Belceb¨² en Palermo
ITALIA ES un pa¨ªs en el que los guiones m¨¢s audaces pueden convertirse en realidad. Porque es ins¨®lito ver sentado en el banquillo bajo la acusaci¨®n de complicidad con el crimen organizado a uno de los hombres de mayor influencia en medio siglo de la gran pol¨ªtica europea. Es lo que ocurri¨® ayer en una sala convertida en b¨²nker de la prisi¨®n de L'Ucciardone, en Palermo, la capital de Sicilia. Giulio Andreotti, de 76 a?os, siete veces presidente del Gobierno italiano, 21 veces ministro, senador vitalicio, poderoso l¨ªder democristiano, protegido del Vaticano y amigo de varios papas, compareci¨® ante la justicia para responder del presunto delito de asociaci¨®n con la Mafia.La acusaci¨®n quiere probar que Andreotti era un estrecho colaborador de la Mafia. De probarse, podr¨ªa ser condenado a 20 a?os de prisi¨®n. Le acusan los testimonios de mafiosos arrepentidos. El juicio durar¨¢ varios a?os. Andreotti dice que le gustar¨ªa ver el final. "Quiero que se me rinda justicia durante mi vida". Sus abogados conf¨ªan en su absoluci¨®n, ya que la acusaci¨®n s¨®lo parece disponer de los testimonios de los arrepentidos que, seg¨²n Andreotti, se est¨¢n vengando porque como jefe de Gobierno ¨¦l combati¨® a la Mafia con dureza. La defensa citar¨¢ como testigos a personalidades de la escena pol¨ªtica internacional como Hans-Dietrich Genscher, Javier P¨¦rez de Cu¨¦llar yVernon Walters.
Apodado Belceb¨² por sus enemigos pol¨ªticos, s¨ªmbolo de la astucia y el florentinismo pol¨ªtico, Andreotti sol¨ªa repetir aquello de que "el poder desgasta s¨®lo a quien no lo tiene". El juicio es tambi¨¦n, de una manera simb¨®lica, el del sistema pol¨ªtico en vigor en ese pa¨ªs desde el final de la II Guerra Mundial hasta el t¨¦rmino de la guerra fr¨ªa. Eran tiempos en los que la amenaza comunista, especialmente presente en Italia, era utilizada como argumento para justificar el recurso a m¨¦todos poco o nada ¨¦ticos como autodefensa de las democracias occidentales.
En los ¨²ltimos a?os, Italia ha vivido un proceso de catarsis con la inculpaci¨®n de buena parte de la clase pol¨ªtica y empresarial por corrupci¨®n tanto personal como en la financiaci¨®n de los partidos. Uno de los s¨ªmbolos de ese proceso es el exilio en T¨²nez del dirigente socialista Craxi, ya condenado. Tambi¨¦n se ha intentado desvelar la infiltraci¨®n del crimen organizado en el Estado. Para la fiscal¨ªa de Palermo, el caso Andreotti es el supremo ejemplo de ello. Se juzga a un hombre por supuestos delitos, pero tambi¨¦n de alguna forma una concepci¨®n de la pol¨ªtica, de sumisi¨®n de los principios a los objetivos, hoy ya rechazada por las sociedades democr¨¢ticas.
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