En memoria de Pedro Dicenta
El 22 de febrero, en Madrid, ha muerto Pedro Dicenta. Pertenece al patrimonio de la memoria selectiva: los hombres silenciados. Aquellos de los que no hablan los pol¨ªticos en sus campa?as. Quienes durante d¨¦cadas fueron, en cambio, protagonistas de la lucha y la ¨¦tica pol¨ªtica, sufrieron todo tipo de represiones por alcanzar una Espa?a diferente. Los hombres que posibilitaron estos idus de marzo, desde la utop¨ªa y con una concepci¨®n diferente. Pedro Dicenta fue uno de los firmantes del documento conocido como de los 102 intelectuales, contra las torturas a los mineros asturianos. A?o 1962. Fraga Iribarne intent¨® descalificarle. "Entre los firmantes", dec¨ªa en su escrito represivo, "hay hasta un maestro de escuela". Eso era el nieto del autor de Juan Jos¨¦. Un maestro de escuela. Un luchador. Un amigo.En el cementerio, este 23 de febrero que por unas horas nos hizo recordar, afortunadamente ya es s¨®lo aniversario, lo peor de la historia de Espa?a, un pu?ado de compa?eros entonaron los sones de la Internacional. Las palabras es posible que est¨¦ gastadas, apenas se recuerden. Pero las ideas, sencillas, so?adas, nunca encarnadas, por las que vivi¨® Pedro-Dicenta, arrancan m¨¢s que l¨¢grimas, desesperanza o fatiga a nuestros pensamientos: encarnan ese concepto de "fraternidad" tan poco usual en nuestro amargo presente pol¨ªtico.
"Feliz noche eterna", Pedro Dicenta: supiste siempre que un sincero coro de amigos velar¨ªa y acoger¨ªa, te acompa?ar¨ªa en tu sue?o.-
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