Semestre provechoso

LA UNI?N Europea (UE) ha firmado, con pocos d¨ªas de diferencia, tres acuerdos de proyecci¨®n hist¨®rica. El primero, en la Conferencia de Barcelona, con los 12 pa¨ªses del ¨¢rea mediterr¨¢nea que se integrar¨¢n en una enorme zona de libre comercio en el a?o 2010. El segundo, con Estados Unidos, en forma de una Nueva Agenda Transatl¨¢ntica que renueva el compromiso de Washington en Europa. Y el tercero, ayer, con los cuatro miembros de Mercosur (Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay) para estrechar la cooperaci¨®n pol¨ªtica e intensificar las relaciones econ¨®micas y la liberalizaci¨®n comercial entre ambas regiones.Buena parte del trabajo diplom¨¢tico y pol¨ªtico para los tres acuerdos ha sido fruto de la iniciativa espa?ola en el semestre en que ha presidido la UE. Espa?a ha vuelto a demostrar, por segunda vez desde la incorporaci¨®n a la Uni¨®n Europea, que es un socio solvente y eficaz. Ello es especialmente visible tras las dos nebulosas presidencias anteriores, la francesa y la alemana, ambas interferidas por procesos electorales internos.

Con la aprobaci¨®n ayer de la denominaci¨®n de la moneda com¨²n -el euro- y del calendario de su entrada en vigor, que implica la evaluaci¨®n de los criterios de convergencia en el primer trimestre de 1998, Espa?a corona uno de los cap¨ªtulos m¨¢s dif¨ªciles de su segunda presidencia. En la cumbre que clausur¨® la primera, en junio de 1989, se inaugur¨® la primera fase de la Uni¨®n Econ¨®mica y Monetaria (UEM), y con ella, la pol¨ªtica de convergencia. En la cumbre de Madrid con que culmina ahora la segunda presidencia espa?ola se marcan el camino y los plazos hasta la plena implantaci¨®n del euro en el a?o 2002.

Las dificultades del Gobierno franc¨¦s para abordar las reformas necesarias para reducir su d¨¦ficit p¨²blico seg¨²n los criterios de Maastricht son buena prueba de las incertidumbres que pesan sobre el proceso de la UEM, incluso entre los pa¨ªses con econom¨ªas m¨¢s s¨®lidas. Algunos indicios que hacen temer el comienzo de una nueva recesi¨®n antes de 1999 contribuyen a aumentar la inquietud. Pero la divisi¨®n o las dudas de los socios sobre el objetivo habr¨ªan agravado ahora las cosas.

En la cumbre, los Quince aprobaron ayer lo que ten¨ªan que aprobar y, sin ignorar las dificultades, reafirmaron su voluntad de culminar el proceso, sin rendirse a los malos augurios de los euroesc¨¦pticos. S¨®lo falta ahora que los jefes de Estado y de Gobierno consigan dar el suficiente impulso pol¨ªtico a la reforma del tratado que se efectuar¨¢ en la Conferencia Intergubernarnental de 1996 para completar un excelente resultado de los seis meses durante los cuales Espa?a ha presidido la UE. Hay que felicitarse por ello y admitir que, a la vista de los resultados, se entiende el af¨¢n del presidente del Gobierno por no convocar las elecciones antes de culminar sus obligaciones respecto a sus socios europeos.