Peces contra flores
DE HACER caso a la versi¨®n optimista -sempiterna- del ministro de Asuntos Exteriores, Javier Solana, el actual par¨®n del tratado de pesca con Marruecos no impedir¨¢ su firma en los pr¨®ximos d¨ªas ni que los pescadores espa?oles vuelvan a faenar a finales de noviembre, tras permanecer siete meses cruzados de brazos en sus puertos. Es posible que el ministro espa?ol tenga raz¨®n, pues se hace dif¨ªcil pensar que las dificultades surgidas a ¨²ltima hora tengan entidad suficiente para tirar por la borda un esfuerzo negociador de meses en busca de un punto de equilibrio entre los intereses pesqueros y agr¨ªcolas de la Uni¨®n Europea (UE) y el reino de Marruecos.Simultanear las negociaciones de los acuerdos pesquero y de asociaci¨®n comercial ha sido un acierto. Ese m¨¦todo ha permitido tener una visi¨®n global de los intereses que forman el n¨²cleo de las relaciones entre la UE y Marruecos. Adem¨¢s, era m¨¢s realista negociar paralelamente asuntos que en la realidad econ¨®mica y comercial est¨¢n entrelazados que no por separado. Pero ese m¨¦todo, que daba mayores m¨¢rgenes a la negociaci¨®n, ten¨ªa el inconveniente de duplicar el n¨²mero de los asuntos potencialmente controvertidos. Uno de ellos es el que Holanda, B¨¦lgica y Alemania han presentado a ¨²ltima hora: su oposici¨®n a que Marruecos exporte al mercado europeo unas 15.000 toneladas adicionales de tomate y unas 2.500 de flor cortada, cuyo valor apenas alcanza los 3.200 millones de pesetas. Y es el que ha provocado que, una vez m¨¢s, se pare el reloj negociador, aunque s¨®lo sea hasta los d¨ªas 10 y 11 de noviembre.
Es aventurado atribuir a esos pa¨ªses una voluntad de perjudicar a Espa?a. Su actitud responde m¨¢s a una sensaci¨®n de agravio comparativo y al objetivo leg¨ªtimo de defender a corto plazo sus intereses, aunque, no sean comparables con los que dirime Espa?a. Holanda, B¨¦lgica y Alemania no tienen raz¨®n si consideran que ceden m¨¢s que los del sur en el balance global del acuerdo de asociaci¨®n con Marruecos. Son m¨¢s bien los pa¨ªses meridionales de la UE, con m¨¢s peso, agr¨ªcola, los que soportan la mayor carga. Y sobre todo Espa?a, la m¨¢s interesada en que el acuerdo de pesca llegue a buen puerto.
De otro lado, bloquear por 3.200 millones de pesetas un acuerdo que consolida una zona de libre cambio progresiva entre Marruecos y la UE puede no ser un buen negocio para nadie. Ni siquiera para Holanda, B¨¦lgica y Alemania, los pa¨ªses m¨¢s afectados a corto plazo por algunas de las concesiones de ese acuerdo. Esa cuant¨ªa puede quedar equitativamente compensada por el casi medio bill¨®n de pesetas anuales de las exportaciones europeas a Marruecos y, sobre todo, por las nuevas perspectivas de intercambios que abre el acuerdo de asociaci¨®n.
Para la UE en su conjunto, y no s¨®lo para Espa?a, ha sido buena cosa la maduraci¨®n simult¨¢nea de acuerdos de pesca y de asociaci¨®n comercial con Marruecos. En el de pesca, Marruecos ha cedido en algo fundamental para Espa?a y que no era nada probable al inicio de la negociaci¨®n: una vigencia de cuatro a?os del acuerdo, sin revisi¨®n posible de sus condiciones. El acuerdo de asociaci¨®n comercial interesa ante todo a Marruecos. El mercado europeo es vital para sus productos agr¨ªcolas. Tambi¨¦n lo son los recursos que obtendr¨¢ de 56.000 millones de pesetas anuales. Pero la UE tambien se beneficia.
A todos interesa que all¨ª se consolide una zona de crecimiento econ¨®mico. No s¨®lo por las ventajas que reportar¨¢ a las cada d¨ªa m¨¢s numerosas empresas europeas y espa?olas que operan en Marruecos. Tambi¨¦n por sus efectos pol¨ªticos. Que se reduzcan las barreras comerciales y econ¨®micas es la forma m¨¢s eficaz de acabar con la presi¨®n migratoria y con el peligro para la estabilidad que tanto apreciamos en nuestro vecino meridional.
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