Sobre Cuba y la UE
Asistimos hoy a una transformaci¨®n del marco de relaciones eurocubanas, producidas por todas las convulsiones derivadas del fin de la guerra fr¨ªa, en Europa y en Cuba.S¨®lo Estados Unidos no se ha dado por enterado de lo que pasa, junto a algunos partidos de la derecha europea y espa?ola, y agudiza su guerra unilateral con Cuba con la ley Torricelli y la ley de Helms-Burton. ?stos, junto al problema de la deuda externa cubana, son los principales obst¨¢culos para entrar m¨¢s r¨¢pidamente en una nueva forma de relaci¨®n entre Europa y Cuba, que sea la respuesta pol¨ªtica que las nuevas condiciones est¨¢n exigiendo. El marco eurocubano es muy diferente al final del siglo XX.
Durante toda la etapa que se inaugura con el triunfo de la Revoluci¨®n cubana, en 1959, la Comunidad Europea no tuvo una pol¨ªtica exterior independiente en lo relativo a su relaci¨®n con. Cuba. Europa se aline¨® en lo que se expres¨® en el bloqueo como ¨²nica pol¨ªtica que Estados Unidos concibi¨® para Cuba: intervenir y condicionar la vida de la isla.
Cuba, por su parte, para mantener la independencia conquistada, termin¨® por entrar en una dependencia econ¨®mica y geoestrat¨¦gica casi total respecto a la URSS, aisl¨¢ndose as¨ª de los circuitos comerciales occidentales. Construy¨®, no obstante, un modelo pol¨ªtico original y propio, que no fue impuesto desde fuera. Un modelo de fuerte centralismo, unitarismo e igualitarismo, en el que el Estado se identifica con la sociedad, sin que se defina una distancia entre la posici¨®n subjetiva del ciudadano y el Estado, siendo el partido ¨²nico el cemento que funde ese continuum Estado-sociedad civil.
Hay que esperar al fin de la guerra fr¨ªa y a la ca¨ªda estrepitosa del bloque del Este para que todo cambie. En Cuba caen elementos b¨¢sicos de su modelo econ¨®mico: el igualitarismo, el pleno empleo, la tecnificaci¨®n agr¨ªcola estatalizada, los subsidios sin control, y el Gobierno enfrenta decisiones que le apartan ya claramente de dogmas anteriores, introduciendo elementos de mercado que van a progresar. A partir de 1993, y con m¨¢s fuerza desde 1995, Cuba, con cierto retraso y falta de reflejos despu¨¦s de la ca¨ªda en picado del PIB (casi un 40%) en el periodo especial de 19901993, inici¨® una serie de variaciones en su estructura econ¨®mica y de producci¨®n. Era obligado cuando el crash del bloque del que depend¨ªa el 80% de la econom¨ªa de Cuba impuso estos cambios, despu¨¦s de un fuerte debate en el sistema pol¨ªtico y en la sociedad cubana.
Las decisiones de pol¨ªtica econ¨®mica del Gobierno tienen una dimensi¨®n monetaria (aceptaci¨®n oficial de una importante dolarizaci¨®n), pero lo m¨¢s importante es la transformaci¨®n defondo en las formas de producci¨®n: inversiones abiertas (s¨®lo) al exterior, trabajo privado individual o cooperativo y liberalizaci¨®n de los mercados agr¨ªcolas.
Como consecuencia, en Cuba se van a conformar nuevos agentes econ¨®micos. Al menos los siguientes: el Estado y las empresas p¨²blicas aut¨®nomas; las empresas de capital extranjero; las empresas mixtas; las cooperativas; las econom¨ªas de trabajo por cuenta propia. Son centros de decisi¨®n empresarial no necesariamente estatal, hasta ahora desconocidos en la econom¨ªa cubana.
Estos agentes econ¨®micos ser¨¢n, sin duda, susceptibles de crear polos de inter¨¦s social con diferentes enfoques y reivindicaciones, es decir, de crear un incipiente pluralismo econ¨®mico y social. Este pluralismo tendr¨¢, a medio y largo plazo -no a corto, a mi juicio-, una proyecci¨®n pol¨ªtica, que, en todo caso, no ser¨¢ equivalente al modelo europeo. En realidad, este pluralismo exigir¨¢ un esfuerzo especial de cohesi¨®n social por que es claro que el Estado y el Gobierno cubanos perder¨¢n inevitablemente poder de intervenci¨®n econ¨®mica.
En la Uni¨®n Europea (UE), la profundizaci¨®n en su construcci¨®n (Acta Unica, Tratado de Maastricht) le da una capacidad de maniobra en pol¨ªtica internacional que hace que se plantee, a¨²n con trazos vacilantes, un acuerdo comercial y de cooperaci¨®n, que deber¨ªa haber recibido su espaldarazo definitivo en la cumbre europea de los d¨ªas 15 y 16 de diciembre, pero que ha sido pospuesto a la presidencia italiana.
Y ello a pesar de que lo que antes eran obst¨¢culos, ahora son impulsos objetivos al di¨¢logo entre Cuba y UE. Si hay algo que diferencia este di¨¢logo es su naturaleza de fondo, a saber: primero, se trata de un di¨¢logo entre iguales, entre sujetos de derecho internacional que respetan sus mutuos intereses, Segundo, es un di¨¢logo directo, lo que quiere decir que ya no dialogan bloques ideol¨®gicos y militares, sino, un Estado y un conjunto. de Estados que no est¨¢n sometidos a la l¨®gica r¨ªgida del bloquismo. Tercero, es un di¨¢logo que no discrimina ni puede discriminar a la Rep¨²blica de Cuba respecto a otros interlocutores de la UE, con los que ¨¦sta ha firmado acuerdos; no cabe exigir a Cuba lo que no se ha exigido a otros Estados cuyo nivel de democracia y garant¨ªa de derechos humanos es sencillamente nulo. Y cuarto, el di¨¢logo, por tanto, no puede progresar si hay condiciones previas, que un Estado soberano no puede aceptar sin ponerse en cuesti¨®n a s¨ª mismo.
Cuba es el ¨²nico pa¨ªs de Am¨¦rica Latina con el que la UE no tiene un acuerdo comercial y de cooperaci¨®n. La firma de ese acuerdo es importante por sus repercusiones econ¨®micas, pero, sobre todo, tiene una enorme significaci¨®n pol¨ªtica, que implica, erigir a la Rep¨²blica de Cuba en interlocutor permanente de la UE en la zona vital caribe?a que ocupa.
El punto de inflexi¨®n que caracteriza el momento actual es, precisamente, entender desde la UE que si se desean cambios en Cuba -en sus estructuras econ¨®micas y sociales- no se debe contribuir a una situaci¨®n sin salidas; lo adecuado e inteligente es favorecer un Tratado que, en s¨ª mismo, es ya un factor de cambio b¨¢sico, porque la evoluci¨®n que Cuba quiera y necesite hacer ser¨¢ m¨¢s f¨¢cil en un clima de cooperaci¨®n y mucho m¨¢s dif¨ªcil en un clima de amenaza o de condicionamientos previos.
La Uni¨®n Europea aporta el 75% de la ayuda a Cuba desde 1980. Es la principal ¨¢rea de exportaci¨®n e importaci¨®n (30%). Adem¨¢s, la posici¨®n que adopte la Uni¨®n ser¨¢ decisiva para la actitud de la opini¨®n y el Gobierno de Estados Unidos. Un paso adelante y audaz en las relaciones eurocubanas es capital para los intereses de Cuba, en todas las dimensiones.
Y si eso es as¨ª, har¨ªan muy bien el Gobierno, el Parlamento y el pueblo cubano en hacer m¨¢s f¨¢cil y c¨®moda la relaci¨®n con la Uni¨®n Europea, en donde hay una opini¨®n p¨²blica proclive a propiciar un acercamiento y un encuentro de ambas partes.
El sistema pol¨ªtico cubano se ha fortalecido, parad¨®jicamente, en el periodo especial, durante el cual todos los pron¨®sticos coincid¨ªan en que la ca¨ªda del r¨¦gimen era inevitable e inminente. Por el contrario, la crisis econ¨®mica pavorosa por la que viene atravesando Cuba no ha ido unida a una crisis pol¨ªtica. La energ¨ªa cohesionadora del sistema cubano ha sido muy notable.
Pero los cambios econ¨®micos ya iniciados en Cuba, y el paso a una etapa irreversible de pluralismo econ¨®mico y social, necesitan un anclaje jur¨ªdico o lo que yo llamar¨ªa una regulaci¨®n completa de la sociedad civil. Una de las caracter¨ªsticas del modelo cubano ha sido la excesiva burocratizaci¨®n del pa¨ªs y, unido a ello, una identificaci¨®n entre Estado y sociedad que dificulta una distancia saludable entre el individuo y el poder pol¨ªtico.
El Parlamento cubano deber¨ªa, a mi juicio, redefinir el estatuto de ciudadan¨ªa y sus relaciones con el Estado -que se har¨¢ m¨¢s laico- a trav¨¦s de la regulaci¨®n de lo que el fil¨®sofo alem¨¢n J¨¹rgen Habermas llama el "mundo vital", a saber: el derecho penal y procesal penal; la ley de relaciones civiles y el estatuto propio de la ciudadan¨ªa. Un nuevo C¨®digo Penal para se?alar con precisi¨®n y sin conceptos indeterminados o delitos de mero peligro los tipos penales de aquello que el pueblo cubano entienda hay que castigar penalmente para favorecer los valores y bienes b¨¢sicos de su sociedad. Simult¨¢neamente, ir¨ªa una ley de enjuiciamiento criminal, que garantice la aplicaci¨®n no arbitraria del c¨®digo y la protecci¨®n indubitada de los derechos de los cubanos.
La complejidad de las relaciones mercantiles y contractuales requerir¨¢, probablemente, una codificaci¨®n civil que asegure las relaciones horizontales en el interior de la sociedad civil, as¨ª como una legislaci¨®n mercantil, laboral y fiscal adaptada a las reformas econ¨®micas.
Por ¨²ltimo, una ley de ciudadan¨ªa, de adquisici¨®n y p¨¦rdida de la nacionalidad para redondear el estatuto del ciudadano cubano, que las reformas econ¨®micas va a hacer imprescindible redefinir.
Esto no quiere decir que todo est¨¦ bien en Cuba o que quienes vivimos en otro mundo veamos todo de color de rosa y nos guste todo, aun cuando tengamos una vinculaci¨®n emotiva con lo que la Revoluci¨®n cubana represent¨®. No doy un cheque en blanco a los dirigentes cubanos, a los que no me corresponde juzgar. Por supuesto, ser¨ªa mejor si en Cuba se garantizasen hasta sus ¨²ltimas consecuencias los derechos o libertades civiles, y lo reiteramos siempre que podemos. Pero eso no puede llevar a proponer unas relaciones eurocubanas con condicionamientos previos, ni a aceptar los argumentos de quienes no est¨¢n preocupados por tales libertades -que no exigen a otros pa¨ªses que son verdaderas dictaduras feudales- porque lo que no aceptan es el modelo original de Cuba, un proyecto nacional propio en un lugar del mundo en que nunca se permitieron caminos aut¨®nomos y libres.
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