Timo imperfecto

NO ES un asunto menor el que ha llevado a Carmen Salanueva, directora general del Bolet¨ªn Oficial del Estado entre 1984 y 1991, a ser condenada a cuatro a?os de c¨¢rcel por estafa continuada. Pero esto es s¨®lo la primera parte. Sobre esa funcionaria, que anteriormente fue coordinadora general del Plan Nacional para el Sindrome T¨®xico, pende tambi¨¦n la acusaci¨®n de haber estafado al Estado contratando el suministro de papel a precios un 40% superiores a los de mercado. A diferencia de otros casos de corrupci¨®n ocurridos en la segunda mitad de los ochenta y comienzos de, los noventa, ¨¦ste fue detectado por la propia Administraci¨®n. Es el ¨²nico argumento que puede invocar como atenuante el Gobierno que nombr¨® y mantuvo en altos cargos a esta timadora.Utilizar enga?osamente el nombre de la Reina o el de la esposa del presidente del Gobierno para conseguir de varios artistas la donaci¨®n de obras de arte su venta a precios ventajosos no s¨®lo es revelador de la muy peculiar personalidad de la condenada. Pone de manifiesto, ante todo, un concepto del ejercicio del poder y de la funci¨®n. p¨²blica propio de sociedades an¨®micas: sin leyes y sin pautas morales. Cuestiona, sobre todo, el sistema de selecci¨®n que ha permitido en estos anos que personas sin preparaci¨®n ni otro principio que, su conveniencia pudieran, acceder a puestos y cargos de responsabilidad p¨²blica. Carmen Salanueva es alta funcionaria desde enero de 1983, un mes despu¨¦s de la toma de posesi¨®n del primer Gobierno socialista. A ra¨ªz de las primeras de nuncias contra su gesti¨®n en el BOE, se defini¨® a s¨ª misma como "una funcionaria pura y dura". Sin embargo, lo que hoy se sabe de ella la presenta como precisamente lo contrario de lo que se espera de un funcionario leal: alguien que se sirve del cargo para sus intereses y caprichos personales. C¨®mo una persona as¨ª, capaz de imitar la voz de do?a Sof¨ªa y de Carmen Romero para timar a un pintor, pudo merecer la confianza del ministro que la nombr¨®, Javier Moscoso, es un misterio que, lamentablemente, no es clarece la condena ahora dictada.

Las obras de arte de las que se apropi¨®, por un valor de m¨¢s de 13 millones de pesetas, han podido ser devueltas a los artistas a los que enga?¨®; pero eso no ser¨¢ posible en el otro caso pendiente: el del fraude en la compra de papel para imprimir el BOE. Cualquiera que sea el veredicto de los tribunales, los m¨¢s de 500 millones de pesetas estafados por esa v¨ªa no podr¨¢n ser devueltos a los contribuyentes.

Salanueva se enfrenta a una petici¨®n de 12 a 20 a?os de c¨¢rcel acusada de malversaci¨®n de caudales p¨²blicos y enriquecimiento personal mediante la compra a un precio artificialmente aumentado del papel prensa destinado a la elaboraci¨®n del BOE durante los a?os 1989, 1990 y primeros meses de 1991. Hay que decir, sin embargo, que la investigaci¨®n que condujo a detectar ese fraude fue instada desde la propia Administraci¨®n. Fue su sucesora en el cargo, Beatriz Mart¨ªn, quien alert¨® a la Intervenci¨®n General del Estado sobre supuestas irregularidades de gesti¨®n, y el entonces ministro de Relaciones con las Cortes, Virgilio Zapatero, quien la despidi¨® y traslad¨® al fiscal los resultados de la investigaci¨®n interna realizada. Dos a?os antes, la secci¨®n sindical de CC OO en el BOE ya hab¨ªa denunciado lo que consideraba derroches de Salanueva en obras de acondicionamiento, viajes y comidas en restaurantes de lujo. Si esas denuncias hubieran sido tomadas en consideraci¨®n, al menos como s¨ªntoma, es posible que el fraude hubiera sido detectado antes.