VALDANOSTALGIA
Jorge Valdano lleg¨® en punto. A las nueve y media, anteanoche, en Madrid, en el restaurante de sustancias muy argentinas nombrado De Mar¨ªa, atendido generosamente y con simpat¨ªa por un tal Guillermo, que enamora, treinta amigos del jugador y entrenador de f¨²tbol, y escritor y conferenciante y con inteligencia para repartir, cenaron con el ex¨¦geta del miedo esc¨¦nico. Luego lleg¨® ?ngel Cappa, ese nuevo entrenador, y a regl¨®n seguido, Victor Manuel, Joan Manuel Serrat, que se acerc¨® desde Barcelona, y en tromba se reunieron todos: el rockero Miguel R¨ªos, Joaqu¨ªn Sabina, que lleg¨® justo tras armar el foll¨®n en Chile, y Andr¨¦s Calamaro, del grupo Los Rodr¨ªguez, y Caco Senante: cantantes a porrillo. Y el actor y director de all¨¢ Hector Alterio, y el dios nuestro se?or del cante y de la imitaci¨®n y del talento Javier Capit¨¢n, y el supermercado nacional de venta y compra de jugadores Jos¨¦ Mar¨ªa Minguella, y periodistas y amigos que deseaban, simplemente, comer un bocado con Valdano para decirle, "te queremos como siempre". Eran las cuatro de la madrugada cuando la funci¨®n de magia en honor de la amistad a Valdano puso punto. Pero Sabina y Serrat y Andr¨¦s y Alterio y el susurro y el tatareo de los unos y los otros, incluido el de la ¨²nica vedette, Chus Gal¨¢n, hab¨ªan encandilado el amor de la noctie con notas y sones y canciones arrabaleras y tangos, y m¨¢s. Fue la velada de un encanto y de un canto a la valdanolog¨ªa de los que, cuando dicen Jorge, ya est¨¢ todo dicho. Alguien, mientras se repart¨ªan abrazos entra?ables, sentenci¨®: "Esto es como una fiesta de navidad o como el final de un ciclo que abre las puertas de interrogaciones excitantes".-
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