El perro solitario
Las espectaculares campa?as del Deportivo hicieron de Arsenio Iglesias una celebridad futbol¨ªstica nacional. Pero el t¨¦cnico gallego llevaba ya 25 a?os recorriendo los banquillos de media Espa?a y en otras ¨¦pocas logr¨® hacerse un nombre entre los grandes de la Liga.. Una de ellas fue entre los a?os 1975 y 1978, cuando llev¨® al H¨¦rcules de Segunda Divisi¨®n a luchar por un puesto en Europa. Esa etapa se recuerda en un cap¨ªtulo del libro Arsenio, El F¨²tbol de El Brujo, del periodista Xos¨¦ Hermida, que se extracta a continuaci¨®n
-Arsenio, ?c¨®mo est¨¢s, home?-Como un can, Vituco. Soli?o como un can.
Ni un s¨®lo d¨ªa dejaba el periodista coru?¨¦s Vituco Leirach¨¢ de marcar el n¨²mero de tel¨¦fono del hotel de Alicante donde se hospedaba su amigo. Y siempre hallaba la misma respuesta. Una soledad extrema, irremediable, que ni siquiera los ¨¦xitos deportivos lograban mitigar. Del estadio al hotel y del hotel al estadio. Nada m¨¢s. No sal¨ªa a tomar un caf¨¦ o a dar un paseo por la playa o al cine o a alguna tertulia futbolera. Se encerraba en su habitaci¨®n a leer o a consumir horas emborronando decenas de papeles con flechas y esquemas t¨¢cticos.
Apenas hab¨ªa tenido tiempo de despedirse del Deportivo, cuando el H¨¦rcules ya le estaba llamando a La Coru?a. Era un club modesto, que s¨®lo pretend¨ªa mantenerse con decencia en Segunda. Arsenio acept¨® la oferta porque era el modo de seguir en la brecha. Pero alejarse otra vez de Galicia fue m¨¢s doloroso que nunca. Sus hijos estaban en edad escolar y no quer¨ªa que ellos pagasen el trasiego constante de la vida del f¨²tbol. Por eso prefiri¨® dejar los en La Coru?a con su madre. Se fue solo y solo estuvo durante cuatro a?os. Le consolaba la presencia de su antiguo ayudante en el Deportivo, Benito Joanet, a quien convenci¨® para que lo acompa?ase de nuevo como segundo entrenador. A veces iba a comer a su casa despu¨¦s de que lo engatusaran con alg¨²n recuerdo de la tierra. La esposa de Joanet recib¨ªa, por ejemplo, un manojo de grelos y a eso Arsenio no pod¨ªa resistirse. El resto del tiempo estaba ausente del mundo. Hizo amistad con el jefe de mantenimiento del hotel porque tantas horas pasaba all¨ª dentro que siempre acababa encontr¨¢ndoselo mientras el hombre arreglaba alg¨²n desperfecto. Tambi¨¦n con el gerente del club, Vicente Companys, a cuyo domicilio acud¨ªa los viernes por la noche para cenar y ver en televisi¨®n el popular¨ªsimo Un, dos, tres que presentaba Kiko Ledgard.
Una ma?ana en el estadio, Arsenio llam¨® a Joanet y le pidi¨®: "Benito, por favor, haz t¨² el calentamiento con los jugadores que yo me encuentro un poco ¨ªnareado". Despu¨¦s de entrenar, los dos se fueron a comer juntos a un restaurante. Cuando les sirvieron el primer plato, O Bruxo repar¨® en la causa de su malestar. Desde la hora del almuerzo del d¨ªa anterior, no hab¨ªa vuelto a comer. Se enclaustr¨® en la habitaci¨®n, estuvo enfrascado en las flechas y la lectura y olvid¨® la hora de la cena. As¨ª era su vida.
El presidente del club, el adinerado constructor Jos¨¦ Rico P¨¦rez, ambicionaba grandes proyectos de futuro. Hab¨ªa empezado a construir un nuevo estadio tras obtener fondos econ¨®micos con una audaz operaci¨®n financiera. En fichajes se gast¨® muy poco dinero y s¨®lo pidi¨® a Arsenio que el equipo no sufriese apuros. Antes de iniciarse la temporada, Joanet tard¨® unos cuantos d¨ªas en firmar su contrato porque en las negociaciones con el presidente para fijar su salario hab¨ªa una diferencia de 50.000 pesetas. Al final, ambos pactaron como compensaci¨®n un baremo de primas por puntos obtenidos. El presidente ech¨® cuentas y le dijo: "Por este m¨¦todo acabar¨¢s ganando las mismas 50.000 pesetas que me pides". Se equivoc¨®. Obtuvo 900.000. El H¨¦rcules fue subcampe¨®n y ascendi¨® a Primera para asombro de sus propios seguidores. La fiebre del f¨²tbol se apoder¨® de Alicante. El club llegar¨ªa a tener 20.000 socios, una cifra que nunca ha vuelto a alcanzar en su historia. Pero Arsenio segu¨ªa solo.
Aunque no resista la comparaci¨®n con la ¨¦poca actual, en ese momento la Liga espa?ola se hab¨ªa decidido a autorizar de nuevo la compra de jugadores extranjeros, con lo que llegaron importantes figuras internacionales. El Barcelona ten¨ªa al mejor futbolista del mundo, Johan Cruyff, y a Neeskeens; el Madrid a Netzer y el Atl¨¦tico a Leivinha y Luiz Pereira. El H¨¦rcules, a un tal Lubeck, que se fue como vino, casi de inc¨®gnito. Los refuerzos nacionales para la plantilla alicantina fueron jugadores curtidos, con experiencia en equipos grandes, como Ant¨®n Arieta, del Athletic de Bilbao, y el delantero Barrios, del Barcelona. De ¨¦ste, un canario ingenioso y con tendencia a la autoparodia, guarda el t¨¦cnico gallego una ocurrencia inolvidable. Durante una eliminatoria de Copa, hubo que recurrir al lanzamiento de penaltis. Agotada la primera tanda, persist¨ªa el empate. Barrios, que no hab¨ªa tirado a¨²n ninguno, vio que esta vez le iba a tocar a ¨¦l irremediablemente y se dirigi¨® a Arsenio para comentarle: "Mister, ahora ya s¨®lo quedamos los del punteraso". Del Barcelona lleg¨® tambi¨¦n con la Liga iniciada otro canario, Juanito, aunque ¨¦ste aport¨® pocas cosas al equipo. Las alegr¨ªas se las reservaba para fuera del terreno de juego, seg¨²n rememora el veterano comentarista deportivo de Alicante Pascual Verd¨² Belda:
- Juanito choc¨® desde el primer momento con Arsenio, que exig¨ªa una profesionalidad total a sus futbolistas. El mismo d¨ªa que lleg¨®, el entrenador le propuso que fuese a dormir a su hotel y acompa?ase al equipo a la ma?ana siguiente en un desplazamiento para ir conociendo a sus compa?eros. A la hora del desayuno, el jugador no apareci¨® y en la recepci¨®n dijeron al t¨¦cnico que no hab¨ªa dormido en su habitaci¨®n. Cuando el autob¨²s- del H¨¦rcules estaba a punto de salir, apareci¨® Juanito: "Perdone, es que me he quedado dorrnido". "Pues siga durmiendo", le contest¨® Arsenio. Otra vez vomit¨® en un entrenamiento y tuvo que reconocer que hab¨ªa estado comiendo sardinas hasta la madrugada. Era buen chico, pero esas cosas Arsenio no las pod¨ªa tolerar.
Con una solidez que asustaba a mi casa a sus rivales, el_ H¨¦rcules plant¨® cara en Primera a grandes y peque?os hasta situarse en los puestos altos de la tabla. Era sin discusi¨®n la gran sorpresa de la Liga. A falta de futbolistas de relieve, la prensa de toda Espa?a puso sus focos sobre el entrenador, un hombre que ya entonces vest¨ªa trajes y abrigos pasados de moda, que ten¨ªa respuestas desconcertantes para cualquier pregunta. Fue cuando le encasillaron como el t¨ªpico gallego en la escalera. De esa ¨¦poca datan sus apodos period¨ªsticos. El H¨¦rcules estuvo hasta el ¨²ltimo partido luchando por un puesto en la copa de la UEFA. Qued¨® quinto y s¨®lo la diferencia de goles le apart¨® de Europa. A¨²n as¨ª, nadie dud¨® que era una haza?a.
A la mayor¨ªa de los equipos se les atraves¨® el sistema de Arsenio. Hasta el entrenador del Salamanca -con quien ya se hab¨ªa enfrentado en Segunda- el fallecido Jos¨¦ Luis Garc¨ªa Traid, le confes¨® en una ocasi¨®n a Verd¨² Belda: "La semana antes de jugar contra el H¨¦rcules a mis jugadores les entra colitis. Te lo digo literalmente". Otro de los que sufri¨® el mismo tormento fue el Barcelona de Johan Cruyff, que en el mejor de los casos lograba ganarle por la m¨ªnima. La mayor¨ªa de los conjuntos estaban obsesionados con la movilidad del holand¨¦s, que tan pronto dirig¨ªa la maniobra en el centro del campo como irrump¨ªa en el punto de penalti. Joanet, que se dedicaba a espiar. a los rivales, fue a verlo a un partido en Gij¨®n. Cuando redact¨® el informe t¨¦cnico, en su af¨¢n por abarcar todos los desplazamientos de Cruyff, dibuj¨® tal mara?a de flechas que Arsenio exclam¨® al verlo: 'ICo?o, Benito, esto parece un pulpo!". La soluci¨®n m¨¢s socorrida en la ¨¦poca para frenar a la figura del equipo contrario era asignarle un guardaespaldas que le soltaba el aliento hasta en los saques de banda. Pero Arsenio, el hombre de la vestimenta antigua y las costumbres de la posguerra, se adelant¨® a la moda: orden¨® marcaje zonal. "Cruyff no hizo nunca un gran partido contra el H¨¦rcules", recuerda Joanet, "y nosotros sacamos muchos puntos en el Camp Nou".
Los logros de la primera temporada no fueron un espejismo. En la siguiente campa?a, el H¨¦rcules qued¨® sexto, a s¨®lo tres puntos de los puestos que proporcionaban el acceso a Europa. Tambi¨¦n brill¨® en la Copa, en la que elimin¨® al Madrid, pese a que Arsenio arrastr¨® las cr¨ªticas de los aficionados al ir al Bernab¨¦u con el "cami¨®n del pescado" (as¨ª llamaba a los suplentes) tras ganar 30 en el estadio Rico P¨¦rez. Pero en Alicante, Arsenio iba a vivir una situaci¨®n que guarda un curioso paralelismo con lo ocurrido 15 a?os despu¨¦s en La Coru?a. El equipo hab¨ªa alimentado demasiados sue?os. Y el p¨²blico cada vez ped¨ªa m¨¢s. Como dijo ¨¦l mismo en una ocasi¨®n: "Despertar esperanzas puede acabar una siendo una fatalidad" . Sectores de la afici¨®n y de la prensa olvidaron el trabajo anterior del t¨¦cnico. Como luego en La Coru?a, fue una decisi¨®n largamente anunciada. Antes de que finalizase la Liga, comunic¨® que se marchar¨ªa en junio. No le gustaba el ambiente y entend¨ªa que su ciclo hab¨ªa concluido. La experiencia le sirvi¨® de gu¨ªa para su conducta futura. En adelante, se pasar¨ªa toda su carrera repitiendo el mismo gesto: ah¨ª os quedan los triunfos, yo me voy a mi casa.
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