"Detr¨¢s del levantamiento de Chiapas no est¨¢ la teolog¨ªa de la liberaci¨®n"
El obispo de San Crist¨®bal de las Casas, Samuel Ruiz, mediador en el di¨¢logo entre el Gobierno mexicano y la guerrilla de Chiapas, desvincula las tareas evangelizadoras de su di¨®cesis del surgimiento del grupo armado y lamenta la inflexibilidad de la Iglesia, que impide la consumaci¨®n de las iglesias aut¨®ctonas-perfiladas en el Concilio Vaticano II.Tiene 71 a?os y una envidiable fortaleza f¨ªsica, que le permite abarcar los diversos frentes que de un tiempo a esta parte se le abren. A la cabeza de una di¨®cesis m¨¢s grande que Catalu?a (casi 37.000 kil¨®metros cuadrados), Samuel Ruiz compagina un trabajo pastoral de tres d¨¦cadas, que el Vaticano le est¨¢ obligando a revisar por "desviaciones doctrinales" con sus tareas mediadoras en el di¨¢logo de paz entre el Gobierno mexicano y el Ej¨¦rcito Zapatista de Liberaci¨®n Nacional (EZLN), la guerrilla de base ind¨ªgena nacida hace una d¨¦cada en su territorio.
En plena campa?a en pos del Premio Nobel de la Paz, Samuel Ruiz rec¨ªbi¨® ayer a su coadjutor, el obispo Ra¨²l Vera, nombrado por Juan Pablo II para compartir con ¨¦l el trabajo de la di¨®cesis, en lo que se ha interpretado como una maniobra para "enderezar la casa" sin provocar fracturas. Vera, un dominico conocedor de los problemas de los ind¨ªgenas, suceder¨¢ a su amigo Samuel dentro de cuatro a?os. De momento, ha dicho, corregir¨¢ "lo que tenga que corregir" En especial le preocupa la tarea pastoral y la reconciliaci¨®n en una di¨®cesis dividida, que ha tenido a algunos catequistas en la lucha armada.
Don Samuel no ha chistado. ?l mismo provoca todo menos indiferencia: es el tatic (padre, en idioma Izeltzal) para sus fieles, que lo veneran, y el anticristo para sus detractores, los, coletos o ciudadanos mestizos, que le critican "su ambici¨®n de poder" y le acusan de haber propiciado la divisi¨®n pol¨ªtica que ahora lamenta.
El obispo lleg¨® a San Crist¨®bal de las Casas hace tres d¨¦cadas dispuesto a ense?ar espa?ol al ind¨ªgena, cristianizarle, calzarle y mejorar su atuendo. El contacto directo con la marginaci¨®n de las comunidades cambi¨® el rumbo de su trabajo. "Al cabo de unos a?os puedo sintetizarlo en un esfuerzo para que los ind¨ªgenas fueran sujetos de su propia historia y para que hubiera una evangelizaci¨®n encarnada en su cultura".
Su gu¨ªa fue el documento de las misiones aprobado, en el Concilio Vaticano II que, "frente a la evangelizaci¨®n tradicional, que obliga al ind¨ªgena a vivir su fe con esquemas y valores extra?os, abri¨® las puertas a las iglesias aut¨®ctonas, aquellas cuya forma de ser y de reflexionar sus signos culturales, son el cauce donde la fe se encarna'.
Samuel aprendi¨® el tzeltzal y el tzotzil. La di¨®cesis empez¨® por estudiar antropologila y termin¨® dialogando "con las propias gentes". De las discusiones naci¨® la llamada catequesis del ?xodo, que es la "cosecha del pensamiento de 200 comunidades". Son ellas quienes eligen a los catequistas ya los di¨¢conos.
Falta la c¨²spide de la pir¨¢mide: "No hay sacerdotes ind¨ªgenas", se lamenta Ruiz, "porque despu¨¦s de 500 a?os de evangelizaci¨®n no hay una sola Iglesia aut¨®ctona en el continente. Hay indios ordenados, pero ya son sacerdotes occidentales, porque pasaron por un proceso de transculturaci¨®n que se llama seminario".
El camino a¨²n es largo por "la incomprensi¨®n de las estructuras de la Iglesia". "Se exige que hayan hecho secundaria, y aqu¨ª dif¨ªcilmente terminan los estudios primarios. Se exige el celibato, y en las comunidades ind¨ªgenas de Am¨¦rica, el ser presb¨ªtero (anciano, hombre maduro) significa ser cabeza de una familia. Un var¨®n no es adulto si no est¨¢ casado. No se trata de sacerdotes que se puedan casar, sino de seglares casados que puedan ser ordenados".
Sarnuel Ruiz sigue, en cambio, al pie de la letra los preceptos de la Iglesia en torno a la planificaci¨®n familiar en una regi¨®n de tierras exhaustas y donde la tasa media de hijos por mujer se aproxima a siete. "?sa es una teor¨ªa del Primer Mundo en contra del Tercer Mundo: cambia t¨²; porque me vas a disminuir lo que yo tengo. Pero no tiene nada de cient¨ªfico. Est¨¢ estudiado que los recursos que existen en la Tierra son suficientes, la cuesti¨®n es qui¨¦n los controla y qui¨¦n los distribuye".
Los resortes defensivos del obispo se disparan cuando se le pregunta por la llegada, en los a?os ochenta, de aquellos jovenes revolucionarios que constituyeron en la regi¨®n el n¨²cleo del EZLN. "No llegaron j¨®venes., Es un movimiento ind¨ªgena", dice, enojado. "De todas formas, nosotros no llevamos registro. El unirse a un partido o un movimiento es decisi¨®n de las comunidades. Nosotros acompa?amos a la gente en su sufrimiento. Pero nuestra labor acaba en la evangelizaci¨®n".
Los ind¨ªgenas, dice el obispo, no buscan la revoluci¨®n. "Detr¨¢s del levantamiento no hay, como se dice, un proceso de ideologizaci¨®n, de teolog¨ªa de la liberaci¨®n. Es el reclamo de tierras, la represi¨®n, el hambre, lo que genera un momento en el que se dice ya basta".
Los efectos del movimiento zapatista sobre las estructuras de la di¨®cesis de San Crist¨®bal de las Casas "est¨¢n por verse", afirma. A nivel nacional, explica, "ayud¨® a que se hicieran planteamientos y reformas que no se hab¨ªan hecho anteriormente".
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