo despu¨¦s de que Gal¨¢n hubiera cubierto como primero el trabajo de relanzar el que hoy es uno de los grandes cert¨¢menes cinematogr¨¢ficos de Europa. Despu¨¦s, cuando Estremera dej¨® el cargo en el que sucedi¨® a Gal¨¢n, ¨¦ste retom¨® las riendas y lo hizo en. medio de ese silencio respetuoso que para fortuna del certamen ha habido en los ¨²ltimos tiempos sobre el entorno en que se desarrolla. En un pa¨ªs como ¨¦ste repleto de envidias y de circunloquios mentirosos para acabar con el prestigio de los otros y asegurar el propio prestigio, la limpieza de ese cambio de cargo y de la propia ejecutor¨ªa del festival de cine resultan ejemplares y tambi¨¦n tonificantes. San Sebasti¨¢n es una de las grandes ciudades del mundo, una especie de factor¨ªa del arte en la que conviven las m¨²sicas m¨¢s mis
teriosas; extra?a y tambi¨¦n entristece que esta ciudad no le haya ganado a¨²n la batalla a los v¨¢ndalos, pero tambi¨¦n estimula que, en medio de ese fragor que a veces se parece tanto a la peor intolerancia, gente como Diego y tantos otros hayan sido capaces de mantener all¨ª, en la mitad del asedio, manifestaciones culturales de esta importancia que transforman La Concha en una playa perpleja y entusiasmada.
Un d¨ªa, paseando con Eduardo Chillida por esa, playa extraordinaria, que parece hecha de una tira de cine arenoso, el escultor nos se?al¨® el abrazo de hierro que ¨¦l mismo le dedic¨® a su amigo Rafa Balerdi.
-As¨ª me gustar¨ªa, como ese abrazo, que fuera mi ciudad.
Cuando uno camina por San Sebasti¨¢n, la ciudad de tantas f¨¢bulas, siente que esa ruptura peri¨®dica y terrible de su paz pasa de veras en otro sitio. Y si hay momentos en que esa enso?aci¨®n es posible es gracias a gente as¨ª, y en medio del griter¨ªo lo han ido consiguiendo. Diego Gal¨¢n es, en sentido, un s¨ªmbolo m¨¢s que, en su caso, ha conseguido que el festival de cine que ahora regresa, como el oto?o, contribuya a subrayar el otro rostro de una magn¨ªfica ciudad de Europa.
Por amor al cine, que es una manera de amar la memoria y de amar a las ciudades.
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