En el aire
EL EXPEDIENTE presentado por Espa?a en Bruselas para ampliar en 130.000 millones de pesetas el capital de Iberia, empresa controlada por el Estado a trav¨¦s de Teneo -titular del 99% de las acciones- sigue en el aire despu¨¦s de nueve meses de discusiones en Bruselas. Un parto que ya es definitivamente demasiado lento si se tienen en cuenta los graves problemas que acucian a la compa?¨ªa a¨¦rea espa?ola de bandera. Tras semanas de intercambio de declaraciones cada vez menos corteses entre Bruselas y Madrid, el ministro de Industria, Juan Manuel Eguiagaray, ha decidido abandonar los eufemismos de la negociaci¨®n y ha pasado del di¨¢logo y las sugerencias a las acusaciones. A su juicio, el retraso es consecuencia. del "trato arbitrario" que la Comisi¨®n est¨¢ dando a Iberia. La compa?¨ªa ampliar¨¢ capital con o sin el acuerdo de Bruselas y ser¨¢ el Tribunal de Luxemburgo quien despu¨¦s dirima. Se trata de un desplante pol¨ªticamente arriesgado. La respuesta del comisario aludido, el brit¨¢nico Neil Kinnock, ha sido m¨¢s sutil. Asegura que prefiere "resistirse a la tentaci¨®n" de contestar a Eguiagaray. Pero tras esa sutileza brit¨¢nica se esconde una amenaza de gran calibre. Viene a sugerir Kinnock que si se pusiera a hablar en p¨²blico del expediente de Iberia ser¨ªa mucho peor para la compa?¨ªa.Juegos de sal¨®n aparte, ya va siendo hora de que la Comisi¨®n hable claro. O acepta las peticiones espa?olas como una nueva excepci¨®n a sus propias reglas o las rechaza de una vez y explica el porqu¨¦. Ante los datos presentados por la parte espa?ola, Bruselas no ha opuesto p¨²blicamente argumentos convincentes. Ni siquiera argumentos que justifiquen la velada amenaza de Kinnock. Si el Gobierno espa?ol no falta a la verdad -y Bruselas hasta el momento no le ha desmentido-, el accionista de Iberia ha aceptado la condici¨®n previa que le ha impuesto la Comisi¨®n para una ampliaci¨®n de capital "acorde con las reglas de mercado". Esa condici¨®n, pol¨ªticamente muy dolorosa para Espa?a y comercialmente muy dura para Iberia, ha sido la de desprenderse de las filiales latinoamericanas, que, a juicio de Bruselas, son una amenaza para la estabilidad de la compa?¨ªa: Aerol¨ªneas Argentinas, Austral y Ladeco. Iberia ha aceptado el mandato comunitario de desembarazarse de ellas. La compensaci¨®n a esa venta ha sido considerar a Iberia limpia de grandes riesgos a corto plazo, o lo que es lo mismo, una empresa "comercialmente competitiva" y en condiciones de recibir una inyecci¨®n de capital de su accionista.
La discusi¨®n est¨¢ ahora en cu¨¢nto capital considera Bruselas que es admisible inyectar. Madrid exige. 130.000 millones. Bruselas admite menos de 80.000 millones de pesetas. Seg¨²n Eguiagaray, la Comisi¨®n exige a la inversi¨®n en Iberia una tasa de retorno del 40%, frente a una media del 20% en el conjunto del sector y precedentes de operaciones similares -aunque a menor escala- en las que el propio Neil Kinnock ha autorizado ampliaciones de capital con una rentabilidad del 13,38%. Es el caso de la modesta compa?¨ªa francesa AOM, filial de la banca p¨²blica francesa Cr¨¦dit Lyonnais. Las presiones enormes que est¨¢n ejerciendo los competidores de la compa?¨ªa es pa?ola para garantizar la libre competencia -o para acabar con Iberia, seg¨²n se mire- encabezadas, por la muy privada British Airways, adalid europeo de la lucha contra las ayudas p¨²blicas en el sector, son l¨®gicas. Pero exigen a la Comisi¨®n Europea un ejercicio de imparcialidad que no s¨®lo ha de ser real, sino pare cerlo. Ni los desplantes ni las amenazas veladas de una y otra parte parecen el mejor camino para resolver este importante asunto. Al ministro de Industria le gustan demasiado los ¨®rdagos. Pero la Administraci¨®n comunitaria, con superiores competencias, debe evitar la sensaci¨®n de que act¨²a arbitrariamente. Por que, siempre le duelen las excepciones en lo que a ayudas p¨²blicas se refiere. Ya se sabe. Pero hay algunas que le duelen menos que otras.
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