Flor de un d¨ªa
El autor afirma que hay una situaci¨®n de emergencia fiscal que requiere una reforma en profundidad de los gastos o ingresos p¨²blicos
Con el rostro compungido, el ministro de Econom¨ªa y Hacienda en funciones ha aparecido profusamente en su televisi¨®n p¨²blica para reafirmar, escandalizado, la verdad de las cifras oficiales de crecimiento y d¨¦ficit p¨²blico frente a interpretaciones interesadas de la todav¨ªa oposici¨®n, en las que se pon¨ªan de manifiesto dos temores, que el d¨¦ficit fuera mayor del que se dice y que el crecimiento se hubiera estancado.?De qu¨¦ estamos hablando? Los hechos apuntan a que 1995 ha sido una nueva cat¨¢strofe presupuestaria; el d¨¦ficit p¨²blico medido por el aumento de la deuda p¨²blica, ha sido de 7,2% del PIB, y ello a pesar de ingresos netos extraordinarios procedentes de la Uni¨®n Europea de 1,1 billones de pesetas frente a 400.000 millones en 1994, y a una disminuci¨®n, tambi¨¦n extraordinaria, de transferencias al INEM de otros 400.000 millones de pesetas, fruto tanto de la disminuci¨®n del paro como de la aplicaci¨®n de la reforma de julio de 1992.
Sin esa conjunci¨®n de factores positivos de car¨¢cter excepcional el d¨¦ficit p¨²blico -medido nuevamente por el aumento de deuda- se habr¨ªa acercado peligrosamente al 9% del PIB. (Y eso sin descontar, como extraordinarios, los ingresos obtenidos por privatizaciones, licencia de Airtel y beneficios del Banco de Espa?a). En 1996, con un crecimiento en r¨¢pido retroceso y unas transferencias netas esperadas de la Uni¨®n Europa de 800.000 millones de pesetas, el d¨¦ficit -?o habr¨ªa que hablar de crecimiento de la deuda p¨²blica?- superar¨¢ el 8% del PIB.
El actual equipo econ¨®mico del Gobierno hab¨ªa proclamado a los cuatro vientos su seriedad. Ellos no ocultaban los datos reales del d¨¦ficit. Esa pretensi¨®n de seriedad no ha resistido un a?o de preparaci¨®n de la campa?a electoral. Las cifras que se van conociendo arrojan un mar de duda ssobre el gasto p¨²blico de 1995.
Durante la campa?a el Gobierno -hoy en funciones- lanz¨® tres mensajes econ¨®micos:
1. En 1.995 el d¨¦ficit p¨²blico fue de s¨®lo el 5,7% del PIB frente al 5,9% presupuestado.
2. El crecimiento para 1996 ser¨ªa del 3,4% y ello permitir¨ªa una reducci¨®n adicional del d¨¦ficit p¨²blico hasta el 4,5% del PIB, sin excesivas dificultades.
3. No era necesario hacer reformas estructurales en el gasto p¨²blico; el PSOE entregar¨ªa las cuentas p¨²blicas en un formidable estado de salud.
Los datos oficiales sobre la evoluci¨®n de la deuda p¨²blica en 1995, que ha aumentado en algo m¨¢s de 5 billones de pesetas, el 7,2% del PIB, cuestionan radicalmente ese planteamiento.
Por otra parte, el crecimiento se ha estancado; como no pod¨ªa menos de ocurrir, pues hace ya tiempo que nuestro ciclo econ¨®mico es el que marcan los pa¨ªses m¨¢s poderosos de la Uni¨®n Europea, Alemania y Francia, fundamentalmente. Todos quedar¨ªamos satisfechos si finalmente crecemos el 2% en 1996, y ello gracias a que se espera que la producci¨®n agraria contribuya con cerca de un punto al, crecimiento de 1996. Desde el punto de vista de los ingresos fiscales ese menor crecimiento del PIB tendr¨¢ una repercusi¨®n m¨¢s que proporcional dada la excesiva progresividad de nuestro sistema tributario, al tiempo que no se podr¨¢ mantener un descenso de las transferencias al INEM tan acusado como el del a?o anterior.
Pero, volvamos a la dispar evoluci¨®n del d¨¦ficit p¨²blico y de la deuda p¨²blica en 1995.
?Pudiera ser que el crecimiento de la deuda recogiera d¨¦ficits de a?os anteriores y que, por tanto, lo ¨²nico que estuviera poni¨¦ndose de manifiesto fuera una aparici¨®n, en forma de deuda p¨²blica, de unos d¨¦ficit incurridos anteriormente? Es posible, porque la cat¨¢strofe de estos a?os de gobierno ha destrozado el control del gasto p¨²blico, hasta unos l¨ªmites que s¨®lo pueden medirse analizando la diferente evoluci¨®n de ambas magnitudes. Si nos hubi¨¦ramos fiado siempre de las ofendidas reacciones de los responsables de econom¨ªa de los ¨²ltimos gobiernos, resultar¨ªa que la deuda p¨²blica espa?ola ser¨ªa hoy e 35 billones de pesetas, en lugar e los 45 billones que lucen en el balance de nuestra econom¨ªa.
La evoluci¨®n por trienios, de d¨¦ficit y deuda p¨²blicos, ha sido la siguiente:
El conjunto de d¨¦ficit p¨²blicos de la era socialista suma 30 billones de pesetas (a?adiendo los cinco billones de 1995); la deuda p¨²blica ha aumentado, sin embargo, en esos mismos a?os, en 40,5 billones de pesetas.
La aportaci¨®n del equipo econ¨®mico del hoy Gobierno en funciones era que en 1994 hab¨ªa conseguido eliminar las diferencias entre d¨¦ficit y crecimiento de la deuda. Y ¨¦sa era la ganancia neta para el pa¨ªs en t¨¦rminos de credibilidad de la pol¨ªtica econ¨®mica
Ha sido flor de un d¨ªa; en 1995 el d¨¦ficit p¨²blico ha sido, oficialmente, de 4,093 billones de pesetas, el 5,8% del PIB, pero el endeudamiento p¨²blico ha aumentado en 5,041 billones, el 7,26% del PIB.
?De d¨®nde surgen estas enormes diferencias?
Una aclaraci¨®n previa. Cuando el Tribunal de Cuentas, con los retrasos obligados, emite opini¨®n sobre la liquidaci¨®n de las cuentas p¨²blicas y dice, por ejemplo, como ha dicho respecto a alg¨²n a?o, que hay que singularizar uno o dos billones de pesetas, se est¨¢ refiriendo, precisamente, a esas diferencias entre d¨¦ficit p¨²blicos y crecimiento de la deuda p¨²blica.
El Tribunal de Cuentas no est¨¢ diciendo, en la inmensa mayor¨ªa de los casos, que esos gastos extraordinarios que dan origen al crecimiento de la deuda p¨²blica por encima de los d¨¦ficits reconocidos oficialmente, sean ilegales. Est¨¢ manifestando que deber¨ªan haberse reflejado en los presupuestos de gastos de diversas Administraciones P¨²blicas, b¨¢sicamente en el consolidado del Estado y organismos aut¨®nomos y comerciales, que es el origen de la mayor parte del exceso de gasto.
En su mayor parte, los excesos de gasto p¨²blico sobre lo presupuestado tienen las siguientes causas:
1. Asunci¨®n por parte del Estado de deuda emitida por organismos, como el INI o la Renfe.
2. Aumento, en la actualidad imposible, de endeudamiento con el Banco de Espa?a o endeudamiento neto -¨¦ste s¨ª posible- con otras entidades financieras para, por ejemplo en 1994 y 1995, hacer pr¨¦stamos al INSS desde el Estado, en lugar de reconocer un mayor d¨¦ficit.
3. En caso de devaluaciones de la peseta se produce autom¨¢ticamente un exceso de gasto si la deuda p¨²blica est¨¢ emitida en moneda que se ha revalorizado frente a nuestra divisa. Exactamente igual que les ocurre a las empresas privadas o p¨²blicas que tienen deudas en monedas extranjeras. Este efecto ha sido especialmente importante desde 1993, como consecuencia de las devaluaciones.
En el presupuesto prorrogado para 1996 se asumen deudas del INI, RTVE, cr¨¦ditos al ICO y a otros organismos aut¨®nomos y avales por hasta 220.000 millones de pesetas. En conjunto, 1,842 billones de pesetas.
Esa cantidad s¨ª parece estar correctamente contabilizada; el problema surge cuando a lo largo del ejercicio se producen otras asunciones de deuda no previstas o se incurre en gastos no presupuestados inicialmente. En 1995, ese conjunto de imprevistos ha sumado algo m¨¢s de un bill¨®n de pesetas.
Todo ello pone de manifiesto algo que casi hab¨ªamos perdido de vista desde las elecciones que, estamos muy lejos del cumplimiento del l¨ªmite de d¨¦ficit p¨²blico previsto en Maastricht; es m¨¢s, que estamos en una situaci¨®n de emergencia fiscal que requiere, inmediatamente, una reforma en profundidad de los gastos o ingresos p¨²blicos.
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