El deber de no olvidar
Cuando se escriben estas l¨ªneas han pasado ya unas horas desde el entierro de Francisco Tom¨¢s y Valiente. El ¨¢nimo no est¨¢ todav¨ªa sereno y la emoci¨®n sigue dominando cualquier ejercicio de reflexi¨®n sobre la bestialidad de lo ocurrido. Y sigue viva la necesidad de hablar del personaje, de sus ideas, de su talante y de lo que representa el hecho de su asesinato. En este pa¨ªs en el que s¨®lo se habla de ETA cuando asesina, porque los dem¨¢s d¨ªas estamos ocupados hablando de los GAL, deber¨ªamos tener mejor y m¨¢s presente memoria de lo que representan las trayectorias de aquellos que han muerto por la simple raz¨®n de ser hombres libres.En esta l¨ªnea, ser¨¢ bueno recordar que Francisco Tom¨¢s y Valiente ha sido una de las personas que ha tenido m¨¢s fina sensibilidad para percibir los compromisos que se derivaban de la diversidad y de la pluralidad en la conformaci¨®n de Espa?a. Para ¨¦l, el Estado de las autonom¨ªas no es una construcci¨®n ex novo que surge de la Constituci¨®n, sino que es el fruto de una historia. Como buen historiador del derecho, lleg¨® a afirmar que "la historia cuenta y diferencia, porque act¨²a como substr¨¢tum de identidades colectivas que ser¨ªa necio ignorar. En ello se han basado la mayor¨ªa de las comunidades para autoidentificarse, y en ello se apoyan distintos preceptos constitucionales que son premisa necesaria y permanente de algunas diferencias entre comunidades aut¨®nomas".
Esta fina sensibilidad, esta comprensi¨®n por lo que representa, como apuesta de futuro, el desarrollo auton¨®mico de Espa?a es la que se ha querido combatir con su asesinato. Incluso m¨¢s all¨¢ de las motivaciones reales de los asesinos, la lectura de la muerte de Francisco Tom¨¢s y Valiente tambi¨¦n tiene que hacerse desde esta interpretaci¨®n: duele a la violencia etarra que desde planteamientos democr¨¢ticos, convivenciales y de progreso se acepte el reto de respetar la pluralidad de Espa?a. Aquella pluralidad que descansa en los factores de diversidad permanente que, como dec¨ªa Tom¨¢s y Valiente, all¨ª donde "se combinan de una manera m¨¢s profunda e intensa, se traducen en un sentimiento de conciencia de identidad colectiva como naci¨®n o nacionalidad".
Francisco Tom¨¢s y Valiente ha sido uno de los m¨¢s l¨²cidos defensores del pluralismo ling¨¹¨ªstico en la Espa?a auton¨®mica. Y hab¨ªa formulado la defensa de su idea en t¨¦rminos tales que ning¨²n nacionalista vasco o catal¨¢n hubiera podido construir mejor. Y aun cuando, como se ha dicho, los terroristas no necesitan de otros argumentos que los de su fanatismo, no puede minimizarse que ha sido a un hombre que as¨ª pensaba al que sus balas han arrancado la vida.
El terrorismo que surgi¨® a la sombra de un r¨¦gimen totalitario es hoy la m¨¢s fuerte manifestaci¨®n del totalitarismo en Espa?a. Y por ello, la divisi¨®n entre los ciudadanos s¨®lo puede darse en los mismos t¨¦rminos que se daban en la ¨¦poca de la dictadura: o a favor o en contra. O a favor de la libertad, o a favor del asesinato; o a favor de la democracia, o a favor del totalitarismo; o a favor de la nueva Espa?a constitucional y auton¨®mica, o a favor de la negaci¨®n de las libertades individuales y colectivas.
El asesinato de Tom¨¢s y Valiente marca, efectivamente, un l¨ªmite: lo que los terroristas quieren no puede caber en un r¨¦gimen de libertad. Y, ciertamente, Tom¨¢s y Valiente era un s¨ªmbolo de lo que quer¨ªamos que la vida fuera para' nosotros en el marco de la Constituci¨®n del 78: una convivencia en libertad y en el respeto de la que la expresi¨®n auton¨®mica del Estado no era sino una manifestaci¨®n m¨¢s del reconocimiento tolerante de nuestra propia historia.
Dec¨ªa, y dec¨ªa bien, Francisco Tom¨¢s y Valiente que con cada muerto de ETA todos los ciudadanos morimos un poco. Pero estoy convencido que a?adir¨ªa hoy que tambi¨¦n cada una de estas muertes nos compromete m¨¢s con la causa de la libertad. Porque la muerte no puede ser "su victoria"; a pesar de lo que nos duela -y pienso mucho en su familia-, su muerte es nuestra victoria, porque demuestra que frente al di¨¢logo, a la construcci¨®n, al progreso, al reconocimiento de la pluralidad, a la aceptaci¨®n de la diversidad, s¨®lo cabe el refugio de la violencia. Cuando las balas quieren poner fin a las palabras, un hombre puede morir, pero no se acallan ni las ideas, ni las voluntades, ni los compromisos.
Quiz¨¢ esta muerte, como la de Fernando M¨²gica y tantos otros, polic¨ªas, guardias civiles, militares, pol¨ªticos y ciudadanos de toda condici¨®n, nos precipite alguna reflexi¨®n que hace tiempo deber¨ªamos haber puesto encima de la mesa. ?No habremos confundido la exigencia en el cumplimiento de las normas del Estado de derecho, con una exhibici¨®n gratuita que aliente y justifique la acci¨®n terrorista? O, dicho en otros t¨¦rminos, ?las ramas no nos han dejado ver el bosque? O si m¨¢s simplemente se quiere, ?no nos habremos confundido de enemigo? -
En todo caso, cuando la acci¨®n de la justicia ya se ha demostrado implacable y eficaz en la persecuci¨®n de los GAL, podr¨ªamos dejar que fuera s¨®lo la justicia la que se ocupara, a partir de ahora, de este tema. Y as¨ª, nuestra memoria y nuestros recuerdos podr¨ªan centrarse en recordar m¨¢s a menudo el reguero de muertes que acompa?a el mensaje terrorista.
Ojal¨¢ la investigaci¨®n judicial abierta por el asesinato de Francisco Tom¨¢s y Valiente pueda concluir con la misma eficacia y trascendencia social que ha caracterizado a otros procesos. Porque lo que es evidente es que no hay tema m¨¢s importante que el de una vida humana arrebatada por el solo hecho de pretender vivir en libertad.
La rabia mueve la pluma del que escribe, y s¨¦ que con ello no soy fiel al talante de Francisco Tom¨¢s y Valiente. Espa?a tiene mucho que agradecer a este hombre. Que su serenidad nos presida y acompa?e. Que no le olvidemos nunca.
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