Pron¨®stico reservado

SEGURAMENTE, EL juicio hist¨®rico sobre los casi 13 a?os de gobierno socialista ser¨¢ menos severo que el que se desprender¨ªa de este poco brillante final. Pero ser¨¢ dif¨ªcil que el tiempo borre dos agujeros negros: el de la financiaci¨®n irregular del PSOE y lo que, para simplificar, podemos llamar el caso Interior. Todo un caso, porque a lo que se sabe ya sobre la organizaci¨®n de la guerra sucia y los intentos posteriores de encubrimiento se une el abuso o directamente el fraude de los muy cuantiosos fondos reservados de que ese departamento dispuso.La imputaci¨®n de un presunto delito de malversaci¨®n al ex ministro Corcuera y a los antiguos altos cargos de su departamento Rafael Vera y Juli¨¢n Sancrist¨®bal da estado jur¨ªdico a lo que la opini¨®n p¨²blica ya sab¨ªa a trav¨¦s de las revelaciones de Rold¨¢n y de algunos funcionarios sobre los sobresueldos y otras pr¨¢cticas irregulares. Jos¨¦ Luis Corcuera ha anunciado que recurrir¨¢ el auto. Sostiene que a ¨¦l s¨®lo se le acusa de haber comprado unos regalos destinados a las mujeres de algunos altos cargos que se merec¨ªan una atenci¨®n de ese tipo por sus desvelos. Y argumenta que cuando hizo esa utilizaci¨®n de los fondos reservados no exist¨ªa legislaci¨®n sobre los mismos, excepto una vieja circular de la Intervenci¨®n General del Estado que confiaba su manejo a la discrecionalidad del ministro.Corcuera deber¨¢ demostrar que el destino dado a los seis millones de pesetas gastados en regalos entre 1990 y 1992 encajaba de alguna manera en los fines, establecidos por el Parlamento para las partidas de fondos reservados correspondientes a esos a?os. As¨ª lo exig¨ªa desde 1985 una resoluci¨®n de la Direcci¨®n General de Presupuestos que atribuye al ministro la responsabilidad de acreditar que los fondos se dedican a los fines designados.

Pero tambi¨¦n lo exige el sentido com¨²n. Cuando las Cortes votan una partida de fondos reservados se entiende que lo son para dedicarlos a actividades cuyo conocimiento, p¨²blico podr¨ªa perjudicar la eficacia de la acci¨®n policial o la seguridad de personas que colaboran con las fuerzas de seguridad en la lucha contra el crimen organizado. Y no para pagar cualquier gasto del que se piense que su conocimiento perjudicar¨ªa la imagen de quien lo decide. Secreto e indecencia no son necesariamente t¨¦rminos sin¨®nimos.

Y si no hay motivo para dudar de la palabra de Corcuera cuando asegura que ¨¦l no se llev¨® personalmente un duro de tales fondos, sobran indicios de que otros funcionarios a sus ¨®rdenes, y no s¨®lo Rold¨¢n, s¨ª lo hicieron. Hoy sabemos que fue en ese clima de impunidad y opacidad en el que germinaron pr¨¢cticas corruptas como las que enriquecieron a Rold¨¢n u otras abierta mente irregulares -los jueces dir¨¢n si tambi¨¦n delictivas- como los sobresueldos y gratificaciones, o esa es pecie de indemnizaciones anticipadas autoconcedidas con cargo a los fondos reservados por quienes los gestionaban. Por eso es inevitable que los jueces investiguen lo que hay dentro de ese agujero negro.