Perversa simetr¨ªa
El sim¨¦trico enfrentamiento de las dos Espa?as es una de nuestras m¨¢s tristes tradiciones, cuyas consecuencias populariz¨® Larra: aqu¨ª yace media Espa?a / muri¨® de la otra media. Y durante la primera Restauraci¨®n y la Segunda Rep¨²blica fueron vanos los intentos de quebrar tal simetr¨ªa, con el desenlace por todos conocido.Hab¨ªa, o mejor, se pretend¨ªa que hubiera, una Espa?a de derechas que quer¨ªa entender de modo homog¨¦neo religi¨®n y econom¨ªa, historia y literatura. Alimentaba y era alimentada por unos peri¨®dicos concretos y ten¨ªa incuestionables e intransmisibles filias y fobias. Y otra Espa?a que, con an¨¢loga cerraz¨®n, entend¨ªa y gustaba de las mismas cosas de modo supuestamente antag¨®nico. Los hechos nunca fueron exactamente as¨ª, porque felizmente la realidad es m¨¢s rica, diversa y flexible que los mitos. Pero los mitos, como partes de la realidad seccionadas, deformadas Y endurecidas, resultan contundentes a la hora de ser utilizados como armas arrojadizas.
A mi juicio, uno de los m¨¦ritos -y no el ¨²nico- de los nacionalismos perif¨¦ricos fue quebrar en su propio ¨¢mbito tan sim¨¦trica oposici¨®n. La Lliga era de derechas, pese a estar muy distante del partido conservador, la tradici¨®n dem¨®crata-cristiana de Catalu?a se coloc¨® en el centro-izquierda, sin dejar de ser cat¨®lica y el nacionalismo vasco, siempre democr¨¢tico, ha sido hasta hace poco cuasi confesional. Con. ello se demostr¨® que, incluso en Espa?a, los valores pol¨ªticos, religiosos y econ¨®micos y las opciones entre los mismos, no eran sim¨¦tricos entre s¨ª. Y tal es la ra¨ªz del pluralismo y la tolerancia, algo diferente de la coexistencia, tensa incluso cuando es pac¨ªfica, entre opciones, por globales, de vocaci¨®n totalitaria, tengan o no conciencia de ello.
Esta fecunda asimetr¨ªa es la que, felizmente, predomin¨® en los a?os de la transici¨®n. Las actitudes religiosas y pol¨ªticas fueron por v¨ªas distintas y entrecruzadas, y a nadie se le ocurri¨® propugnar, al menos a ninguno de sus protagonistas, que la econom¨ªa de mercado o la militancia antiabortista fueran inherentes a la "unidad entre los hombres y las tierras de Espa?a". O que una u otra tesis sobre la ense?anza de la Religi¨®n no pudiera separarse de los problemas hidr¨¢ulicos o del criterio sobre la fecha de las elecciones. Es curioso que en un tiempo donde no sobran ideas y escasean valores, los substitutivos de ambos pretendan ser globales.
Pero me temo que eso es lo que ahora est¨¢ cambiando. Todav¨ªa s¨®lo, felizmente,. en el discurso de los pol¨ªticos y de su paralelo informativo, pero con la peligrosa tendencia a echar ra¨ªces en la conciencia colectiva hasta tajar al cuerpo de la sociedad civil.
Los partidos pol¨ªticos espa?oles fomentan esta actitud. en virtud de una visi¨®n simplista de la pol¨ªtica como mera lucha. por el poder; de su propia rigidez interior y de la consecuente militarizaci¨®n de la vida p¨²blica. S¨®lo un ej¨¦rcito, con la disciplina propia de la instituci¨®n, puede afrontar victoriosamente a otro ej¨¦rcito similar. Puesto que no hay valores aut¨®nomos, no debe haber pol¨ªticos independientes.
Lo grave es que las m¨¢s variadas fuerzas e instituciones sociales, e incluso alguna diplomacia desdichada, parecen contribuir a ello. En algunos casos, porque entienden, equivocadamente, que la mejor defensa de sus leg¨ªtimas posiciones singulares es embarcarlas en un planteamiento global opuesto a otro no menos global. En otras ocasiones, porque aunque no sea ¨¦sta su intenci¨®n, el d¨®nde, el c¨®mo y el cu¨¢ndo, financieros u obispos, jueces o empresarios y pol¨ªticos de la m¨¢s variada obediencia, vierten una opini¨®n, quienes la critican o quienes la corean, hacen que s¨®lo pueda capitalizarlas la vocaci¨®n hemipl¨¦tica de los espa?oles. No parece posible que, a la corta, los grandes partidos pol¨ªticos sean capaces de transcender este sino fatal que ellos mismos se han creado. Pero los ciudadanos y las fuerzas sociales todas har¨ªan bien en escapar de tan perversa simetr¨ªa, negadora tanto del inter¨¦s com¨²n que a todos une accesible libertad, como de las m¨²ltiples discrepancias que h en pos di¨¢logo y pacto.
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