Maniobras alemanas antieuropeas
Despu¨¦s de que el ministro de Finanzas alem¨¢n, Theo Waigel, excluyera a Italia por su pol¨ªtica monetaria, el Corriere della Sera escribi¨® que ser¨ªa "suicida" no ser consciente del peso que tiene la Alemania unificada; los alemanes se comportan "como un elefante en una cacharrer¨ªa". El International Herald Tribune titul¨® su art¨ªculo sobre los ataques a ciegas de Waigel German bullying, lo cual se puede traducir, dependiendo del diccionario utilizado, por "amenaza", "intimidaci¨®n" o "tiran¨ªa".Los Gobiernos de Roma, Par¨ªs, Bruselas y La Haya, que no quieren echar m¨¢s le?a al fuego, han manifestado su irritaci¨®n ante las desconsideradas pretensiones de dominio por parte de Waigel con palabras algo m¨¢s suaves que la prensa. En la cumbre europea del fin de semana pasado, Helmut Kohl tuvo que comprometerse personalmente para calmar los ¨¢nimos. Pero el lunes se reanudaron los ataques contra la Uni¨®n Econ¨®mica y Monetaria, que ya son costumbre en Waigel y en el presidente del Bundesbank, Tietmeyer.
Entre algunos se?ores del Bundesbank se estila desde hace ya tiempo socavar con pronunciamientos psicol¨®gicos y pol¨ªticos m¨¢s o menos expl¨ªcitos la Uni¨®n Monetaria acordada en el Tratado de Maastricht. As¨ª, Otmar Issing critica el Tratado de Maastricht por sus "graves lagunas". Gerd H?usler quiere que en el Tratado se incluya que los criterios de entrada contin¨²en vigentes tambi¨¦n en el futuro m¨¢s lejano de la Uni¨®n Monetaria. Hans Tietmeyer exige que ¨¦sta no se implante sin una uni¨®n pol¨ªtica simult¨¢nea
La implantaci¨®n de la Uni¨®n Monetaria es, ante todo, una tarea de pol¨ªtica exterior. Vale la pena echar un vistazo a la historia alemana, que pone de manifiesto dos tendencias contradictorias y recurrentes: cuando los alemanes han dado signos de debilidad, otros han avanzado desde los m¨¢rgenes de Europa hacia ese peque?o centro del Viejo Continente. Sin embargo, cuando, los alemanes se han sentido fuertes, son ellos los que han avanzado desde el centro hacia las fronteras de Europa; s¨®lo en los ¨²ltimos 125 a?os lo han hecho contra Francia en tres ocasiones. Por eso ha habido dos grandes coaliciones contra Alemania en nuestro siglo.
El poner fin a la historia de las guerras fratricidas en Europa fue el motivo que en mayo de 1950 llev¨® a Jean Monnet y a Robert Schuman a proponer la creaci¨®n de la Comunidad Europea del Carb¨®n y del Acero, de la que se desarroll¨®, en varias etapas, la Uni¨®n Europea de hoy. En un principio ten¨ªa seis miembros, hoy son 15 y en un futuro pr¨®ximo podr¨ªan ser dos docenas. Con el paso de los a?os, las tareas de la Comunidad se han multiplicado y sus instituciones se han ampliado. Los Estados miembros han ido delegando paulatinamente parte de su soberan¨ªa en la Comunidad, y, seg¨²n el Tratado de Maastricht, nos esperan otras tres transferencias importantes: la Uni¨®n Monetaria en 1999, y despu¨¦s, la Pol¨ªtica de Seguridad Com¨²n y la Pol¨ªtica Exterior Com¨²n. Alemania podr¨ªa impedir la Uni¨®n Monetaria; antes, s¨®lo Francia ten¨ªa dicha potestad. Pero si se abandona la Uni¨®n Monetaria hay que contar con tres repercusiones catastr¨®ficas.
Primera: la UE degenerar¨ªa en una simple zona de libre comercio, con las instituciones como cuestiones secundarias.
Segunda: en pocos decenios el marco alem¨¢n, el sector financiero alem¨¢n, es decir el Bundesbank, y los grandes bancos y compa?¨ªas de seguros se habr¨ªan hecho con el dominio de toda Europa. Alemania ser¨ªa una gran potencia financiera en el ¨¢mbito mundial.
Tercera: esta hegemon¨ªa alemana despertar¨ªa inevitablernente temores y envidia en todos sus vecinos, y ¨¦stos se unir¨ªan en una comuni¨®n antialemana. Por tercera vez habr¨ªa que temer el surgimiento de una alianza de casi todos los dem¨¢s Estados europeos contra Alemania.
Si de un eventual fracaso de la Uni¨®n Monetaria se derivara una decadencia paulatina de la integraci¨®n europea y, por consiguiente, de la autointegraci¨®n de Alemania en una unidad superior, el principal objetivo estrat¨¦gico correr¨ªa peligro y quienes vengan despu¨¦s de nosotros tendr¨ªan que sufrir las nefastas consecuencias. El progreso de la integraci¨®n europea no es una aspiraci¨®n del idealismo alem¨¢n, sino que responde a los intereses vitales y estrat¨¦gicos de Alemania de mantener la paz -puesto que quiere evitar una tercera alianza antialemana-. Con esta convicci¨®n han actuado todos los cancilleres desde Adenauer hasta Kohl; ahora no debemos abandonar esta orientaci¨®n.
Alemania tiene que seguir contribuyendo a lograr una profundizaci¨®n de la Uni¨®n Europea, paso a paso. El objetivo es, y seguir¨¢ siendo, que Alemania y sus vecinos se incorporen definitivamente a la integraci¨®n europea. Ante este objetivo vital, todas las pegas que se ponen a la Uni¨®n Monetaria y toda cr¨ªtica, aunque justificada, a la euroburocracia de Bruselas son, como mucho, secundarias.
En la Uni¨®n nadie tendr¨¢ que abandonar su propia lengua, su identidad o su patrimonio hist¨®rico-cultural: ni alemanes, ni franceses, ni holandeses, ni polacos. Por lo tanto, la Europa del futuro ser¨¢ fundamentalmente diferente de los Estados Unidos de Am¨¦rica; pero ser¨¢ tambi¨¦n fundamentalmente diferente de todas esas alianzas b¨¦licas que se han gestado en Europa en los ¨²ltimos siglos. Toda pretensi¨®n de liderazgo por parte alemana es superflua y nociva. Ten¨ªa raz¨®n Helmut Kohl cuando dijo hace dos a?os en el Senado franc¨¦s: "En Europa, los malos esp¨ªritus del pasado no est¨¢n conjurados para siempre; cada generaci¨®n tendr¨¢ que enfrentarse de nuevo a la tarea de impedir su resurrecci¨®n y de superar nuevos recelos".
Quien como alem¨¢n quiera socavar o incumplir el Tratado de Maastricht, quien quiera aplicarlo s¨®lo con condiciones m¨¢s estrictas, no hace sino provocar 11 nuevos recelos". Quien, en contra del texto del Tratado, quiera hacer depender la Uni¨®n Monetaria de la simultaneidad de una Uni¨®n Pol¨ªtica, act¨²a contra toda raz¨®n. El Tratado establece que el banco central com¨²n ser¨¢ una instituci¨®n absolutamente independiente del plano pol¨ªtico, de modo que una moneda com¨²n no presupone ninguna instancia pol¨ªtica suprema. Es M¨¢s, una Uni¨®n Pol¨ªtica temprana estar¨ªa expuesta necesariamente a exigencias de sistemas adicionales de compensaci¨®n fiscal y financiera y de prestaciones salariales y sociales.
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Maniobras alemanas antieuropeas
Viene de la p¨¢gina anteriorAdem¨¢s, existe ya un mercado com¨²n en el sector financiero y no precisa ninguna Uni¨®n Pol¨ªtica. La exigencia de que una moneda com¨²n deber¨¢ tener, "por lo menos", la misma estabilidad que el marco alem¨¢n es desmesurada y desconsiderada; y no tiene en cuenta el hecho de que los tipos de cambio del marco han sido todo menos "estables" en los ¨²ltimos 25 a?os y han sufrido sucesivas apreciaciones, lo que en los ¨²ltimos a?os contribuy¨® a la p¨¦rdida de competitividad y de empleos en Alemania.
Quien haya vivido las turbulencias monetarias de los ¨²ltimos decenios, que part¨ªan desde EE UU, deber¨ªa estar satisfecho de que la moneda com¨²n europea y el banco central europeo ofrezcan finalmente una oportunidad para defenderse de la preponderancia de un d¨®lar enfermo en el papel de moneda base y de reserva. Y si se analiza el Mercado Com¨²n desde un punto de vista econ¨®mico se considerar¨¢ absurda la existencia de m¨¢s de una docena de monedas en este mercado y un lujo superfluo y muy caro el coste anual de las transacciones internacionales, del orden de unos 30.000 millones de marcos. En la Constituci¨®n alemana no se establece nada sobre las funciones del Bundesbank, sino que se le menciona ¨²nicamente entre la Administraci¨®n federal del tr¨¢fico a¨¦reo y las v¨ªas fluviales federales. La Ley sobre el Bundesbank (art¨ªculo 7) prescribe su independencia "en el ejercicio de sus competencias (legales)". Los discursos y art¨ªculos p¨²blicos sobre las desventajas de un Tratado de Maastricht que est¨¢ en vigor no figuran entre las funciones estipuladas en la Ley sobre el Bundesbank. ?ste deber¨ªa m¨¢s bien atenerse a lo que se dice en el ¨²ltimo inciso del art¨ªculo 12, que "compromete al Bundesbank, sin perjuicio de sus funciones, a respaldar la pol¨ªtica econ¨®mica general del Gobierno federal", y en el art¨ªculo 13, que regula la cooperaci¨®n con el Gobierno "en asuntos importantes de la pol¨ªtica monetaria".
Esta ley no ofrece ning¨²n amparo legal al Bundesbank para hacer propaganda contra el Tratado de Maastricht, que, por cierto, ha sido acordado por el Gobierno y ratificado por el Parlamento alem¨¢n. El Tratado contiene tambi¨¦n decisiones acerca de "la pol¨ªtica econ¨®mica general del Gobierno federal". Desde que temerariamente se abandon¨® el Sistema Monetario Europeo (SME) en 1993, el Bundesbank tiene un poder inmenso y ejerce una gran influencia pol¨ªtica y publicitaria. Ambos sectores superan ampliamente las competencias establecidas en la Ley sobre el Bundesbank. Es, sin embargo, f¨¢cil de entender que algunos de sus directores quieran retrasar un banco central europeo: en el mundo no hay ninguna Administraci¨®n que soporte que otra superior recorte sus competencias. As¨ª, bajo pretextos econ¨®micos y cient¨ªficos, o por medio de bravuconadas populistas, se despierta y nutre un nacionalismo monetario. Quien, despu¨¦s de cinco a?os de unidad alemana, piense que por fin volvemos a ser uno de los grandes y que podemos, sin mirar los tratados firmados, plantear exigencias a los dem¨¢s, act¨²a contra los intereses alemanes. Y una oposici¨®n que consiente silenciosamente semejante cosa falla en su funci¨®n parlamentaria.
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