La frialdad de Mel Gibson
El actor se comport¨® como un aut¨®mata mientras San Sebasti¨¢n se rend¨ªa asus pies.
Esa bienvenida sincera y ceremoniosa que es la de abrir el coche de las estrellas de cine a pie de la escalinata del hotel Mar¨ªa Cristina de San Sebasti¨¢n, acci¨®n que realiza un amable conserje, no fue posible con Mel Gibson. Sin ceremonias, un guardaespaldas fornido donde los haya sali¨® del asiento delantero del coche y, con un leve toque lateral apart¨® al ordenanza y ocult¨® con su cuerpo la puerta por la que ten¨ªa que salir el actor. Ech¨® una ojeada a su alrededor antes de abrir el autom¨®vil. As¨ª aterriz¨® el viernes el actor, director y productor del filme Braveheart, en el que da vida a un valiente guerrero escoc¨¦s en lucha por la libertad de su pueblo y que ha presentado en el Festival de Cine de San Sebasti¨¢n.Fuera le esperaban cientos de enfervorizadas fans. Ante tanto griter¨ªo, Mel Gibson gir¨® el rostro, se asombr¨® y, sonriendo muy levemente, levant¨® la mano. "Me he emocionado, no esperaba una cosa as¨ª", se le escuch¨® decir. "?Es que les han pagado?".
Su llegada es s¨®lo un ejemplo de lo que ha sido la estancia de la gran estrella de Hollywood, quien ayer a mediod¨ªa abandon¨® San Sebasti¨¢n. Hay que decir tambi¨¦n que el s¨¢bado arroj¨® flores desde el balc¨®n de su habitaci¨®n a la chiquiller¨ªa -eso s¨ª, se hab¨ªa anunciado a bombo y platillo la hora y la cantidad: tres docenas de rosas-, que practicamente no ha abandonado los jardines del Mar¨ªa Cristina desde la llegada de su verdadero ¨ªdolo, Keanu Reeves. Es verdad tambi¨¦n que, en un atl¨¦tico gesto, se subi¨® al pretil del balc¨®n del hotel como para arengar a las masas en la sesi¨®n de fotos; tambi¨¦n es cierto que acudi¨® a la proyecci¨®n de su filme en gran pantalla en el vel¨®dromo de Anoeta. Pero todo lo hace como un aut¨®mata, utilizando un gesto que tiene muy bien estudiado: extender los brazos haciendo el gesto de la cruz.
Ante 3.000 entregados espectadores que le esperaban en Anoeta como si de un rockero se tratara, Gibson, con atuendo primoroso de traje, corbata y chalequillo, no fue capaz de emocionarse. Le hab¨ªan preparado un escenario de luces estrelladas y m¨²sica de gaitas escocesas, entonada por un grupo ataviado con falditas escocesas. El actor dijo en castellano: "?Hola! ?Buenas noches, San Sebasti¨¢n!" Y en ingl¨¦s? "Qu¨¦ cine m¨¢s grande. Espero que os guste mi pel¨ªcula". Extendi¨® de nuevo los brazos y, sin, m¨¢s, dej¨® el micr¨®fono y se sent¨® el tiempo necesario para que se apagaran las luces y marcharse.
A medianoche lleg¨® al hotel sonriente acompa?ado de su gorila. Un guardaespaldas que no s¨®lo investiga los pasillos que tiene que recorrer su protegido, sino que incluso da el visto bueno a los periodistas que acuden a entrevistarle y a los int¨¦rpretes.
No es que que sea m¨¢s caprichoso que otras estrellas, pero no le dio ning¨²n reparo desbaratar horas antes de su llegada al aeropuerto de Hondarribia, en un jet privado, todo el horario de entrevistas al que con antelaci¨®n hab¨ªa dado su consentimiento. Hablando con ¨¦l, no es agradable ni especialmente desagradable. Es, simplemente, una persona de estudiados gestos, como el de coger un cigarro -fuma de manera continua-, el de quitarse la chaqueta, el de mirar al periodista. Todos sus gestos son de aut¨®mata.
A su favor hay que decir que, en el curso de la entrevista, ante la pregunta sobre su imagen de hombre conservador y ante la sorpresiva negativa de la int¨¦rprete a traduc¨ªrsela, lo que provoc¨® las protestas de los periodistas, Gibson se dio cuenta y asinti¨® a la traducci¨®n. No tuvo ning¨²n empacho en contestar: "Siempre que hablo de pol¨ªtica o religi¨®n me meto en l¨ªos, as¨ª que prefiero mantenerme totalmente al margen de esas cuestiones". Sobre el personaje que encarna en la pel¨ªcula, William Wallace, un h¨¦roe escoc¨¦s que luch¨® contra los ingleses, y el nacionalismo que respira, Gibson dijo que "el nacionalismo del siglo XIII es algo completamente distinto del de ahora, por eso nunca pens¨¦ que fuera peligroso hablar de cosas que ocurrieron hace tiernpo". Tiene las manos rudas y ¨¢speras como si fuera William Wallace, pero el actor confes¨® que espera no tener la oportunidad de encontrarse en una situaci¨®n parecida a la que vivi¨® su h¨¦roe escoc¨¦s porque no sabr¨ªa si tendr¨ªa la misma bravura que ¨¦l: "A lo mejor, yo hubiera salido corriendo".
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