Juan Eduardo Z¨²?iga recrea las pasiones de Iv¨¢n Turgu¨¦niev
El autor pretende tambi¨¦n realizar un libro sobre Ch¨¦jov
Aquel ni?o al que alguien le puso entre las manos, acostumbradas a la literatura infantil, una novela de un escritor ruso que le extra?¨® y le sedujo (como extra?an y seducen esas cosas a esas edades), con el tiempo se convertir¨ªa no s¨®lo en un escritor, discre to y callado, sino en un buen conocedor, discreto y callado tambi¨¦n, de las literaturas eslavas. Aquel escritor, Juan Eduardo Z¨²?iga, ha vivido siempre muy cerca del alma de Iv¨¢n Sergu¨¦ievich Turgu¨¦niev, aquel escritor ruso, al que ha dedicado Las inciertas pasiones de Iv¨¢n Turgu¨¦niev (Alfaguara).
Aunque Z¨²?iga diferencia claramente este ensayo biogr¨¢fico de su obra estrictamente de ficci¨®n, se siente m¨¢s cerca de ese tipo de biograf¨ªas anoveladas, a la manera de un Andr¨¦ Maurois o un Stefan Zweig, que de las anglosajonas, obsesionadas por escrutar hasta el ¨²ltimo pliegue de la vida biogr¨¢fica. "Mi ensayo es bastante realista, porque se atiene a datos concretos, pero est¨¢ mediatizado por la interpretaci¨®n que hago, analizando ciertos aspectos que me han interesado".Z¨²?iga no ha pretendido, de todos modos, ser exhaustivo o minucioso, y menos para hablar de un escritor ruso del siglo XIX. "Esto no ser¨ªa posible en Espa?a; un libro as¨ª exigir¨ªa una base de conocimientos por parte del lector de aquel lejano pa¨ªs". Un lejano pa¨ªs, Rusia, que siempre le ha fascinado; ese pueblo y, sobre todo, esa literatura. "Mi inter¨¦s hacia Turgu¨¦niev radica, aparte sus calidades literarias, en su capacidad de penetraci¨®n psicol¨®gica y de reflexi¨®n acerca del esfuerzo vital, no siempre exitoso, del hombre".
Con el t¨ªtulo, Las inciertas pasiones, Z¨²?iga hace referencia "a un problema sustancial en su vida que no hab¨ªa sido tocado hasta ahora, porque los bi¨®grafos hab¨ªan soslayado este asunto, que entra ya en el terreno psicoer¨®tico, podemos decir: el problema de su comportamiento ante una mujer de su clase social, con la que no llega a crear una relaci¨®n estable y apasionada; pero, en cambio, s¨ª la tuvo con siervas, con las que incluso tuvo dos hijos. ?ste es un peque?o o gran drama psicol¨®gico que me parece trascendental, aunque no lo trate desde el punto de vista cl¨ªnico o psicoanal¨ªtico".
Todo esto lo sabr¨ªa despu¨¦s, claro, pues a los 13 a?os, cuando cay¨® aquel primer libro, s¨®lo se percibe la seducci¨®n que le produjo aquel ejemplo de literatura rusa, seducci¨®n que nunca le ha abandonado. Parte de esta seducci¨®n la vierte en El anillo de Pushkin, un libro m¨¢s de ficci¨®n que ¨¦ste ("lo escrib¨ª con una gran pasi¨®n; habr¨ªa all¨ª un impulso de amor a los personajes que trataba, mezclando obras, escritores y sus propias creaciones"), y a Juan Eduardo Z¨²?iga le gustar¨ªa continuar con un libro sobre Ch¨¦Jov, aunque sea prudente en sus ilusiones, pues sabe cu¨¢l es el grado de inter¨¦s que se tiene en Espa?a por la literatura rusa: "He podido publicar lo de Turgu¨¦niev porque se ha empe?ado el editor".
Ni por gusto ni por vocaci¨®n es Z¨²?iga un bi¨®grafo profesional (aunque le gustar¨ªa hacer, por cierto, la de Larra, que est¨¢ sin hacer; con la misma pasi¨®n puesta en Turgu¨¦niev), sino un escritor que escribe sobre otro escritor, y tal vez se plantee, por tanto, hacer una biograf¨ªa bien escrita. "S¨ª, autom¨¢ticamente he sentido la necesidad de usar una redacci¨®n acertada, pero no ha predominado esa exigencia; m¨¢s bien ha sido la exigencia de la interpretaci¨®n, de la documentaci¨®n, de los datos concretos".
Babelia
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