Intolerancia y crueldad
Di¨¢logo en re mayor
Javier Tomeo. Int¨¦rpretes: Xavier Serrat y Eusebio Poncela. Escenograf¨ªa: Taul¨¦. Iluminaci¨®n, vestuario y direcci¨®n: Ariel Garc¨ªa Vald¨¦s. Teatro Olimpia, del Centro Dram¨¢tico Nacional, 17 de enero de 1996.
Al final, los dos personajes ¨²nicos de la obra -uno puede, si quiere, imaginar que es uno solo, morboso, sadomasoquista, que se atormenta con placer- convienen en que son dos arquetipos. Yo hab¨ªa estado pensando en la pareja de circo, el listo y el tonto: el blanco de la ceja erguida de intelectual de izquierdas y el payaso o tonto de paja: pero esa pareja, que indudablemente est¨¢ tambien ah¨ª, presenta algunas alternativas, y suele ganar el que pierde: el que recibe las bofetadas. Aqu¨ª, no. El viajero B -es una estaci¨®n de ferrocarril- es el arquetipo de la v¨ªctima, del hombre que escucha al poder y a la inteligencia supuesta, que llega a someterse; pero la sumisi¨®n no es suficiente nunca. En el viajero A la voracidad es inmensa. ?Arquetipos? Hay m¨¢s: de lonesco, de Albee, de Becket: no est¨¢ lejos Javier Tomeo de todas esas formas. Ah, ni de lo que fue La Codorniz en alg¨²n gran momento, ni del surrealismo. No es exactamente un teatro del absurdo, ni del desprop¨®sito, pero tiene de todo ello.Est¨¢ conseguido s¨®lo con el di¨¢logo: naturalmente, a trav¨¦s de la actuaci¨®n, lo cual significa exactamente el teatro: sin disminuir el m¨¦rito del director cosmopolita e inteligente Ariel Garc¨ªa Vald¨¦s. Ese hincapi¨¦ en que es una obra de teatro viene de la posibilidad de negativa de los formalistas. Javier Tomeo es novelista: un novelista raro, excepcional, creo que no suficientemente reconocido, en relaci¨®n a sus grandes m¨¦ritos de escritor; y su teatro no existe hasta ahora m¨¢s que como una utilizaci¨®n por parte de otros -utilizaci¨®n merit¨ªsima- que le han aplicados sistemas de dramaturgia y le han convertido en un favorito de los escenarios europeos intelectuales: sobre todo, de los de Par¨ªs. En este caso, es ¨¦l mismo quien ha escrito esta obra para el teatro: es decir, para dos. actores y una situaci¨®n esc¨¦nica, que es una estaci¨®n de tren donde los dos viajeros desconocidos esperan: puede a?adirse este s¨ªmbolo a lo que es puro di¨¢logo.
Expresado muy bien por los dos actores: por Eusebio Poncela, que ser¨ªa el intelectual, con un lenguaje lleno de iron¨ªa, cultura, da?o (y tambi¨¦n dolor: toda acci¨®n. y toda palabra reflexionan sobre s¨ª mismas) y capacidad de humillaci¨®n; y Xavier Serrat, el r¨²stico, la v¨ªctima, el personaje simple que llega a la desesperaci¨®n. La excelente interpretaci¨®n de estos actores llega, sin duda, al m¨¢ximo requerido por el autor y trabajado por el director. Tuvieron bravos, y entusiasmos, y aplausos largos. Lo merecen ellos y el autor: es una de las obras m¨¢s interesantes de las que se est¨¢n viendo en Madrid.
Babelia
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