Las minas terrestres, una asignatura para este a?o
M¨¢s de 80 Estados se reunieron en Viena entre el 25 de septiembre y el 13 de octubre de 1995 en la primera Conferencia para la Revisi¨®n de la Convenci¨®n de Naciones Unidas sobre Uso de Ciertas Armas Convencionales de 1980. El prop¨®sito de la Conferencia era revisar las actividades de la Convenci¨®n y acordar todas las enmiendas necesarias para mejorar su puesta en pr¨¢ctica. Se esperaba que esto aliviar¨ªa el problema ocasionado por el mal uso generalizado de estas armas. En las cuatro reuniones preparatorias celebradas no se encontr¨® ninguna soluci¨®n al mismo y la conferencia fue suspendida hasta este a?o con diferencias fundamentales sobre c¨®mo abordar mejor estas cuestiones.Actualmente, la Convenci¨®n, que tambi¨¦n contiene cl¨¢usulas relativas a bombas-trampa y armas incendiarias, tiene s¨®lo 54 miembros, menos de un tercio del n¨²mero de Estados de la ONU. Las principales cl¨¢usulas de la Convenci¨®n relativas a mi nas terrestres establecen normas para se?alizar y trazar mapas de campos de minas, y prohibe el uso de fragmentos indetectables en su composici¨®n. La Convenci¨®n es v¨¢lida ¨²nicamente para conflictos armados internacionales. Sin embargo, muchos de los problemas recientes causa dos por el mal uso de minas terrestres han surgido en guerras civiles como, las de Afganist¨¢n, Angola y Camboya. En ellas han muerto civiles o han quedado,gravemente heridos, con miembros amputados o ciegos de por vida.
La producci¨®n de alimentos se ha visto tambi¨¦n seriamente entorpecida o se ha vuelto imposible en las zonas afectadas. Muchos Gobiernosy organizaciones, como el Comit¨¦ Internacional de la, Cruz Roja, han llegado a la conclusion de que es preciso ampliar el alcance de esta, Convenci¨®n y hacer m¨¢s rigurosas sus estipulaciones.
Proyectiles y minas sin explotar que datan de la Segunda Guerra Mundial, y a veces hasta de la Primera, siguen, constituyendo un peligro en algunos pa¨ªses. Sin embargo, la situaci¨®n ha empeorado considerablemente en las ¨²ltimas d¨¦cadas. Millones de minas terrestres peque?as y por lo general pl¨¢sticas se han utilizado en las numerosas guerras civiles e internacionales que han estallado en este periodo. El secretario General de la ONU calcula en su informe del de septiembre de 1994, Asistencia en la retirada de minas, que hay unos 110 millones en 64 pa¨ªses y que costar¨ªa unos cuatro billones (le pesetas retirarlas. En un a?o, la ONU pudo retirar 100.000 minas terrestres, con un coste de unos 8.500 millones de pesetas. Con todo, se sigue plantando un gran n¨²mero de minas todos los a?os.
Hay aproximadamente 26.000 v¨ªctimas por causa de las minas al a?o, en su mayor parte civiles. Casi la mitad muere a causa de las heridas, mientras que los supervivientes suelen perder uno o m¨¢s miembros. Por lo general, los heridos han de ser operados varias veces en intervenciones complejas y costosas, seguidas de meses de ejercicios de rehabilitaci¨®n. Y, pese a ello, en la mayor parte de las zonas n conflicto no se dispone de este tratamiento especializado ni los individuos afectados pueden permitirse las pr¨®tesis ortop¨¦dicas. Organizaciones como el Comit¨¦ de la,Cruz Roja y Handicap International s¨®lo pueden ofrecer una m¨ªnima parte de las ayudas necesarias.
La respuesta internacional a esta situaci¨®n hasta el momento ha sido:
Veinticinco Estados, han declarado la moratoria de exportaciones de minas terrestres contra tropas. Unos cuantos han deja.do tambi¨¦n de producirlas. Otros, sin embargo, siguen export¨¢ndolas.
Naciones Unidas ha creado un fondo internacional para la, retirada de minas. No obstante, y *pese a todos los esfuerzos, con las cantidades anuales prometidas para este fin (menos de 90 millones de d¨®lares) apenas puede retirarse una veinteava parte de, las nuevas minas que se plantan cada a?o, por no hablar de reducir el n¨²mero total.
Hay conversaciones en marcha tras la reciente Conferencia para la Revisi¨®n de la Convenci¨®n de Naciones Unidas sobre Uso de Ciertas Armas Convencionales con el fin de acordar nuevas normas que regulen el uso de minas terrestres.El uso de todas las armas, incluidas las minas, est¨¢ regulado por la normas de la ley humanitaria internacional. Las armas s¨®lo pueden dirigirse contra objetivos militares y deben tomarse todas las precauciones factibles para proteger a la poblaci¨®n civil de posibles efectos paralelos. El Protocolo II de la Convenci¨®n de Naciones Unidas de 1960 estipula estas normas generales para minas terrestres. Otra norma b¨¢sica de la ley humanitaria proh¨ªbe las armas que no sean intr¨ªnsecamente discriminatorias o de tal naturaleza que causen un sufrimiento excesivo. Muchos Estados no consideran que Ias minas terrestres vayan contra esta norma. Siempre se. ha dado por sentado que, si est¨¢n debidamente registradas y delimitadas y son retiradas cuando ya no son necesarias, las bajas civiles pueden mantenerse en un minimo.Esta forma de pensar determina la mayor parte de las pro puestas hechas en la Conferencia para la Revisi¨®n. Adem¨¢s de normas m¨¢s estrictas para registrar las minas terrestres y la obligaci¨®n de retirarlas al final de las hostilidades muchos Esta dos apoyan la idea de que las minas accionadas por control remoto deber¨ªan autodes ruirse, as¨ª como tambi¨¦n las colcocadas a mano o retiradas a zonas cercadas y bajo vigilancia.El funcionamiento y la fiabilidad de las minas autodestruibles est¨¢ a¨²n por demostrar. Se afirma que las que existen actualmente tienen un porcentaje de fallos de por lo menos el 10%. En vista de este porcentaje, seguir¨ªa siendo necesario rastrear a conciencia los campos de minas, y se tardar¨ªa lo mismo para 100 minas activas que para 10.000. Es posible incorporar, un dispositivo adicional de seguridad, por ejemplo, que hagan que la vida activa de las mina dependa de una pila con plazo de caducidad. Este dispositivo sin embargo, sumado a un mecanismo autodestructor, incrementar¨ªa el coste de las minas aunque ¨¦stas seguir¨ªan siendo un sistema de defensa econ¨®mico.Hasta ahora, 16 Estados d todo el mundo y el Consejo de Ministros de la Organizaci¨® para la Unidad Africana apoya una prohibici¨®n de este g¨¦nero Si, en general, se considera que las minas contra tropas tiene m¨¢s inconvenientes que ventajas entonces ser¨ªa pol¨ªticamente posible llegar a una prohibici¨®n, pero no se acabar¨ªa con el uso de todas las minas terrestres, ya que seguramente se seguir¨ªan fabricandon minas de fortuna. Una prohibici¨®n as¨ª s¨®lo funcionar¨ªa si estuviera. respaldado por una gran mayor¨ªa de Estados. Dado el n¨²mero relativamente peque?o de Estados integrantes de la actual convenci¨®n de Nac¨ªones Unidas, una prohibici¨®n total s¨®lo podr¨ªa considerarse razonablemente como un objetivo a largo plazo. Las meiores perspectivas a corto son aumentar el n¨²mero de miembros de la Convenci¨®n y ampliar 1 moratoria de exportaciones (sobre todo a pa¨ªses queno forman parte de la misma). Hay que esforzarse en lograr un acuerdo par extender el alcance de la Convenci¨®n con el fin de que incluya conflictos armados internos y en ha cer mas rigurosas las cl¨¢usula aplicables a las minas terrestres sobre todo ?legalizando las minas contra tropas que no se autodestruyen. Por ¨²ltimo, es necesario dedicar muchos m¨¢s recursos a la retirada de las minas terrestres.Copyright
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