Libros de texto
El se?or Honrubia Siles escribe un carta en esta secci¨®n (EL PA?S, 20 de septiembre) que muestra una visi¨®n estrecha del problema de los libros de texto. Creo que no es un problema econ¨®mico, lo es de cultura. Los padres adquieren -y, por lo visto, con gran pesar- los libros para sus hijos, lamentando lo caros que cuestan -verdad-, pero ignorando que estos textos no son, ¨²nicamente los necesarios. Precisar¨¢n a lo largo de su vida, para su profesi¨®n, ampliaci¨®n de conocimientos, etc¨¦tera, otros complementarios. Bien, entonces ir¨¢n a buscarlos a las librer¨ªas y ?los encontrar¨¢n?Piense no s¨®lo en las capitales, reflexione un poco sobre toda nuestra piel de toro e islas adyacentes. Si a las librer¨ªas, sobre todo a las de los pueblos, se les resta la ayuda de las ventas de principios de curso, la mayor¨ªa tendr¨¢n que cerrar, ya que sus problemas actuales se agravar¨¢n sin la inyecci¨®n que significan estas ventas. Permita proporcionarle otros motivos de reflexi¨®n: ?c¨®mo es que las APA hacen campa?as para mejorar los precios de las telas de los trajes o uniformes de sus ni?os, de los zapatos, comidas, distracciones, etc¨¦tera? Parece que lo costoso son los libros de texto, que es un gasto de una vez al a?o.
No repara el comunicante en que los precios de los libros los fijan las editoriales. No se da cuenta de que son los profesores y los consejos escolares los que se?alan los t¨ªtulos y las editoriales. El librero, perd¨®n, el tendero, es el ¨²ltimo eslab¨®n de esta cadena de mucha utilidad y servicio al p¨²blico. Somos tenderos, due?os de una tienda, como nos define la Real Academia, pero creemos en nuestra labor. El calificativo tendero que nos arroja con desprecio el se?or Honrubia a m¨ª me honra y satisface. S¨ª, se?or, somos tenderos de libros y procuramos venderlos y contribuir modestamente a la difusi¨®n de la cultura.-
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