Loren salva de la agon¨ªa al Madrid
El equipo de Valdano desperdici¨® una ventaja de dos goles y gan¨® de Penalti absurdo
El Madrid salv¨® por casualidad -un penalti simpl¨®n de Loren a Esn¨¢ider- otra noche de agon¨ªa. Hab¨ªa cobrado una ventaja de dos goles que no le sirvieron para nada. O peor a¨²n, para levantar la ira de la gente, que no acept¨® el empate de la Real Sociedad en el ¨²ltimo arre¨®n del partido. La hinchada sac¨® los cuchillos, la emprendi¨® contra el equipo y aquello era un incendio, el mot¨ªn del Bernab¨¦u, donde se vive el f¨²tbol entre la angustia y la irritaci¨®n. El empate abr¨ªa la brecha definitiva entre el p¨²blico y el Madrid, pero un minuto despu¨¦s se firm¨® la tregua. Loren se equivoc¨® y arroll¨® a Esnaider Ah¨ª salvaron los madridistas el resultado y la vida.Hubo varios partidos en uno El primero de todos estuvo provocado por el montaje defensivo de la Real Sociedad, que tiene algunas caracter¨ªsticas notables Defiende lejos de su ¨¢rea y lo hace bien, con todos los mecanismos muy perfeccionados: el achique constante, las l¨ªneas apretadas en el centro del campo, donde quiere producir un colapso de tr¨¢fico. Al Madrid se le hizo muy penosa la circulaci¨®n de la pelota, obligado a actuar con gran precisi¨®n en espacios muy cortos. Durante los primeros minutos, encontr¨® la soluci¨®n a sus problemas con pases por detr¨¢s de la l¨ªnea defensiva, pero en todas las ocasiones lleg¨® Alberto antes que los delanteros madridistas.
Con el paso del partido, la Real ajust¨® todav¨ªa m¨¢s su estrategia defensiva y el Madrid se vio metido en dificultades matem¨¢ticas o f¨ªsicas. No ten¨ªa ni espacio ni tiempo para realizar el juego corto. El f¨²tbol largo se lo prohib¨ªa la Real Sociedad, que tiraba el fuera de juego con habilidad y rapidez. Le quedaba al Madrid el recurso de la paciencia, del toque constante hasta adivinar cualquier grieta, pelo el p¨²blico se quejaba de la reiteraci¨®n de pases, porque la hinchada est¨¢ muy sensible en estos d¨ªas. Ve un pase atr¨¢s y le da un ataque. En este plan, el Madrid tuvo un partido muy perro: ten¨ªa la enemiga de la Real y de un gran sector de su gente.
Hasta el gol de Ra¨²l, el Madrid dio signos de flaqueza. Se qued¨® paralizado, sin salidas para desequilibrar a su rival., Atascado en, el medio campo, comenz¨® a perder la pelota y a quedarse expuesto a los contragolpes de la Real Sociedad, cada vez m¨¢s amenazante en sus llegadas. Casi todas sus progresiones se produc¨ªan por la banda izquierda, donde Karpin buscaba constantemente la poderosa llegada de Aranz¨¢bal, un defensa que maneja la pelota con una extraordinaria pulcritud. En la acera de enfrente, otro defensa daba un curso de estilo: Sanchis. Cada una de sus intervenciones tuvo un aire regio, de gran futbolista.
El partido, pintaba mal para los madridistas. La Real estaba donde quer¨ªa, en uno de esos encuentros de giran contenido t¨¢ctico, muy exigente en el aspecto an¨ªmico. Y el Madrid empezaba a dar signos de ansiedad. Justo entonces, en el momento m¨¢s dif¨ªcil para los locales, Sanchis sac¨® un pase largo -la parte m¨¢s d¨¦bil de su repertorio- hacia Amavisca, que probablemente arranc¨® en fuera de juego. La jugada era decisiva, y para certificarlo ten¨ªa que aparecer Ra¨²l. Tarde s¨ª y tarde tambi¨¦n, el chico acude en rescate, de su equipo. Esta vez lo hizo de una manera sencilla: la llegada por el segundo palo y el gol. La jugada m¨¢s antigua del mundo y la m¨¢s dif¨ªcil de detener.
El gol produjo el efecto esperado. El Madrid gan¨® espacios y la Real dio un salto hacia adelante. El partido le ven¨ªa al pelo a Laudrup, pero nuevamente fue Ra¨²l el protagonista del segundo gol. Le dio un pase corrido, con la comba justa, a Quique, que entr¨® libre por la derecha para dar la pelota de gol a Esn¨¢ider, cuyo tir¨® sali¨® rechazado por el portero, como de costumbre. Pero Laudrup acudi¨® al rebote -con perd¨®n- y marc¨®. Parec¨ªa que el Madrid hab¨ªa superado el mal trago de un partido complicad¨ªsimo. En realidad fue el prefacio a la agon¨ªa final. La Real sigui¨® con fe y determinaci¨®n, cada vez m¨¢s cerca del ¨¢rea madridista. Depend¨ªa de un gol. Si lo consegu¨ªa, el Madrid daba la pinta de quedarse contra las cuerdas. Eso sucedi¨®. Marc¨® De Pedro con un tiro raso y pronto se observ¨® que hab¨ªa tiempo para el empate, que se produjo en un fallo defensivo de Soler. La hinchada, que ven¨ªa quej¨¢ndose por todo, se levant¨® en armas contra el equipo. Pero la insurrecci¨®n dur¨® un minuto, el tiempo que se dio Loren para salvar la vida de sus rivales con un penalti incomprensible.
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