Creador del arte de los dem¨¢s
Las c¨¦lebres fotos tomadas por Sabine Weiss y Gis¨¨le Freund en y del despacho-taller de Andr¨¦ Breton da cuenta de su condici¨®n de genial descubridor de arte y artistas. Los cuadros de Picasso, Braque, Tanguy, Ernst, Dal¨ª, Duchamp, Man Ray Mir¨®, Picabia y tantos otro aparecen mezclados con m¨¢s caras africanas, esculturas las islas Marquesas y objeto procedentes de la isla de Pascua, figuras olmecas, colecciones de lepid¨®pteros o de anzuelos, un caos organizado en el que un an¨®nimo guerrero Ekoi del Camer¨²n merece el mismo respeto que Giacometti, en el que un objeto industrial descontextualizado tiene id¨¦ntico poder de evocaci¨®n que una naturaleza muerta de Henri Rousseau un estudio de Picasso anda hermanado a una figurita de un pez realizada en hueso por un desconocido escultor maor¨ª.El propio Breton, con su cabeza leonada, aparece perdido en medio del ordenado maremagnum por ¨¦l creado, una m¨¢scara m¨¢s al fondo un pasillo, muy distinta del magn¨ªfico rostro hier¨¢tico con el que le capt¨® en 1934 el extraodinario Victor Brauner. Ese taller-despacho es el mejor testimonio de la generosidad del poeta, de su ojo atento a descubrir siempre otras maneras de ver la realidad.
Quiz¨¢s a Breton le gustar¨ªa vivir ahora en pleno reto de lo que llaman clasicismo y es academia, en una ¨¦poca e que el surrealismo y sus delirios han sido guardados en el congelador, en la que sesuelve la duda entre la aut¨¦ntica innovaci¨®n cr¨ªtica y su imitaci¨®n enterrando a ambas para redescubrir, no s¨®lo a los figurativos injustamente olvidados, sino tambi¨¦n a todos los pompiers.
Esp¨ªritu vivo
Sobre todo eso escrib¨ªa el pasado viernes Jos¨¦ Miguel Ull¨¢n. No es muy seguro que puedan desempolvarse las viejas provocaciones de los surrealistas pero si el esp¨ªritu que las animaba. La gran exposici¨®n dedicada por Beaubourg en 1991 a Andre Breton -luego viaj¨® al Reina Sof¨ªa- era impresionante porque permit¨ªa recorrer lo mejor del pensamiento art¨ªstico de este siglo a trav¨¦s de la mirada de un extraordinario aficionado, un coleccionista que no acud¨ªa a la ferias de arte con el talonario desenfundado. Breton no hubiese dejado de realizar estupendos collages con los titulares de una prensa que ha transformado sus secciones de cultura en anexo de las p¨¢ginas econom¨ªa, que es incapaz hablar arte sin hablar de dinero pero que, al mismo tiempom, escupe contra los m¨¢s primarios razonamientos marxistas que, a su pesar y sin saberlo son los suyos.
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