Diatriba silenciada
El siguiente art¨ªculo es un extracto del texto escrito por Helmut Schmidt a prop¨®sito del reciente congreso del Partido Socialdem¨®crata Alem¨¢n (SPD) celebrado en Mannheim, en el que ha declinado participar.
Me ha causado cierta sorpresa la invitaci¨®n a tomar la palabra en este congreso. Y es que dentro de unas semanas cumplir¨¦ 77 a?os; sin embargo, la directiva del partido ha aparcado en una comisi¨®n de trabajo propia a los que tienen m¨¢s de 60 a?os. Pero casi no cont¨¢is tampoco con los j¨®venes de menos de 40. Tengo la impresi¨®n de que casi todas las posiciones directivas del partido actual est¨¢n en manos de veteranos de Mayo del 68, de miembros de los jusos [j¨®venes socialistas] y de gente del SDS. Cuando, en noviembre de 1945, ingres¨¦ en el SPD -uno de los millones de mujeres y hombres de la guerra y el cautiverio-, a ninguno de los antiguos compa?eros y compa?eras que esperaban desde 1933 la hora del nuevo comienzo le molest¨® nuestra juventud carente de tradici¨®n. Yo no ten¨ªa 35 a?os cuando me enviaron por primera vez al Bundestag, y no hab¨ªa cumplido los 40 cuando tuve la oportunidad de trabajar en el programa de Bad Godesberg bajo la direcci¨®n de Willi Eichler. ?Pero d¨®nde est¨¢n hoy los j¨®venes de nuestro partido? ?Por qu¨¦ casi no hay ninguno en la directiva del partido o en la direcci¨®n del grupo parlamentario?
Por lo dem¨¢s, despu¨¦s de Ia guerra no nos unimos al SPD porque hubi¨¦ramos le¨ªdo el programa del partido. Ni siquiera hab¨ªa un programa. Entramos en el partido porque sab¨ªamos que Alemania ten¨ªa que cambiar totalmente. Y ten¨ªamos la sensaci¨®n de que con el SPD ser¨ªa posible, porque ten¨ªa el instinto pol¨ªtico adecuado. Y demostr¨® tener tambi¨¦n el esp¨ªritu adecuado. Pero, sobretodo, el SPD ten¨ªa a Kurt Schumacher. En mayo de 1946, en el primer congreso, dej¨® claro a los delegados que no se pod¨ªa manejar la vida con el dogma, que hab¨ªa que enfrentarse con la realidad de la vida. "Con los hechos", dijo.
La situaci¨®n socioecon¨®mica general es extraordinariamente grave en la actualidad, y el desempleo -oficialmente de cuatro millones, pero en realidad de seis- seguir¨¢ subiendo. Con esta situaci¨®n, deber¨ªa dar gusto actuar como oposici¨®n en Bonn.
Pero para ello necesit¨¢is a los j¨®venes. Hace falta un temperamento juvenil para hostigar con fuerza, con ingenio, con causticidad y con reflejos a los ministros de este fabuloso Gobierno de Kohl. S¨®lo un joven no temer¨¢ el que le acaben colgando un mote despectivo. Yo soport¨¦ perfectamente el nombre de SchmidtSchnauze [Bocazas]. No es bueno para nosotros que los atacantes m¨¢s eficaces se llamen Gysi o Joschka Fischer.
Eso no significa en absoluto que la direcci¨®n tambi¨¦n tenga que estar en manos de los j¨®venes. La direcci¨®n de la oposici¨®n debe correr a cargo de los hombres y mujeres expertos y maduros del grupo parlamentario del Bundestag. Franz-Josef Strauss intent¨® liderar la oposici¨®n contra m¨ª desde la capital regional de M¨²nich. Aquel intento fracas¨®. Y tampoco ahora se puede dirigir la oposici¨®n desde las capitales regionales de Saarbr¨¹cken o Hannover: ese intento fracasar¨¢ igualmente.
Somos un Estado parlamentario: Willy Brandt y yo mismo accedimos a la canciller¨ªa a trav¨¦s de nuestro trabajo en Bonn, elegidos por el grupo parlamentario del Bundestag. Quien quiera dirigir la oposici¨®n tiene que arriesgarse a una votaci¨®n en el Bundestag y dejar su situaci¨®n dominante en su terru?o. Al fin y al cabo, son los miembros del Bundestag quienes tienen que elegir al canciller.
Una mal llamada troika dispersa por todo el territorio federal no puede dirigir nuestro grupo parlamentario, y menos todav¨ªa cuando la discusi¨®n entre estas tres personas se lleva a cabo en gran medida mediante entrevistas p¨²blicas que incluyen pu?aladas traperas.
Erich Ollenhauer, Herbert Wehner, Erwin Sch?ttle, Carlo Schmid y Fritz Erler ten¨ªan caracteres y temperamentos muy distintos. Pero se guardaron para s¨ª sus diferencias de opini¨®n y sus debates y dirigieron la oposici¨®n en com¨²n en el Bundestag. Cuando en 1961 y 1966 propusimos a Willy Brandt como candidato para el cargo de canciller, ninguno de los otros dio a entender que en realidad ¨¦l habr¨ªa sido mejor.
Entonces estuvimos 16 a?os en el Gobierno, y los ?ltimos 13 tuvimos la presidencia del mismo. Bien sabe Dios que Willy, Herbert y yo ten¨ªamos caracteres muy distintos, y ten¨ªamos opiniones diferentes sobre muchos problemas. Pero, con una ¨²nica excepci¨®n, nos mantuvimos unidos durante 13 a?os cuando se trataba de luchar por el bien y por los intereses de los alemanes. Y siempre supimos que si nuestra pol¨ªtica serv¨ªa a los intereses del pa¨ªs, tambi¨¦n serv¨ªa a los intereses del SPD. Por eso ganamos cuatro elecciones parlamentarias entre 1969 y 1980, siempre con un 40% largo. El n¨²cleo amplio y firme de los trabajadores, una buena parte del centro burgu¨¦s y el n¨²cleo amplio y firme de los miembros, del SPD confiaban en nuestra direcci¨®n, y esa confianza se irradiaba a los electores.
Naturalmente, en los 130 a?os de historia de nuestro partido ha habido rivalidades en muchas ocasiones. Eso seguir¨¢ siendo as¨ª en el futuro: la democracia parlamentaria es un mercado competitivo. Cada cuatro a?os deciden los votantes; cada dos a?os, los delegados al congreso, y algo similar ocurre con el grupo parlamentario. Naturalmente, el deseo de notoriedad. y la ambici¨®n son impulsos importantes en ese sentido. Pero la ambici¨®n no tiene que consistir en hacer carrera, sino en resolver la tarea mejor que lo han hecho otros, sobre todo en el Gobierno de Bonn.
La ambici¨®n r¨ªo debe encauzarse a fabricar nuevos papeles, sino a ver lo que dice el pueblo, como dijo Lutero. Y a decirle la verdad al pueblo, decirle clar¨ªsimamente y de forma comprensible que vamos a luchar contra las crisis, y explicarle c¨®mo vamos a hacerlo. Y decirle al pueblo lo que r¨ªo se puede hacer. El pueblo est¨¢ m¨¢s que harto de ilusiones y utop¨ªas. Hace tiempo que sabe que Alemania est¨¢ experimentando un profundo cambio socioecon¨®mico. No quiere nuevas promesas incre¨ªbles, como el seguro de asistencia domiciliaria o las plazas de guarder¨ªa para todos los ni?os.
Para decir esas verdades se necesita la virtud de la valent¨ªa. Y como hace falta todo un equipo para ello, se necesita la virtud de la solidaridad. La solidaridad no es s¨®lo un valor Sobre el papel. La solidaridad no tiene nada que ver con el principio de que una mano lava a la otra. La solidaridad se refiere al apoyo mutuo entre todos, y no a una ayuda mutua practicada exclusivamente en el c¨ªrculo de Francfort o en el c¨ªrculo de Seeheim.
Para la virtud de la verdad se necesitan la virtud de la raz¨®n
la de la inteligencia. No se vota a un partido nacional que promete cosas poco razonables. Nos votar¨¢n si somos cre¨ªbles. Si somos fiables y predecibles. Si somos coherentes con nosotros mismos. La gente quiere poder confiar en nosotros. Por ejemplo, no podemos ratificar Maastricht ayer y ahora arrojar graves dudas sobre el n¨²cleo de ese tratado europeo.
Si nosotros mismos hacemos que fracase la moneda com¨²n, estaremos cercenando el orden de paz europeo del siglo XXI. Porque la paz en nuestro peque?o continente vive del avance de la integraci¨®n europea y de la atracci¨®n que ejerce.
El avance de la integraci¨®n europea va en el inter¨¦s m¨¢s elemental del pueblo alem¨¢n. Eso lo sab¨ªa Adenauer, lo sab¨ªan
Brandt y Schmidt, lo sabe. Kohl. Y yo te digo a ti, Rudolf, y a ti, Gerhard Schr?der: tambi¨¦n vosotros ten¨¦is que saberlo y tener lo en cuenta. S¨®lo os tendr¨¦is en pie si os apoy¨¢is en los hombros de quienes moldearon la realidad alemana antes de vosotros. Y deb¨¦is ocuparos -aqu¨ª incluyo a Heidi Wieczorek- de la amistad con Francia, el bien m¨¢s preciado que hemos, ganado en el siglo XX, y de la buena vecindad con Polonia.
El SPD siempre fue un. partido internacionalista, mucho m¨¢s que cualquier otro partido alem¨¢n. En cambio, algunas de las entrevistas actuales son provincianas y antieuropeas. Algunos de los documentos s¨®lo llaman la atenci¨®n por lo que no quieren hacer para ayudar a las Naciones Unidas y para lograr la paz. A veces hay que avergonzarse cuando los socialdem¨®cratas no est¨¢n dispuestos a hacer lo que exigen a otros. A Anuar el Sadat y a Isaac Rabin ya no les pod¨¦is preguntar: preguntad al menos a Hans Koschnick.
Tambi¨¦n hace falta valor para corregir las propias opiniones equivocadas. Pero el oportunismo, la soberbia y la egolatr¨ªa son negativas y pueden convertirse incluso en pecados mortales para un pol¨ªtico. Pero si alguien no tiene el suficiente valor personal, que al menos se refugie en la virtud secundaria de la disciplina. Por lo dem¨¢s para Adolf Schmidt y los mineros, la discipina y la solidaridad siempre fueron juntas.
Volviendo al principio: despu¨¦s de 13 a?os de Kohl -en 1998 ser¨¢n 16 a?os, un a?o m¨¢s de lo que profetiz¨® Herbert Wehner-, despu¨¦s de tanto tiempo de Gobierno conservador, existe una erosi¨®n de nuestras bases econ¨®micas. Si nuestra econom¨ªa no vuelve a ser totalmente s¨®lida, tendremos que contar con un desempleo a¨²n mayor. Entonces tambi¨¦n se vendr¨ªa abajo la pol¨ªtica medioambiental. Por eso no podemos seguir aplazando la gran iniciativa de renovaci¨®n hasta tener el agua al cuello. La iniciativa se compone de cien iniciativas individuales concretas, comprensibles y evidentes, no de innumerables resoluciones y documentos.
Nuestra primera pregunta nunca debe ser ?qu¨¦ gano yo con ello?, sino: ?qu¨¦ gana nuestro pa¨ªs? Y s¨®lo despu¨¦s viene la segunda pregunta: ?qu¨¦ opinan de ello los funcionarios del partido? Y entonces viene la tercera pregunta: ?c¨®mo puedo convencerlos? Los j¨®venes actuales no son menos cr¨ªticos que lo eran hace 25 a?os los de Mayo del 68.Pero apenas creen en ideolog¨ªas y teor¨ªas. Son objetivos y desapasionados. Est¨¢n preparados para la vida. S¨®lo os seguir¨¢n si pod¨¦is demostrarles que los socialdem¨®cratas somos efectivamente los modernos renovadores de Alemania.
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