El mal menor
POR PRIMERA vez se ha producido una importante fisura institucional en la doctrina cat¨®lica sobre la contracepci¨®n. Los obispos franceses, en un documento sobre el fen¨®menono del sida, admiten como "necesario" el preservativo con vistas a la prevenci¨®n de la enfermedad. Hasta ahora, el sida, dentro del catolicismo oficial, era tenido como una suerte de castigo de Dios que hac¨ªa pagar sus vicios al pecador.El episcopado franc¨¦s acaba de romper este concepto cuando estima que la enfermedad extendida, masivamente afecta "a todo el cuerpo social" y, en consecuencia, el asunto deja de ser una cuesti¨®n personal o privada. El Papa nunca ha condenado ni antes ni ahora el preservativo por la sencilla raz¨®n de que jam¨¢s lo ha mencionado. La castidad -dec¨ªa en Kampala en 1993- "es la ¨²nica manera segura y verdadera" de poner fin a la epidemia. Pero ya se ve que no ha tra¨ªdo alivio y que aun los cat¨®licos sin directa implicaci¨®n pecaminosa pueden verse afectados, por la sevicia. M¨¢s a¨²n, desde hace tiempo, algunos obispos europeos hab¨ªan hablado ya del preservativo como un mal menor refiri¨¦ndose a que recurriendo a ¨¦l se evitaba, al menos, a?adir un crimen a una falta.
El terreno se encontraba, pues, abonado para que la comisi¨®n social del episcopado galo lanzara el pasado lunes esta declaraci¨®n "humanizada", que probablemente seguir¨¢n pronto otros episcopados. En el caso espa?ol, el vicepresidente de la Conferencia Episcopal, monse?or Fernando Sebasti¨¢n, en rueda de prensa aclar¨® ayer que la condescendencia manifestada por los franceses se refiere a individuos no cat¨®licos, permaneciendo la prohibici¨®n del cond¨®n para los conspicuos feligreses. La. doctrina de Juan Pablo II se considera, por tanto, invariable en todos sus puntos. Lo que ya no parece tan claro es que el mismo Juan Pablo II sea considerado tan inmutable como hace meses. Con alta probabilidad, la apertura de los obispos franceses coincide con los diagn¨®sticos que dan el pontificado de Wojtyla por cerrado.
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