Un gran concierto
Orquesta y Coro de Valencia.
Directores: M. Galduf y F. Perales.
Obras de Evangelista, Brahms y Strauss. Auditorio Nacional. Madrid, 20 de enero.
Iberm¨²sica acierta al programar, entre conjuntos sinf¨®nicos extranjeros de grande y hasta excepcional val¨ªa, algunas orquestas de nuestras autonom¨ªas. Esta vez ha venido la de Valencia. Galduf, un muy fiel y destacado disc¨ªpulo de Markevich -de quien conserva la sobriedad y elegancia de un gesto siempre eficaz-, est¨¢ al frente de la formaci¨®n desde 1983 y desarrolla una labor doblemente excepcional: por su misma calidad y por el hecho de mantener la beneficiosa continuidad de una direcci¨®n verdaderamente titular.Para comenzar escuchamos una reciente p¨¢gina de un compositor valenciano de gran talento y un tanto olvidado en los ambientes espa?oles debido a su larga residencia en Canad¨¢. Naci¨® Jos¨¦ Mar¨ªa Evangelista en 1943 y tras su formaci¨®n con Vicente Asencio en su tierra valenciana y con Prebost y Mather en Montreal se propuso seguir una v¨ªa dif¨ªcil: la modernizaci¨®n a partir de valores tradicionales (melod¨ªa, armon¨ªa, sentido formal, etc¨¦tera) que ha dado por resultado p¨¢ginas tan bellas y contrastadas como la paraimpresionista En guise de f¨¦te. Su sinfon¨ªa Minuto, de 1994, interpretada ahora, sigue a su manera las sugerencias de las ¨®peras minuto, de Milhaud o, al margen de la intenci¨®n de su autor, del Vals minuto, de Chopin. En seis minutos nos da Evangelista la imagen sumaria de una sinfon¨ªa en cuatro tiempos basados en material mel¨®dico e impulsados por una nerviosidad r¨ªtmica de gran efecto. Entre Vuelo (t¨ªtulo suficientemente indicativo), Combate (enfrentamiento entre la fuerte pulsaci¨®n r¨ªtmica y el reposo) y Presto crom¨¢tico, la Melopea, de car¨¢cter improvisatorio y l¨ªnea melism¨¢tica, nos da quiz¨¢ el secreto de la obra que fue largamente aplaudida.Galduf, con la Orquesta y Coro, abord¨® luego la Canci¨®n del destino, opus 54, sobre texto de H?lderlin, un ejemplo bell¨ªsimo del m¨¢s sereno e interiorizado Brahms, para culminar la tarde con la monumental Sinfon¨ªa alpina, de Strauss, vista con imaginaci¨®n colorista, seguida con espl¨¦ndida continuidad. Coro, orquesta y maestros se produjeron como lo que son: valores art¨ªsticos ole alto nivel situados entre los que encabezan nuestro multiplicado sinfonismo. La respuesta del p¨²blico fue c¨¢lida y entusiasta para desmentir el t¨®pico de que s¨®lo reacciona positivamente ante valores importados. La cuesti¨®n es que sean valores, como sucede con los de Valencia, pues lo de la importaci¨®n pasa a segundo plano.
Babelia
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