Pacto sin alternativa
UNA NEGOCIACI?N para la investidura no puede plantearse sobre la base de los programas m¨¢ximos de los partidos implicados. Mucho menos sobre la base de los respectivos principios ideol¨®gicos. Jordi Pujol, tal vez el pol¨ªtico m¨¢s avezado del momento, y tambi¨¦n el m¨¢s atento a los usos y costumbres de la pol¨ªtica europea, no ignora desde luego esa verdad elemental. A casi dos meses de las elecciones, los negociadores conocen ya con precisi¨®n las posiciones respectivas y hasta d¨®nde puede llegar cada parte en sus cesiones, y exigencias. Por ello es la hora de las decisiones. Tambi¨¦n para el PNV, que arriesga quedar aislado -algo de lo que tiene una amarga experiencia hist¨®rica- si plantea la negociaci¨®n en t¨¦rminos de todo o nada.Los problemas de los nacionalistas para pactar con el PP son reales, no mero teatro para encarecer su apoyo. Un pacto del PNV con Alianza Popular a mediados de los ochenta -intercambio de apoyo en la formaci¨®n de varios ayuntamientos y el Gobierno foral navarro fue el origen de la disidencia que acab¨® cristalizando en la escisi¨®n del grupo de Garaikoetxea. La descalificaci¨®n por parte de la plana mayor del PP de la pol¨ªtica de Pujol de colaboraci¨®n a la gobernabilidad en la pasada legislatura est¨¢ demasiado cercana como para que unas cuantas frases de dise?o la hagan olvidar. El problema es que la ¨²nica alternativa al pacto que se negocia es una nueva convocatoria a las urnas. Tiene raz¨®n ?lvarez Cascos al recordar que el dilema se plantea en esos t¨¦rminos: pacto, como m¨ªnimo para la investidura, o elecciones anticipadas.
No est¨¢ nada claro qui¨¦n ser¨ªa el beneficiario de esta ¨²ltima opci¨®n, si el PP o el PSOE, pero es casi seguro que el perjudicado ser¨ªa CiU. Adem¨¢s, es falso que el ¨²nico componente de la pol¨ªtica de CiU -lo que determina la adhesi¨®n de sus votantes- sea el sentimiento nacionalista. ?se es el principal, pero el segundo motivo es la voluntad de incidir en la pol¨ªtica espa?ola. Algo que no s¨®lo est¨¢ en la tradici¨®n del catalanismo pol¨ªtico, sino en la de la burgues¨ªa catalana.
El modelo espa?ol de desarrollo se ha caracterizado tradicionalmente por la contraposici¨®n entre un centro pol¨ªtico marginal en lo econ¨®mico y un centro econ¨®mico marginal en lo pol¨ªtico. Intentar corregir esa asimetr¨ªa ha sido una vieja aspiraci¨®n de los sectores m¨¢s din¨¢micos de la sociedad catalana. Ahora existe una posibilidad de lograrlo, y esos sectores no perdonar¨ªan a Pujol que la desperdiciara; sobre todo, que la desperdiciara por el error de c¨¢lculo de plantear como inaplazables reivindicaciones pol¨ªticas respetables, pero en absoluto percibidas como acuciantes por la poblaci¨®n. Ni siquiera por su electorado.
Un buen negociador debe tener en cuenta las dificultades de su interlocutor. Que el centro-derecha espa?ol haya recorrido el espacio que separa la desconfianza hacia el Estado auton¨®mico del descubrimiento de las virtualidades del hecho diferencial es bastante m¨¢s importante para el futuro de la autonom¨ªa vasca y catalana que tal o cual transferencia.
Pujol y Arzalluz, tienen suficiente experiencia como para saber que cualquier concesi¨®n forzada por las circunstancias y que no pueda explicarse en p¨²blico debilita, m¨¢s que fortalece, la causa de la autonom¨ªa. Adem¨¢s, existen diferencias de interpretaci¨®n -sobre la gesti¨®n de la Seguridad Social y la caja ¨²nica de la misma, por ejemplo- que no se resuelven simplemente con voluntad pol¨ªtica. Y es falso que ¨¦se u otros problemas de desarrollo estatutar¨ªo sean percibidos como urgentes por la mayor¨ªa.
Lo acuciante es Europa: la convergencia, de la que depende en buena medida el futuro de todos, y que obliga a tomar decisiones delicadas. Para ello es necesario contar cuanto antes con un Gobierno capaz de elaborar un presupuesto compatible con el objetivo de reducci¨®n del d¨¦ficit y que cuente con el suficiente respaldo. Precisamente porque la situaci¨®n econ¨®mica es mejor que lo era en 1993, lo cual se debe en parte a la influencia de CiU, es la hora de abordar desde la responsabilidad los problemas ole los que depende que Espa?a no quede una vez m¨¢s descolgada de la Europa pr¨®spera y democr¨¢tica. Las circunstancias han querido que ello descanse ahora en muy considerable medida sobre los partidos nacionalistas. Cualquier salida que no pase por el respaldo a la investidura de Aznar y por un compromiso lo m¨¢s estable posible a su Gobierno ser¨ªa ahora un retroceso.
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