"No asusta morir, sino irse antes de culminar la vida"
Acompa?ar a enfermos terminales es un privilegio, dice Hennezel, que ayuda despu¨¦s a vivir el duelo
, Marie de Hennezel lleva diez a?os acompa?ando a enfermos terminales en los d¨ªas previos a su muerte. Forma parte de un equipo de voluntarios de una unidad piloto de cuidados paliativos de Par¨ªs. En ella, la psicoanalista Marie de Hennezel, junto a m¨¦dicos y enfermeras, ha vivido experiencias que ha querido ahora compartir a trav¨¦s de un libro, La muerte ¨ªntima, que Plaza y Jan¨¦s acaba de publicar en Espa?a. El gancho publicitario est¨¢ en el pr¨®logo, firmado por Fran?ois Mitterrand, pero su irresistible atractivo se cuela en cada p¨¢gina, donde Hennezel desgrana sus experiencias junto a los lechos de la muerte hablando de cosas de las que casi nadie quiere hablar; de c¨®mo, por ejemplo, las personas mueren tranquilas y con dignidad tras arreglar sus ¨²ltimos asuntos rodeados de los que quieren.Pregunta. ?Qu¨¦ pretende conseguir con su libro?
Respuesta. Despu¨¦s de trabajar durante diez a?os con personas que van a morir he podido percibir que los familiares, los amigos, la gente pr¨®xima y hasta los m¨¦dicos y las enfermeras, no sab¨ªan acompa?ar a la persona que va a morir. Sent¨ªan miedo y una cierta imposibilidad de comunicarse con el enfermo. Con el libro pretendo ayudar a todo el mundo que tenga que acompa?ar a un ser querido hacia la muerte porque, adem¨¢s, creo que es una experiencia esencial, un privilegio. Es una pena pasar de largo de este tipo de situaciones porque he comprendido que el duelo es peor despu¨¦s para los que quedan si no han hecho ese acompa?amiento. El que va a morir suele estar m¨¢s preparado para ello de lo que percibe su entorno ¨ªntimo y familiar.
P. Dice Fran?ois Mitterrand en el pr¨®logo que nunca la sociedad hab¨ªa tenido una relaci¨®n tan pobre con la muerte como ahora. ?No cree eso es com¨²n a todas las generaciones?
R. No. La gente ha olvidado que alg¨²n d¨ªa va a morir, que estamos en la Tierra por un tiempo limitado. Es un tab¨² del que no se habla. Mi experiencia me ha demostrado que la muerte es parte de la vida y que hay que hablar de ella. Que tener consciencia de ello nos permite vivir m¨¢s intensamente.
P. Si la muerte no tiene remedio, ?por qu¨¦ preocuparse de ella?
R. Yo no pienso constantemente en la muerte, pero no olvido cu¨¢l es mi fin, mi destino. Porque ?qu¨¦ es lo que tememos? No es la muerte, sino morir antes (le haber culminado la vida. La muerte es un espejo en el que uno se mira y se pregunta qu¨¦ ha hecho con su vida.
P. ?No es un choque ya para sus enfermos verse trasladados a una unidad especial donde van los desahuciados?
R. La mayor¨ªa de los pacientes no sabe a d¨®nde han ido. Es despu¨¦s, poco a poco, cuando se van dando cuenta de algunas cosas, como que se les suspende el tratamiento. La dificultad est¨¢ en saber dosificar al ritmo adecuado la verdad que el enfermo quiere saber. S¨®lo hay una parte de gente, como, los enfermos de sida en fase terminal, que eligen libreimente venir a nuestra unidad de cuidados paliativos. De todas formas, el enfermo siempre sabe en un momento dado y en el fondo de s¨ª mismo, que va a Morir y quiere hacerlo rodeado de los suyos.
P. ?Es importante decir Siempre la verdad?
R. No. Ese no es el problema. La cuesti¨®n es ser sincero. Hay que dejar que la persona nos diga lo que siente y contestar con sinceridad a sus preguntas. No es necesario eludir lo que ¨¦l no evita.
P. La mayor¨ªa de sus pacientes piden morir. ?Por qu¨¦ no aceptan la eutanasia?
R. Es una cuesti¨®n ¨¦tica. No tenemos el poder de parar la vida de nadie. Yo creo que los enfermos que piden morir est¨¢n demandando otra cosa. En primer lugar, preguntan si su vida tiene valor todav¨ªa para t¨ª. ?Es que mi enfermedad no es demasiado pesada para los allegados? Hay una segunda clave: no pueden soportar su degradaci¨®n f¨ªsica. La experiencia me demuestra que si se les atiende con ternura y con una mirada que les valorice, la persona olvida que est¨¢ degradada. La tercera raz¨®n es el miedo a sufrir f¨ªsicamente, pero los tratamientos contra el dolor permiten hoy ofrecer al enfermo tranquilidad a ese respecto.
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