Cinco millones de funcionarios protestan contra la pol¨ªtica social de los conservadores en Francia

Jacques Chirac y Alain Jupp¨¦ recibieron ayer un bofet¨®n de los franceses. Fueron cinco millones de funcionarios y empleados p¨²blicos quienes fueron a la huelga por sus salarios, pero la comprensi¨®n y la simpat¨ªa expresadas por la mayor parte de la sociedad elevaron la protesta a un rango pol¨ªtico. Francia demostr¨® su mal humor y su desconfianza ante el futuro ofrecido por el Gobierno gaullita. En todas las grandes ciudades hubo manifestaciones y tanto los servicios p¨²blicos tren, metro, autob¨²s, avi¨®n, correo, administraci¨®n c¨®mo las empresas p¨²blicas se paralizaron.
La mayor manifestaci¨®n se celebr¨® en Par¨ªs. Fue una larga y festiva marcha con m¨²sica en vivo y atracciones, m¨¢s parecida a una cabalgata que a una protesta, que congreg¨® entre 25.000, personas, seg¨²n la polic¨ªa, y 60.000, seg¨²n los siete sindicatos convocantes.El jolgorio que rode¨® el acto tuvo mucho que ver con la positiva acogida dispensada a la huelga por la sociedad francesa. El apoyo a funcionarios y empleados p¨²blicos creci¨® paulatinamente. Dos d¨ªas antes de la huelga, una encuesta de Le Figaro se?alaba que un 47% de los ciudadanos simpatizaban con la protesta, y un 48% estaba en contra.
Ayer, una nueva encuesta publicada por Le Parisien elevaba al 57% el porcentaje de partida rios del paro y reduc¨ªa al 26% el de contrarios. La huelga recib¨ªa un apoyo mayoritario, seg¨²n esa encuesta, desde todas las categor¨ªas sociales (empleados p¨²blicos, privados y desempleados), salvo el empresariado y los pro fesionales liberales.
Ventajas
Hubo comprensi¨®n hacia la huelga, pese a las incomodidades producidas por la misma y pese al hecho de que los funcionarios empleados p¨²blicos disfrutan en general, de ventajas como la seguridad en el empleo y mejores pensiones de jubilaci¨®n que los empleados de las empresas privadas.Las incomodidades fueron muchas: aglomeraciones en estaciones sin trenes, fenomenales embotellamientos en las horas de punta y largos. retrasos en casi todo. Quien se atrevi¨®, circul¨® en bicicleta o patines. Las pancartas y las consignas coreadas no se limitaron a los salarios. La pancarta que abr¨ªa las manifestaciones era: Juntos por el servicio p¨²blico.
La protesta contra la congelaci¨®n de sueldos en el sector p¨²blico, establecida en el proyecto de presupuesto para 1996, se uni¨® al rechazo a la: reforma de la Seguridad Social a¨²n no anunciada oficialmente-, al rechazo a las privatizaciones y, en general, de la titubeante pol¨ªtica de austeridad contenida en los presupuestos.
Jacques Chirac repiti¨®, durante la campa?a electoral, que "la hoja salarial no es enemiga del empleo", refiri¨¦ndose a la necesidad de aumentar la capacidad de consumo interno. Ahora, la frase del presidente ha cambiado radicalmente: La hoja salarial de los funcionarios es la declaraci¨®n de impuestos de los ciudadanos", dijo hace unas semanas. Los franceses tienen un concepto muy especial de la Administraci¨®n y los servicios p¨²blicos. Tras el desastre de la Segunda Guerra Mundial, cuando la mayor parte de las ¨¦lites administrativas colaboraron con el r¨¦gimen filonazi de Vichy, el general Charles de Gaulle cre¨® un Estado de nuevo cu?o: provisto de una generosa Seguridad Social (1945), alimentado por una nueva ¨¦lite meritocr¨¢tica formada en la Escuela Nacional, de Administraci¨®n (1945) y basado, sobre todo, en un pacto de solidaridad entre los franceses.
Justo cuando se celebra el cincuentenario de muchas de las nuevas instituciones, el Gobierno de Alain Jupp¨¦ las pone en cuesti¨®n. Unido esto a la creciente marginaci¨®n social y al terrorismo nihilista de inspiraci¨®n isl¨¢mica que florece en ciertos suburbios, Francia se palpa y no se reconoce.
Una amplia encuesta del Instituto de Estad¨ªstica publicada ayer indic¨® que en la mayor¨ªa de los hogares franceses se cree que la degradaci¨®n de las finanzas p¨²blicas muy aireada ¨²ltimamente por Jupp¨¦, para justificar el esfuerzo por cumplir los criterios de convergencia establecidos en el Tratado de Maastricht sobre la Uni¨®n Europea es irreversible y comportar¨¢ el desmantelamiento del Estado del bienestar.
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