Las fisuras de Dayton
Hacer un inventario de los problemas pendientes de soluci¨®n en Bosnia lleva su tiempo. El primero de ellos no es otro que el propio contenido del acuerdo de paz que acaba de firmarse en Dayton. Dejemos ahora de lado una cuesti¨®n casi metaf¨ªsica, la de su viabilidad, y olvidemos tambi¨¦n los complejos problemas, omnipresentes en las ¨²ltimas horas, de asignaci¨®n de territorios.Las fisuras mas notorias del acuerdo son, sin duda, las relativas a la integridad de Bosnia. ?A qu¨¦ vienen tantas disputas territoriales si por medio lo ¨²nico en juego es una delimitaci¨®n de fronteras, m¨¢s bien irrelevante, entre las entidades de un Estado federal? ?Qui¨¦n, en su sano juicio, puede admitir que Karadzic est¨¢ llamado a convertirse en el democr¨¢tico gestor de la parte serbia de una entidad estatal multi¨¦tnica y respetuosa de lo s derechos de las minor¨ªas? ?Qui¨¦nes tendr¨¢n la osad¨ªa de retornar a sus hogares en las zonas controladas por las mesnadas de MIadic? ?Qu¨¦ garant¨ªas ofrece, en fin, una comunidad internacional que durante a?os ha permitido sin rubor el despliegue de salvajes operaciones de limpieza ¨¦tnica? Las cosas como est¨¢n, se antoja servida una conclusi¨®n: la aparente firmeza de las grandes potencias contrasta con el contenido de un acuerdo que, en los hechos, puede legitimar, en el futuro, la conquista de territorios por la fuerza.
Un segundo lugar en nuestro inventario lo ocupan los problemas, a menudo olvidados, de la Federaci¨®n bosniocroata. El vicepresidente bosnio, Ganic, afirm¨® en su momento que se trataba de "u?a casa empezada por el tejado, pero sin cimientos". Al cabo de casi dos a?os, y pese al reciente acuerdo sobre Mostar, la realidad confirma semejante aserci¨®n y obliga a cargar del lado croata el peso de las responsabilidades.
El r¨¦gimen de Tudjman ha impuesto, en las zonas que controla en Bosnia, la misma estructura autoritaria vigente en Croacia; se ha mostrado renuente a organizar elecciones y a aceptar un horizonte de genuino pluripartidismo, y, en los hechos, no parece dispuesto a invertir los resultados de la limpieza ¨¦tnica practicada en 1993.
Tudjman piensa todav¨ªa, al parecer, que le est¨¢ haciendo un gran servicio a Occidente al impedir el surgimiento de un "Estado musulm¨¢n" en el coraz¨®n de Europa. Los problemas de la Federaci¨®n se resumen en dos: por un lado, muchos datos inducen a pensar que Croacia no le hace ascos -gestos ret¨®ricos aparte- a una eventual partici¨®n de Bosnia; por el otro, se acumulan los problemas de orden constitucional, no en vano nos encontramos ante un Estado federal dentro de otro de orden superior, como es el perge?ado, en Dayton.
Varios datos dispersos configuran el tercer cuerpo de problemas de nuestro inventario. Mencion¨¦moslos de forma sumaria. Por lo pronto, el presidente serbio, Milosevic, parece haber realizado un sinf¨ªn de concesiones en la confianza de que de esta suerte se levantar¨¢ el embargo que pesa sobre su pa¨ªs. Ello tiene por fuerza que provocar una viva reacci¨®n en una opini¨®n p¨²blica que, marcada por la impronta del nacionalismo agresivo avalado por el propio Milosevic, hoy se pregunta para qu¨¦ han servido cuatro a?os de guerra: Krajina ha sido entregada sin resistencia, Eslavonia oriental ser¨¢ devuelta a Croacia y los acuerdos de Dayton garantizan formalmente la integridad territorial de Bosnia. Lo anterior induce por fuerza a la desconfianza con respecto al compromiso de Milosevic con los acuerdos que firma y deja abierta, en particular, la perspectiva de un nuevo reparto de papeles entre Pale y Belgrado. Por otro lado, Milosevic, durante mucho tiempo la bestia negra de las potencias occidentales, lleva camino de convertirse en s u gran esperanza blanca: un hombre fuerte que pone orden y arranca estabilidad para una regi¨®n conflictiva. Recordemos, en fin, que los cambios en las esferas de poder en Serbia y en Croacia son poco menos que nulos, y ello aun cuando no faltan datos -la extensi¨®n de la "insumisi¨®n" en el primer caso, el magro ¨¦xito electoral de Tudjman en el segundo- que inducen a pensar que algo se mueve en la trastienda.
Las observaciones que acabamos de hacer remiten, como puede comprobarse, a problemas muy dispares, que encuentran, sin embargo, una com¨²n soluci¨®n de la mano de una ecuaci¨®n m¨¢gica a la que ya nos hemos referido: el reparto de Bosnia. Milosevic tranquilizar¨ªa a su opini¨®n p¨²blica, el proyecto hist¨®rico de Pale saldr¨ªa adelante, Serbia -y con ella Croacia- ver¨ªa internacionalmente. reconocido su papel de potencia regional y, en suma, se mitigar¨ªan sensiblemente las pulsiones de cambio en las c¨²pulas de poder en Zagreb y en Belgrado. Aunque s¨®lo fuera por lo anterior -por los intereses, numerosos y bien defendidos, que se ver¨ªan satisfechos-, hay razones sobradas para concluir que el reparto de Bosnia bien puede estar en la rec¨¢mara del acuerdo de Dayton. Por eso, ahora como en tantos otros momentos, es mejor darle la espalda al optimismo desenfrenado que algunos rezuman en estas. horas.
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