Donde no llegan los caminos

Este verano he viajado a Guatemala. Una vez all¨ª me dirig¨ª hacia el Norte, a una regi¨®n del pa¨ªs conocida como El Pet¨¦n. En la ciudad de Santa Elena (Flores) puede tomarse un autob¨²s que llega hasta un pueblecito llamado Retalteco. Cuando llegu¨¦ all¨ª me parec¨ªa incre¨ªble que un autob¨²s hubiera pasado por esos caminos para dejarnos en las mismas puertas de la selva. En este punto es donde comienza la aut¨¦ntica senda tortuosa, para llegar hasta una comunidad (La Quetzal) que habitan 218 familias, en una cooperativa de retornados que han pasado m¨¢s de doce a?os refugiados en M¨¦xico.Para llegar hasta all¨ª hay que caminar durante al menos cuatro horas por un lodazal impresionante. Este camino se convierte en un aut¨¦ntico calvario para esta poblaci¨®n, que a menudo tiene que cruzarlo en busca de los m¨¢s b¨¢sicos recursos. En La Quetzal no existe agua potable, la alimentaci¨®n se reduce pr¨¢cticamente a ma¨ªz y frijoles, preparados de m¨²ltiples formas para variar. Y en estas duras condiciones, donde jam¨¢s llega un peri¨®dico y tan s¨®lo algunas emisoras de radio pueden escucharse, est¨¢n viviendo desde hace cinco meses este millar de personas que forman la cooperativa Uni¨®n Maya Itza. Con la ¨²nica ilusi¨®n de que en este trozo de selva les permitan de una vez vivir sin ning¨²n lujo en paz y en libertad.

Cuando regreso a Madrid y, veo calles cortadas, las aceras levantadas e inmensas caravanas, creo que es una suerte que todas nuestras protestas sean por ¨¦stas. menudencias, y creo que es una desgracia que no haya m¨¢s denuncias que exijan que alguien d¨¦ una respuesta a los miles de personas que, en Guatemala y en tantas otras partes del mundo, sufren cada d¨ªa por la falta de infraestructuras tan b¨¢sicas como 17 kil¨®metros de carretera.