Eva(siva)
En momentos apurados de un pa¨ªs surgen los temas recurrentes que pueden mantener entretenido al personal mientras el mundo se viene abajo. As¨ª, en la Argentina, la batalla interna que sostienen el presidente Menem y su ministro econ¨®mico Cavallo ve aderezadas sus aristas por el toque rococ¨® de la pol¨¦mica nacionalista desatada en torno a qui¨¦n debe encarnar en el cine a Eva Per¨®n. Cierto que ella avis¨®: "Volver¨¦ y ser¨¦ millones" dice la leyenda que dijo. Lo que no especific¨® es que ser¨ªa millones de pel¨ªculas.Los argentinos y los espa?oles, que tanto nos parecemos, tenemos tambi¨¦n en com¨²n el culto al fetichismo. A nosotros nos dio por venerar el brazo incorrupto de santa Teresa -aunque cualquier pueblo medianamente ilustrado habr¨ªa preferido conservar el que Cervantes perdi¨® en Lepanto-, y a nuestros descendientes del otro lado del Atl¨¢ntico, en plan m¨¢s pagano, se les cruz¨® Evita embalsamada por el caminito desde que se fue. Tom¨¢s Eloy Mart¨ªnez cuenta todo eso muy bien en su ¨²ltimo libro, Santa Evita, de cuya lectura se deduce algo muy cierto: da lo mismo que el mito lo encarnen en la pantalla la cara de hucha de Andrea del Boca o la equina oxigenaci¨®n de Susana Gim¨¦nez, y desde luego tambi¨¦n ser¨¢ irrelevante la versi¨®n de Madonna acompa?ada a la boina por Banderas. Quien de verdad deber¨ªa rodar una pel¨ªcula sobre la sarcofagoman¨ªa itinerante es el Pedro Almod¨®var de Entre tinieblas.
Pero qu¨¦ c¨®modos son los fetiches en situaciones de crisis, y c¨®mo se echa de menos en Espa?a un buen debate que nos distraiga, en estos d¨ªas de precario equilibrio sobre la inc¨®gnita que no cesa. Podr¨ªa ser, por ejemplo, acerca de la conveniencia de llevar a la pantalla la vida de... Cielos, no se me ocurre nadie. ?Lo ven? No tenemos mitos.
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