"La poes¨ªa es una pasi¨®n in¨²til pero necesaria" dice ?lvaro Valverde
?lvaro Valverde (Plasencia, C¨¢ceres, 1959) vive campo a trav¨¦s, en mitad de Las Hurdes extreme?as, donde ejerce como "maestro rural". All¨ª ensaya una poes¨ªa luminosa y reflexiva, que no distingue entre su propio instrumento de precisi¨®n y el objeto del poema. "Escribir poes¨ªa es dibujar c¨ªrculos sobre el agua, avanzar por ella como un remero con ¨¦l futuro a las espaldas", dice Valverde, que acaba de publicar su ¨²ltimo poemario, Ensayando c¨ªrculo, en la colecci¨®n de Tusquets Nuevos Textos Sagrados, un olimpo reservado a poetas consagrados.A sus 36 a?os, Valverde se ha convertido en el rotundo benjam¨ªn de una cuidada colecci¨®n nada pr¨®diga en t¨ªtulos, reservada para una degustaci¨®n, casi anual de los ¨²ltimos Valente, Claudio Rodr¨ªguez, Bouso?o, Brines o Colinas, entre otros pocos. Lleva cinco t¨ªtulos publicados en un decenio, con sonoros galardones y espaldarazos, como el. codiciado Premio Loewe. "Ya ves, soy el primer sorprendido por mi inclusi¨®n en esta n¨®mina de veteran¨ªa. Vivo en la monta?a y me limito a ense?ar de todo un poco a los ni?os de una aldea".
Gran parte del presente poemario, cuyo t¨ªtulo obedece a una cita del poeta Joan Vinyoli, est¨¢ escrito a la intemperie, junto a un molino de agua ya inservible, que le inspira su propia concepci¨®n de la poes¨ªa. "La poes¨ªa es una pasi¨®n in¨²til pero necesaria. Se trata de una pasi¨®n propia, correspondiente en el ¨¢mbito del conocimiento a lo que en la cotidianeidad entendemos como amor propio. Ese molino ya, no trabaja el agua, pero no deja de estar implicado en ella, en sus musgos y rumores. Algo semejante sucede con la poes¨ªa, que yo definir¨ªa como un onanismo necesario".
Cr¨ªtica
Adem¨¢s de poeta, Valverde es un erudito de la poes¨ªa. Ejerce espor¨¢dicamente la cr¨ªtica y es autor de sendos estudios monogr¨¢ficos sobre poetas, sobre todo de un volumen dedicado a Jos¨¦ ?ngel Valente. "Soy un devoto de su primera poes¨ªa. Valente me interesa mucho por su radical militancia en la experiencia po¨¦tica como ¨²nico fen¨®meno posible de conocimiento", subraya Valverde, quien define su propia obra como una "metapoes¨ªa de la transparencia". "Concibo el poema como, el agua que deja traslucir su fondo de guijarros. El autor y el lector meten ah¨ª la mano y comprueban que las piedras est¨¢n mucho m¨¢s abajo de lo que desde afuera parece", afirma.
Coincide con Eliot en que todo tiempo es tiempo presente; pero, lejos de la amarga apostilla del autor de Cuatro cuartetos de que, en ese caso, no hay redenci¨®n posible, Valverde encuentra el signo de redenci¨®n en dejarse arrobar por los propios c¨ªrculos del instante. Si coincide el ojo con la mirada, ya est¨¢ el sosiego. "Por fortuna, el drama se encuentra siempre a las espaldas del remero", dice Valverde, quien, en ese contexto, proclama en uno de los versos emblem¨¢ticos del poemario: "No siento ning¨²n sue?o traicionado".
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