?Por qu¨¦ mataron a Rabin?
?Conmoci¨®n a nivel planetario? En este fin de siglo sentimos, sabemos, que la historia es tr¨¢gica, que la guerra es el destino de los hombres, que el odio al vecino es una categor¨ªa del esp¨ªritu. Por eso, cuando resplandece la luz como en Sur¨¢frica, Irlanda Oriente Pr¨®ximo, temblamos ante la idea de que pueda apagarse. Cuando hombres como Luther King proclaman: "He tenido un sue?o", tememos que nunca se convierta en realidad. Cuando Mandela pronuncia su perd¨®n a los blancos, participamos en lo sublime. Cuando un guerrero como Isaac Rabin muere cantando ensalmos de fraternidad, descubrimos a un jud¨ªo alcanzando lo universal. Comprendemos que los m¨¢rtires de la paz irradian, mil veces m¨¢s luz que los vencedores de la guerra.El mundo llora a Rabin como, hace 15 a?os, llor¨® a Sadat. Y volvemos a descubrir lo que ya sab¨ªamos: el verdadero hero¨ªsmo, por no decir la verdadera santidad, es estar en ocasiones en contra de los suyos, al menos en contra de parte de los suyos. Y, adem¨¢s, se muere a manos de ellos. "Un jud¨ªo ha mata do a otro jud¨ªo" dicen. Para los dem¨¢s es algo habitual. ?Qui¨¦n mat¨® al rey Abdal¨¢h, abuelo de Hussein de Jordania, a Gandhi, a Luther King, a Sadat, a Budiaf? Y, por otra parte, ?qu¨¦ final para R¨¢bin! El asesino dispar¨® cuando su v¨ªctima acababa de pronunciar un discurso que llenaba el coraz¨®n de gratitud. Estuve varias veces con Isaac Rabin. Por lo general no era demasiado expresivo, y conmigo lo era todav¨ªa menos porque cono c¨ªa mi postura, seg¨²n ¨¦l pro-palestina. No aprobaba el papel que desempe?¨¦ (que desempe?¨® Le Nouvel Observateur) junt¨® a otros, en los contactos de Mend¨¦s France con representantes de la OLP. Un d¨ªa, o m¨¢s bien una noche la del 16 de noviembre de 1992; Rabin me recibi¨® durante un rato largo. Me impresionaron su sobriedad, su fuerza, su determinaci¨®n. Aquel d¨ªa cre¨ª ver en ¨¦l el anuncio del gran cambio. Perm¨ªtanme que, me cite: "Este militar pragm¨¢tico encarna desde la muerte de Dayan al Ej¨¦rcito israel¨ª. Tiene el lenguaje directo y la falta de emociones de los primeros sabras. De ojos azules y rostro marcado, le preocupa tan poco la coherencia m¨ªstica, b¨ªblica o ideol¨®gica que presenta sus propios cambios como otras tantas adaptaciones naturales a la evoluci¨®n del mundo". La guerra era posible contra cualquier vecino, no contra el enemigo del interior. Rabin intent¨® en vano vencer la Intifada. En cualquier caso, no quer¨ªa un Estado jud¨ªo donde los musulmanes fueran mayor¨ªa. Era as¨ª de sencillo. Estaba decidido,. Se r¨ªa dif¨ªcil, muy dif¨ªcil. Mucho m¨¢s de lo que, en su opini¨®n, cre¨ªa Sim¨®n Peres. Pero, una vez m¨¢s, era algo que estaba decidido; Cuando le cit¨¦ las palabra de Yehoshua-Leibowitz, seg¨²n el cu¨¢l el m¨¦rito de De Gaulle no fue el de liberar a los argelinos sino el de liberar a Francia de Argelia, Rabin mascull¨® encogi¨¦ndose de hombros: "Si estuvi¨¦ramos separados de los palestinos por un mar yo habr¨ªa hecho la paz en menos tiempo de lo que tard¨® De Gaulle". Ya en la puerta le pregunt¨¦ si alguna vez hab¨ªa sido partidario del Gran Israel. "No se lo que significa eso", me respondi¨®. "Nunca he querido anexionar, ocupar o controlar un pa¨ªs ¨¢rabe. Ofrecemos a los palestinos lo que nunca les ha ofrecido ning¨²n Estado ¨¢rabe".
En mi opini¨®n, s¨¦ habla producido un giro decisivo. S¨®lo he, conocido a dos personas que pensaran que ese giro era irreversible: Shalom Cohen, entonces corresponsal de Lib¨¦ration, un hombre admirable hoy desaparecido, y nuestro amigo y corresponsal V¨ªctor Cygielman. Para los de m¨¢s era imposible -que la pareja Rabin-Peres durara y, adem¨¢s, era inconcebible que un hombre como Rabin, admirador del rey de Jordania, pudiera entenderse con Yasir Arafat.
Hay que saber que las opiniones basadas en la incapacidad que alguien como Rabin podr¨ªa tener para negociar con la OLP no carec¨ªan de fundamento. No se hab¨ªan modificado oficialmente las declaraciones intransigentes y radicales que su predecesor, Isaac Shamir, hab¨ªa realizado en la Conferencia de Madrid, y, por otra parte estaba prohibido por ley que un ciudadano israel¨ª s¨¦ reuniera con miembros de la OLP; la pol¨ªtica y la estrategia del Estado hebreo hac¨ªan de la OLP una organizaci¨®n de "terroristas," y asesinos con los que cualquier relaci¨®n. supon¨ªa una traici¨®n. Adem¨¢s, poco a poco. prend¨ªa en la imaginaci¨®n colectiva la idea de que los territorios "ocupados" eran territorios recuperados y que era imposible plantearse el devolver unas regiones con nombres tan b¨ªblicos como Judea o Samaria.
Para entender mejor el asesinato de Isaac Rabin hay que recordar que la evoluci¨®n hacia la m¨ªstica de la di¨¢spora francesa y estadounidense tuvo un impacto desastroso en la opini¨®n p¨²blica en Israel. Tras la fulgurante victoria de 1967, la gloria jud¨ªa de Jerusal¨¦n coincidi¨® con los ¨²ltimos trabajos de los historiadores que revelaban la planificaci¨®n industrial de lo que todav¨ªa se llamaba genocidio nazi, y no shoah. A grandes rasgos, la reunificaci¨®n de Jerusal¨¦n coincide con la renovaci¨®n religiosa en el juda¨ªsmo de la di¨¢spora, en la que se empieza a pensar, sin decirlo expl¨ªcitamente, en la conveniencia de recorrer -como aconsej¨® Paul Claudel a Andr¨¦ Chouraqui- "el camino que va del holocausto a la reconquista de la antigua-tierra de Israel".
Las di¨¢spora sefard¨ª de Francia y ruso-balc¨¢nica de EE UU vieron entonces aparecer en su seno grupos ultrasionistas e hiperortodoxos y sectas integristas. La celebraci¨®n reiterada -y m¨¢s que leg¨ªtima- de la memoria de la shoah se hac¨ªa inseparable del apego incondicional no s¨®lo al Estado de Israel, sino tambi¨¦n, y sobre todo, a sus ¨²ltimas conquistas. Se trataba de grupos minoritarios, puesto que no consiguieron impedir la devoluci¨®n a Egipto de un lugar tan sagrado como el monte Sina¨ª por impartido de derechas como el Likud.En Israel, como en otras partes, cuando la derecha est¨¢ en el poder puede frenar a la extrema derecha y cuando est¨¢ en la oposici¨®n tiene tendencia a unirse a ella. Pero el caso es que una parte de esa di¨¢spora, en relaci¨®n con sus hom¨®logos israel¨ªes, se convirti¨® en una minor¨ªa activa y en una OAS m¨ªstica cuando los laboristas llegaron al poder y firmaron los acuerdos de Oslo con los palestinos. Entre el apret¨®n de manos de Rabin y Arafat y la matanza de Hebr¨®n del 25 de febrero de 1994 exist¨ªa una relaci¨®n estrecha. All¨ª estuvo la ruptura, la transgresi¨®n. Me impresion¨® m¨¢s la matanza de Hebr¨®n que el hecho de que Rabin fuera asesinado por un jud¨ªo.Recordemos lo que ocurri¨® en Hebr¨®n. Un jud¨ªo, un padre de familia jud¨ªo, un m¨¦dico iluminado que ten¨ªa especial ascendiente sobre su entorno, dispar¨¦ indiscriminadamente sobre los ¨¢rabes que rezaban en la cueva de los patriarcas, en la tumba de Abraham. Desde aquel d¨ªa, los jud¨ªos se dieron cuenta de que pod¨ªan ser como los dem¨¢s, y de que su religi¨®n pod¨ªa. deformarse tanto c¨®mo la de sus vecinos. He hablado de una OAS m¨ªstica. No se puede jugar con la vida de los pueblos ni con el imaginario de las conciencias., Lo que m¨¢s reprochaba a Israel alguien como Nahum Guldman, ex presidente del Congreso Mundial Jud¨ªo, era escudarse en la leg¨ªtima preocupaci¨®n por la seguridad para no hacer ninguna pedagog¨ªa sobre la imposibilidad de sustituir la legalidad, internacional (restituci¨®n de los territorios) por una legitimidad b¨ªblica (anexi¨®n de Judea y Samaria). Los diferentes Gobiernos israel¨ªes siempre han dicho que estaban dispuestos a intercambiar "paz por territorios". Es lo que ocurri¨® con Egipto.Pero con los palestinos las autoridades estaban tan poco dispuestas a emprender una labor pedag¨®gica ante la opini¨®n p¨²blica, empezando por Rabin, como a dar el gran salto. Al contrario, cada vez que hab¨ªa un atentado se apresuraban a atribuir su responsabilidad a la OLP y a Arafat, con lo que se confirmaba la imposibilidad de un acuerdo con ellos.
Pero volvamos a la muerte de Rabin: me ha parecido que no se han subrayado lo bastante sus circunstancias. Se ha descrito y mostrado la fiesta en la que Rabin, feliz, expansivo, risue?o, cantaba a la paz. Pero no se han recordado los e suficiente, los motivos por los que se hab¨ªa organizado esa fiesta. Era todo menos una iniciativa l¨²dica. Era una movilizaci¨®n popular y militante para responder a la propaganda lanzada por el partido de oposici¨®n Likud y, los grupos de extrema derecha contra el Gobierno, contra Rabin y contra Peres.
Una propaganda injuriosa, frecuentemente grosera y, en ocasiones, claramente amenazadora: un ex gran rabino instaba a los militares israel¨ªes a la deserci¨®n; otro insist¨ªa en confesar que s¨ª alguna vez mataban a Rabin no lo lamentar¨ªa; en las colonias pod¨ªan leerse inscripciones de "Muerte a Rabin", por no hablar de los carteles donde se ve¨ªa a ese mismo Rabin con la kufiya de Arafat o vistiendo uniforme nazi. La fiesta de la paz era una respuesta a esos ataques. El joven estudiante de Derecho no estaba pose¨ªdo por una especie de fuerza mal¨¦fica aislada que le inspir¨® un asesinato. Fue armado, animado, conducido hasta su v¨ªctima por unos enemigos irreductibles y un Likud cuyo comporta miento fue una vez democr¨¢tico -y puede volver a serlo- pero a la que las alianzas con los m¨ªsticos de las distintas sectas han convertido en irresponsable.
Ahora se escucha a gente d¨¦bil preguntarse si el proceso de paz no habr¨¢ ido demasiado lejos y demasiado aprisa. En general, se trata de personas que no lo deseaban o que se resignaban al mismo con gran dificultad. Ven en, esta desgracia, que deploran, una justificaci¨®n de sus antiguas reservas. ?Se puede llegara un acuerdo contra la opini¨®n de una mayor¨ªa, de la poblaci¨®n? Desde luego que no. Raz¨®n de m¨¢s para hacer que esta mayor¨ªa se invierta y que la presi¨®n del exterior act¨²e esta vez en el buen sentido. Nadie podr¨¢ ser m¨¢s pat¨¦tico que Rabin, este jefe b¨¦lico,, cuando dijo a unos jud¨ªos estadounidenses: "No necesito queme den ustedes ninguna lecci¨®n para llevar la pol¨ªtica de mi pa¨ªs en una direcci¨®n que creo conforme a los intereses de mi pueblo y, al ideal de mi naci¨®n. Puedo. decirles que no fundamos el Estado de Israel para instaurar esa segregaci¨®n que ustedes denunciaron durante tanto tiempo en Sur¨¢frica, ni para mantener una situaci¨®n en la que un pueblo domine a otro". Para m¨ª, esas dos frases resumen el. testamento pol¨ªtico de Rabin. ?Por qu¨¦? Porque, al decir eso, Rabin pensaba como hombre de acci¨®n y actuaba como hombre de pensamiento: el ideal, seg¨²n otro jud¨ªo llamado Bergson. Y es que Rabin no perdi¨® tiempo pregunt¨¢ndose lo que ten¨ªa que ser el Estado jud¨ªo. Decidi¨® lo que ¨¦ste no, pod¨ªa ser. Nos embarga d¨¦ emoci¨®n el recorrido ascendente de este hombre sencillo. Antes de morir, este sabra encontr¨® las palabras, justas hasta lo evidente, para situar la. paz por encima de los individuos, de los pueblos, de las religiones, de las naciones. No se pod¨ªa llegar m¨¢s alto.
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