La soledad del sucesor
?Qui¨¦n era Isaac Rabin? ?El m¨¢s duro de los blandos o el m¨¢s blando de los duros? Con el asesinato del primer ministro israel¨ª no s¨®lo muere un hombre, sino, al menos, la mitad de una gran estrategia.El proceso de paz entre israel¨ªes y palestinos se debe, sobre todo, a la conjunci¨®n en un solo proyecto pol¨ªtico de dos trayectorias personales: las de Isaac Rabin y su ministro de Asuntos Exteriores, Sim¨®n Peres. ?sa es la gran amenaza para la paz. en Oriente Pr¨®ximo; la de que, al igual que Estados Unidos no puede con todo el peso del mundo sin la Uni¨®n Sovi¨¦tica, la carga del proceso sea hoy excesiva para los hombros, aunque sin duda anchos, del que ya es primer ministro y sucesor en funciones.
La virtud de Rabin era la de que su repugnancia a hacer la paz resultaba tan evidente que hasta uno est¨¢ tentado de creer que ten¨ªa que haber algo de t¨¢ctico en ella; tanto, que cuando le estrech¨® la mano al l¨ªder palestino en Washington un 13 de septiembre de 1993 parec¨ªa que estaba purg¨¢ndose contra el contagio. Por esa raz¨®n, cuando Rabin, el soldado inconmovible, armado como nadie para defender la seguridad del pa¨ªs, aquel bajo cuyas ¨®rdenes hab¨ªan muerto m¨¢s palestinos que con ning¨²n otro l¨ªder de Israel, llegaba a la conclusi¨®n de que era la hora de la paz, legitimaba con ello toda aparente audacia.
Ortega lo explic¨® como, si lo hubiera previsto. Hay ideas y creencias. Visiblemente, Rabin ten¨ªa unas creencias que tranquilizaban a la masa p¨²blica israel¨ª: los palestinos no le gustaban; habr¨ªa resuelto el problema por la guerra si hubiera sido posible; la sutileza de la componenda no parec¨ªa hecha para ¨¦l; es decir, todo lo que se aposentaba en el est¨®mago. Pero tambi¨¦n hab¨ªa adquirido alguna idea: la de que una cierta paz era no s¨®lo inevitable, sino beneficiosa para Israel. Y, puestos a ello, lo mejor era administrar ese proceso para que aqu¨¦lla respondiera, m¨¢s que a los designios del bien universal, a los intereses del pa¨ªs. Rabin era, por tanto, la estrategia, como corresponde a un militar.
A su lado, Sim¨®n Peres, el pol¨ªtico, fautor de tanta maniobra sobre el propio terreno, a la fuerza abocado a un mundo de claroscuros, capaz de tocar lo palestino sin aparente retortij¨®n de tripas; es decir, el hombre de la t¨¢ctica, se mostraba como contraparte imprescindible, aunque de seguro insuficiente, del proyecto: el c¨®mo, despu¨¦s del para qu¨¦.
Y por ah¨ª es por donde el magnicidio proyecta una grave sombra sobre el futuro. ?D¨®nde encontrar a un segundo Rabin que pueda continuar la obra de los dos?
Pero, no todo, sin embargo, es enteramente negativo para la paz en esta hora. El asesinato no deja al Likud, el, partido de oposici¨®n que rechaza el proceso de paz, perfectamente inc¨®lume. Aunque el asesino sea un miembro de la franja lun¨¢tica de la pol¨ªtica israel¨ª, como ha dicho Benjamin Netanyahu, l¨ªder de este movimiento, es todo el proyecto, o la falta de proyecto del gran nacionalismo israel¨ª, el que se ve ahora afectado por el crimen.
Nunca sabremos ya cu¨¢nta paz quer¨ªa Isaac Rabin con el pueblo palestino. Y si algo cupiera reprochar al militar que supo supeditar a ciertas ideas sus creencias, es que nunca nos dijera d¨®nde paraba el final del camino, bien que se nos haya asegurado copiosamente que ello era necesario para vender en homeop¨¢ticas porciones el acuerdo a la opini¨®n de casa.
Sin su concurso, Peres, viudo, de un proyecto cuya paternidad, sin embargo, se le ha atribuido vastamente, se ve obligado a reconstruir el juego, ahora que ya no tiene junto a s¨ª esa espl¨¦ndida cobertura que encarnaba el militar sin tacha.
?Ser¨¢, quiz¨¢s, ¨¦ste el momento de desvelar la mano? ?De ganar por velocidad la carrera hacia la paz? La, soledad de Sim¨®n Peres, sin embargo, causa pavor cuando se piensa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Opini¨®n
- Likud
- Simon Peres
- Isaac Rabin
- Quemaduras
- Conflicto ¨¢rabe-israel¨ª
- Israel
- Negociaciones paz
- Territorios palestinos
- Lesiones
- Geopol¨ªtica
- Proceso paz
- Partidos pol¨ªticos
- Oriente pr¨®ximo
- Pol¨ªtica exterior
- Sucesos
- Asia
- Gobierno
- Enfermedades
- Conflictos
- Administraci¨®n Estado
- Medicina
- Pol¨ªtica
- Relaciones exteriores
- Salud