Olano, como Indur¨¢in
La exhibici¨®n del guipuzcoano en Alcal¨¢ tiene, sin embargo, un simple valor testimonial
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CARLOS ARRIBAS, Abraham Olano vol¨® ayer sobre un circuito que asustaba al m¨¢s pintado. Ni siquiera los suyos las ten¨ªan todas consigo. Por la ma?ana, todos hablando de dificultades, de repechos imposibles y de vientos huracanados. No les llegaban las palabras para definir la emboscada del monte Gurug¨² y la subida a Corpas. Hasta se pretend¨ªa recurrir al crucifijo milagroso de Villalbilla, otro punto de paso de la cronometrada. Llega la tarde, y todos a quedarse sin adjetivos para poder narrar lo que hizo Olano. Entonces recurrieron a las cifras, a la media exorbitante de m¨¢s de 50 por hora, y a las comparaciones. A ese nivel, s¨®lo una era posible: Miguel Indur¨¢in.
Inconformista y testarudo
El guipuzcoano no habr¨ªa desentonado en un cara a cara con el navarro, los dos moviendo con soltura y frente al viento el 54/11. L¨¢stima que a lo que Indur¨¢in le vale para ganar el Tour, a Olano s¨®lo le ha servido para perder la Vuelta. La contrarreloj exhibicionista de Alcal¨¢ s¨®lo ha tenido un valor testimonial, una, cita con el orgullo, y no s¨®lo para Olano: los ocho primeros puestos de la general han permanecido inalterables despu¨¦s del duro ejercicio en solitario. Al inconformista y testarudo Olano tambi¨¦n le habr¨¢ servido para continuar haci¨¦ndose preguntas y abrir el apartado de las hip¨®tesis y, quiz¨¢s, de los lamentos.
A Abraham Olano le podr¨ªa dar por el ciclismo-ficci¨®n. Podr¨ªa el corredor guipuzcoano rebobinar toda la pel¨ªcula de la Vuelta a la luz de la contrarreloj de ayer y darse de bruces con unos cuantos hechos curiosos.Podr¨ªa preguntarse despu¨¦s: ?c¨®mo he perdido esta Vuelta? Su derrota rompe la tendencia ¨²ltima a considerar las contrarreloj la piedra angular de las grandes carreras por etapas, aunque, en realidad, su disco suena bastante parecido al de Alex Z¨¹lle en la edici¨®n de 1993. Entonces el suizo miope gan¨® las tres contrarreloj de la Vuelta s¨®lo para terminar segundo detr¨¢s de su compatriota Tony Rorninger.
A Olano las contrarreloj, en las que se ha exhibido, s¨®lo le han valido para superar en la general a Bruyneel y Mauri, dos corredores de sus mismas caracter¨ªsticas.
Como mucho le han servido para contrarrestar el chorro de segundos perdido en los ¨²ltimos metros, en los arranques de Jalabert en busca de segundos y bonificaciones.
Abraham Olano tendr¨ªa, sobre todo, que preguntarse qu¨¦ habr¨ªa sucedido si el d¨ªa de ?vila no hubiera dudado, apostado por ¨¦l mal menor y llegado a¨²n con reservas a meta. Aquel d¨ªa, en el que vivi¨® en la soledad m¨¢s total la fuga alucinante de Jalabert, Olano se vio sometido a la prueba de la madurez de los campeones y no la super¨®. Llor¨® la ausencia de ayudantes pero no dio el paso decisivo de vaciarse, dejar el pelot¨®n de remolones que se arrastraba a sus espaldas y acudir a matar al le¨®n con su lanza. Desde entonces, cuando ya no hab¨ªa remedio, ha corrido lament¨¢ndose por lo que pudo haber sido y no fue, conservando la segunda plaza.
Puede que nada hubiera cambiado, que el franc¨¦s Laurent Jalabert y el poderoso equipo del ONCE hubieran ganado la Vuelta -lo m¨¢s seguro es que as¨ª habr¨ªa sido-, pero Abraham Olano, si se hubiera salido de la t¨¢ctica del miedo a perder un poco, quiz¨¢s dormir¨ªa a¨²n mejor esta noche.
Jalabert, al fin y al cabo, ha ganado la Vuelta porque se ha mostrado el m¨¢s fuerte todos los d¨ªas menos tres.
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