El 's¨ªndrome de Estocolmo'
"Yo no lo entiendo, necesito una explicaci¨®n. Que me expliquen: esta Nochebuena, ?qui¨¦n va a traer a mi padre?". Preguntas desesperadas de uno de los 28 hu¨¦rfanos que la ¨²ltima violencia de ETA ha dejado en Madrid. Preguntas sin respuesta. La caracter¨ªstica del terror es su total arbitrariedad y falta de explicaci¨®n. Golpea cuando y como quiere, sin raz¨®n, justificaci¨®n o motivo alguno. Es un puro acto gratuito. En La lista de Schindler, el capo del campo de concentraci¨®n que fusila prisioneros al albur sabe las ra¨ªces de su poder:"No es tal", afirma, "si no puede ejercitarse con arbitrariedad y despotismo". La l¨®gica del terror radica, en ser incomprensible para la v¨ªctima. Pues s¨®lo as¨ª, gratuita y arbitrariamente, alcanza su objetivo: amedrentar a todos a trav¨¦s del dolor de unos pocos. De modo que no es cierto que todos somos v¨ªctimas potenciales del terrorismo; somos v¨ªctimas reales de un intento de asesinato. Y, as¨ª, la pasada semana han intentado asesinamos a todos y algunos han ca¨ªdo en nombre de todos.
Por ello la primera reacci¨®n de la v¨ªctima es preguntarse: ?por qu¨¦ este horror? La imperiosa necesidad de encontrar razones donde s¨®lo hay vac¨ªo lleva a la v¨ªctima a buscar algo, cualquier cosa, que haga comprensible lo incomprensible. Y entonces atribuye su infortunio a la debilidad de otros -o como ocurr¨ªa en Dachau- lo atribuye a otras v¨ªctimas, o incluso a s¨ª misma, y se autoculpabiliza. "Necesito una explicaci¨®n". Con lo que f¨¢cilmente acaba entrando ¨¦n la comprensi¨®n de la perversa l¨®gica del terrorista: "Otros tienen la culpa". El s¨ªndrome de Estocolmo es por ello la respuesta racional ante lo incomprensible. El terrorismo, es un acto de ciega expresividad, totalmente irracional, que refleja, sin embargo, la pura racionalidad instrumental con la que el verdugo maneja el dolor y la muerte. Es el c¨¢lculo fr¨ªo y cient¨ªfico del uso de la muerte. Por ello, negociar con los terroristas es, inevitablemente, se quiera o no, negociar con su uso de la muerte. ?C¨®mo no sospechar que esta bomba es el resultado no querido de una negociaci¨®n frustrada con ETA, o incluso parte de la misma negociaci¨®n? Quien intenta p¨¢ctar con asesinos debe saber que, si se levanta de la mesa, est¨¢ provocando al verdugo a que contin¨²e la negociaci¨®n.
Cuando nos cruzamos acusaciones sobre la responsabilidad de ETA, estamos siendo atrapados tambi¨¦n en el s¨ªndrome de Estocolmo. Quien desvela los turbios manejos de los GAL alienta el terrorismo. Quien practica el terrorismo de Estado alienta el terrorismo. Quien rompe el Pacto de Ajuria Enea alienta el terrorismo. El homenaje a Barrionuevo alienta el terrorismo. Cierto, todos lo alentamos cuando no lo condenamos sin paliativos. Pero s¨®lo cada terrorista, individualmente, es responsable de lo que hace. S¨®lo ¨¦l debe responder de sus actos y nadie m¨¢s, pues lo contrario es aceptar su l¨®gica pol¨ªtica, que puede haber razones para el asesinato indiscriminado de inocentes, aceptar que un error (pol¨ªtico o policial, la opresi¨®n del pueblo o la debilidad de un Gobierno) puede dar raz¨®n de la mutilaci¨®n de inocentes. Ellos y tan s¨®lo ellos son responsables de la matanza de Vallecas.
Pero cuando se afirma con ciega insensatez que se "teme m¨¢s a Espa?a que a ETA" no s¨®lo se alieinta el terrorismo, sino que se exhibe y exaspera ese estar metido de lleno en el s¨ªndrome de Estocolmo. Al parecer, Arzalluz necesita tambi¨¦n una explicaci¨®n racional para el terror y ha decidido que la v¨ªctima es m¨¢s peligrosa que el verdugo. Tiene raz¨®n Anasagasti al denunciar el riesgo de aprovechar el dolor para criminalizar el nacionalismo vasco; s¨®lo los asesinos matan, y por creer lo contrario hubo una vez un GAL y hay una ETA. Pero lo criminaliza quien colocase sagrado nacionalismo del lado de los asesinos y no del de sus v¨ªctimas. Detr¨¢s de ETA no hay ya proyecto nacionalista alguno; s¨®lo terror, miedo y violencia.
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