Los carniceros de los Balcanes andan sueltos
Serbia, sobre todo, y tambi¨¦n Croacia protege a los m¨¢s prominentes asesinos de la guerra bosnia
Incluso la guerra tiene sus reglas. Slobodan Milkovic, llamado Lugar (Guardabosques), seguramente no pensar¨ªa en ello cuando, como afirman testigos presenciales, mand¨® colocarse contra una pared a 50 civiles croatas y musulmanes bosnios y tom¨® parte en el asesinato de 16 de ellos, cuando seccion¨® la garganta de un anciano con una silla rota, cuando golpe¨® y mat¨® a tiros a otro bosnio o cuando peg¨® salvajemente a un sacerdote croata y a otras cinco personas con una porra de polic¨ªa, una llave de tuercas y un gato de coche. Desde el 17 de abril hasta el 20 de noviembre de 1992, seg¨²n afirman los testigos, Lugar aterroriz¨® a miles de residentes no serbios de Bosanski Samac, en el norte de Bosnia, hasta que huyeron o murieron. S¨®lo par¨® cuando las autoridades serbobosnias le encarcelaron -injustamente, murmura enfadado- por torturar a 11 aliados serbios y matar a uno de ellos en un enfrentamiento por el bot¨ªn. Lugar, de 34 a?os, afirma que no hizo nada malo. "S¨®lo era un polic¨ªa militar", dice, "que realizaba tareas normales".Por esas tareas normales, Lugar ha sido procesado por el Tribunal para la antigua Yugoslavia, en La Haya, acusado de cr¨ªmenes contra la humanidad. Docenas de testigos afirman que cometi¨® actos terribles como jefe de pelot¨®n de una unidad paramilitar serbia conocida como los Lobos Grises. Pero en la actualidad Lugar est¨¢ libre, aunque no vive demasiado bien, en su ciudad de Kragajevac, una sucia localidad industrial a 95 kil¨®metros al sureste de Belgrado.
Seis meses despu¨¦s de que el acuerdo de Dayton, patrocinado por EE UU, afirmara que los criminales de guerra ser¨ªan detenidos y juzgados en La Haya, cientos de pistoleros balc¨¢nicos que llevaron a cabo atrocidades y docenas de pol¨ªticos que ordenaron el genocidio contin¨²an su vida como si nada hubiera ocurrido. Los l¨ªderes nacionales que presidieron el salvajismo siguen en el poder, entre ellos los cabecillas serbobosnios procesados Radovan Karadzic y Ratko MIadic. S¨®lo tres de los 57 criminales de guerra formalmente acusados (46 serbios, 8 croatas y 3 musulmanes) est¨¢n detenidos en La Haya, aunque el Gobierno bosnio ha capturado recientemente a dos de los suyos y prev¨¦ entregarlos esta semana. Podr¨ªa llevar a?os procesar tan s¨®lo a un pu?ado de los sospechosos.
De hecho, el primer juicio ha tardado meses en empezar. Es el de Dusan Tadic, un serbio acusado de maltratar y asesinar a algunos de los 3.000 civiles del campo de Omarska.
Tudjman y Milosevic
Las v¨ªctimas de Bosnia, tanto musulmanas, croatas como serbias, afirman que nunca podr¨¢ haber una paz duradera en los Balcanes si los individuos que violaron, saquearon y exterminaron a miles de civiles no son juzgados. Pero los obst¨¢culos son tremendos. A pesar de una reciente muestra de cooperaci¨®n del croata Franjo Tudjman y el serbio Slobodan Milosevic, los dos presidentes han obstaculizado en gran medida los trabajos del tribunal. Ambos tienen profundo inter¨¦s en evitar investigaciones y juicios que podr¨ªan implicar a su aparato pol¨ªtico o a ellos mismos. Las potencias occidentales se sientan con ellos a tratar asuntos porque los necesitan para el fr¨¢gil acuerdo de Dayton.El tribunal de La Haya, establecido hace tres a?os, se ve obstaculizado por falta de fondos y de personal. Es dif¨ªcil conseguir acusaciones perfectamente s¨®lidas jur¨ªdicamente, y nadie ha descubierto documentos escritos como los que contribuyeron a condenar a los criminales nazis en N¨²remberg. La mayor¨ªa de los sospechosos siguen en sus casas, seguros de no ser detenidos, y la fuerza de paz de la OTAN en Bosnia est¨¢ resueltamente en contra de que sus soldados tuvieran que buscarlos y capturarlos.
A medida que citamos puntos de su procesamienio, Lugar los niega uno por uno mientras fuma un cigarrillo tras otro. Ese asesinato no se produjo, dice: "Si alguien hubiera hecho eso, le habr¨ªan hecho un consejo de guerra inmediatamente". Los Lobos Grises no exist¨ªan, y en cualquier caso, dice que ¨¦l no era un paramilitar. "No, no, estaba en el ej¨¦rcito regular. En la Segunda Brigada de Posavina". Dice que no estaba al mando: otro de los procesados era el jefe de polic¨ªa local, y "ser¨ªa imposible que yo le hubiera mandado". Dice que no era ¨¦l: "Cualquiera podr¨ªa usar mi nombre, alg¨²n serbio que me tuviera envidia". Dice que no estaba all¨ª: el 6 de mayo, cuando supuestamente dispar¨® contra los detenidos, "creo que asist¨ª a un funeral en Montenegro por uno de mis pobres soldados de 18 a?os que muri¨®". Dice que fue el enemigo el que cometi¨® cr¨ªmenes de guerra, no ellos, y pone bruscamente sobre la mesa fotos borrosas y sin fecha que, seg¨²n ¨¦l, muestran hombres serbios decapitados por musulmanes y cuerpos mutilados de serbios. "?En La Haya no han acusado a nadie por esto!".
A Lugar le preocupa que su Gobierno le venda. Afirma que la polic¨ªa secreta de Belgrado (que, seg¨²n insin¨²a, posteriormente su abogado, fue quien le reclut¨®) quiere detenerle y entregarle a La Haya o, en su defecto, matarle para que no se entregue al tribunal o desacreditarle para que no pueda testificar contra sus superiores. Est¨¢ amargado por el tratamiento que recibe. "En Croacia , la gente como yo ha sido recompensada", se queja. Los Lugar de la guerra fueron instrumentos -frecuentemente entusiastas, desde luego- de una campa?a de exterminio deliberadamente orquestada, planificada por l¨ªderes pol¨ªticos y ejecutada por bandas a sueldo y autoridades locales. En vez de soldados matando a otros soldados, en esta guerra, los civiles asesinaban a otros civiles.
El croata bosnio Pero Skopljak tambi¨¦n era de esa clase; aparentemente sucumbi¨® a la autoridad -o a la presi¨®n de sus compa?eros, o a la histeria del momento- para ejercer el dominio de los croatas sobre sus vecinos.
Las matanzas de Ahmici
Es uno de los seis croatas procesados por complicidad en la salvaje limpieza ¨¦tnica que se produjo en 1993 alrededor de Vitez, en la Bosnia central. El tribunal afirma que algunos civiles del lugar, entre ellos SkopIjak, junto con el general croata Tihomir Blaskic, estaban al mando cuando los croatas saquearon la aldea de Ahmici y lanzaron granadas en los s¨®tanos donde los habitantes trataban de esconderse. Para desalojar los ¨²ltimos reductos en el centro de Vitez, los croatas llenaron de explosivos un cami¨®n cisterna, ataron a un musulm¨¢n al volante y lanzaron el veh¨ªculo contra un bloque de casas, con lo que decenas de personas resultaron muertas o mutiladas.Skopljak era el jefe de polic¨ªa en aquel momento, y el pasado noviembre, tras ser procesado, reconoci¨® que ocurrieron cosas graves. "No niego que hubiera cr¨ªmenes en nuestro bando", afirm¨®. "Pero, sinceramente, soy inocente, por est¨²pido que suene". Mientras los croatas de Vitez se un¨ªan para denunciar al tribunal de La Haya, SkopIjak afirm¨® que "el tribunal se cree las historias inventadas por los musulmanes. El proceso es una farsa, un sucio juego pol¨ªtico". Este ex monje franciscano insiste: "Proteg¨ª a los musulmanes ocult¨¢ndolos, e intent¨¦ averiguar qui¨¦n fue el responsable de lo de Ahmici, aunque no lo logr¨¦". Confiaba en que los l¨ªderes de Croacia le proteger¨ªan, por lo que declar¨®: "No me mover¨¦ de aqu¨ª".
Pero eso era justo antes de que Tudjman entregara a Blaskic al tribunal en abril. Ahora, la indignaci¨®n publica se ha evaporado, y Skopljak ha huido de Vitez. Ya no sabe en qui¨¦n confiar, y las tropas de la OTAN patrullan su ciudad. Hablando por tel¨¦fono desde un lugar no identificado, lamenta su triste situaci¨®n. "Me han sometido al ostracismo, no puedo viajar, no puedo trabajar", dice. "Ya estoy castigado".
La comisi¨®n de expertos de Naciones Unidas, la organizaci¨®n Human Rights Watch / Helsinki y otros investigadores han presentado documentos sobre c¨®mo serbios y croatas llevaron a cabo la limpieza ¨¦tnica. Seg¨²n esas informaciones, el Gobierno bosnio, fundamentalmente musulm¨¢n, no practic¨® una limpieza sistem¨¢tica (algunos expertos afirman que no es que el Gobierno no tuviera la voluntad de llevar a cabo un programa semejante, sino que sencillamente no controlaba suficiente territorio para hacerlo), pero su gente tambi¨¦n cometi¨® atrocidades en el curso de la guerra.
En el caso serbio, el proceso funcionaba como sigue. Las fuerzas regulares de los serbobosnios y las tropas regulares del Ej¨¦rcito yugoslavo de Belgrado rodeaban una zona destinada a la limpieza ¨¦tnica y la somet¨ªan a un bombardeo artillero desde lejos. Cuando ca¨ªa la ciudad, llegaba el momento de que hombres como Lugar hicieran su trabajo. Las unidades paramilitares reclutadas secretamente por los gobernantes serbios de Belgrado y los l¨ªderes serbobosnios de Pale capturaban el territorio y "eliminaban" a todos los no serbios.
Los paramilitares arrasaban hogares, iglesias y mezquitas y aterrorizaban a los habitantes con asesinatos, violaciones y saqueos aleatorios; los "comit¨¦s de crisis" de los serbios locales se encargaban de detener, golpear y encarcelar a los que no hu¨ªan, y los reun¨ªan en campos donde los malos tratos y el asesinato masivo eran algo rutinario. Finalmente, las unidades masacraban a los rivales ¨¦tnicos que todav¨ªa pudiera haber hasta que s¨®lo quedaban serbios. A¨²n m¨¢s que los brutales miembros de la milicia, el tribunal de La Haya quiere coger a los superiores que les daban ¨®rdenes. "El principal objetivo del tribunal", dice el fiscal adjunto Graharm Blewitt, "es determinar d¨®nde est¨¢ la responsabilidad de mando". Vojislav Seselj ocupa un puesto privilegiado entre los 50 sospechosos, pero no ha sido procesado, y planea presentarse en las pr¨®ximas elecciones serbias como l¨ªder del ultraderechista Partido Radical Serbio. Es un fan¨¢tico que emple¨® voluntariamente instrumentos de muerte en nombre de su pa¨ªs, pero niega haber cometido ning¨²n crimen de guerra. "La limpieza ¨¦tnica", afirma, "no fue un crimen, sino un caso de mentalidad de reba?o"; lo que pasa es que los enemigos hist¨®ricos y las potencias extranjeras est¨¢n "satanizando" a los serbios.
Profesor de derecho, miembro del Parlamento serbio y nacionalista virulento encarcelado en 1984 por rebeli¨®n, el cuarent¨®n Seselj sirvi¨® a Milosevic como principal atizador del odio, avivando los rencores de la ¨¦poca de la II Guerra Mundial y pidiendo la m¨¢s terrible de las venganzas, todo ello envuelto en mitos de la superioridad serbia. "Mataremos a los croatas con cucharas oxidadas", rug¨ªa, "porque as¨ª doler¨¢ m¨¢s". Todo eso le ven¨ªa muy bien a Milosevic en 1992, cuando la propaganda de Seselj dominaba las ondas inflamando la fiebre belicista.
Pero existen pruebas para acusar a Seselj de delitos mucho m¨¢s graves. Cuando los combates empezaron en 1992, se convirti¨® en uno de los tres principales l¨ªderes paramilitares serbios que proporcionaban las tropas de choque de la limpieza ¨¦tnica. Reclut¨® y mand¨® una virulenta banda de "voluntarios" denominados chetniks en honor de los escuadrones antifascistas serbios de la II Guerra Mundial. Vestidos con chaquetas negras, los chetniks asolaron Croacia y Bosnia dejando un rastro de sangre bien documentado, jact¨¢ndose en todo momento de que actuaban bajo mando de Seselj. ?ste dice que exageran. "Sencillamente, da la casualidad de que me asignaron el t¨ªtulo chetnik tradicional de duque".
Ahora, este gigant¨®n rubio lleva trajes azules en su cuartel pol¨ªtico de Belgrado, pero sus ojos p¨¢lidos son duros como piedras pulidas. Seselj no muestra remordimiento alguno mientras desv¨ªa las acusaciones directas. "Personalmente estoy completamente seguro de no estar implicado en ning¨²n crimen de guerra", dice. "Yo proporcionaba voluntarios. Hac¨ªa excursiones al frente para subir la moral. Eso no son cr¨ªmenes". Rechaza las sugerencias de que es responsable por fomentar el conflicto. "La ret¨®rica no basta para iniciar una guerra". Si hubo cr¨ªmenes de guerra serbios, dice, los culpables fueron paramilitares "carro?eros" y "saqueadores".
Pero si es culpable de cr¨ªmenes de guerra, dice, tambi¨¦n lo es el propio Slobodan Milosevic. Los dos se distanciaron a mediados de 1993, seg¨²n Seselj, cuando Milosevic se dio cuenta de que Seselj se estaba convirtiendo en un peligroso rival pol¨ªtico. El , oportunista Milosevic se estaba convirtiendo en pacificador y ten¨ªa que echar por la borda a un obstinado defensor de la guerra.
Seselj todav¨ªa est¨¢ furioso por la traici¨®n. Jura que puede incriminar a Milosevic; incluso ha llamado al tribunal y le ha ofrecido presentarse ante ¨¦l. "Me dijeron que de momento no ten¨ªan cargos contra m¨ª y que no confiar¨ªan en declaraciones de pol¨ªticos", dice desde?oso. Pero est¨¢ seguro de que Belgrado le matar¨ªa antes que permitirle testificar. "Milosevic me tiene miedo", afirma. "Sabe que tengo ciertos documentos que le comprometen gravemente, ocultos en lugares seguros en el extranjero. Los publicar¨¦ si me ocurre cualquier cosa". Seselj afirma que ¨¦l y sus "voluntarios" siempre estuvieron al servicio del Gobierno. "Milosevic orden¨® que nos dieran un cuartel cerca de Belgrado: nos proporcion¨® los uniformes, las armas, los equipos. Cuando necesit¨¢bamos autobuses para ir al frente, no los proporcionaba, y cuando nuestros voluntarios mor¨ªan, eran enterrados en una ceremonia militar oficial". Seg¨²n afirma, ten¨ªa "la m¨¢s estrecha relaci¨®n personal con Milosevic".
Seg¨²n Seselj, las unidades paramilitares sab¨ªan que cumpl¨ªan las instrucciones de Milosevic, pero su liderazgo siempre fue cauteloso. No emit¨ªa ¨®rdenes de guerra directas; simplemente dejaba claras sus intenciones y "ped¨ªa" que sus subordinados pensaran formas para llevarlas a cabo. "Nunca o¨ª a Milosevic ordenar la limpieza ¨¦tnica", dice Seselj, "pero puedo dar ejemplos de invitaciones indirectas a hacer ese tipo de cosas". Seg¨²n Seselj, el presidente transmit¨ªa esas invitaciones a trav¨¦s de la polic¨ªa secreta. ?sta, a su vez, invitaba a los paramilitares a "liberar" zonas codiciadas por Serbia o "defender" ciudades con minor¨ªa serbia. El el¨ªptico estilo de mando de Milosevic es confirmado por Borisav Jovic, el ¨²ltimo l¨ªder de la presidencia federal conjunta que gobern¨® la Yugoslavia unificada desde la muerte de Tito hasta la desintegraci¨®n del pa¨ªs. Era un ¨ªntimo que comparti¨® la toma de decisiones de Milosevic hasta mediados de 1992. Seg¨²n cuenta, el despiadado asedio de Vukovar, en el que los croatas afirman que murieron 2.000 compatriotas, ilustra el m¨¦todo de Milosevic. El presidente tom¨® una decisi¨®n general de "liberar" a las tropas del Ej¨¦rcito yugoslavo "bloqueadas" en ciudades predominantemente croatas. "No se emiti¨® una orden de asedio", afirma Jovic. Las tropas serbias se limitaron a acudir en ayuda de sus compatriotas, s¨®lo para ser repelidas por "croatas que consiguieron mantener el control sobre nuestros cuarteles durante mucho tiempo".
Los investigadores de cr¨ªmenes de guerra se muestran de acuerdo en que Milosevic siempre tuvo cuidado de poder negar plausiblemente su participaci¨®n. No era oficialmente comandante en jefe del Ej¨¦rcito yugoslavo; aunque aigunos altos oficiales le deb¨ªan lealtad personal, formalmente eran responsables ante un comit¨¦ civil.
Nada es m¨¢s caracter¨ªstico del comportamiento posterior a Dayton de los sospechosos de cr¨ªmenes de guerra que la forma en que algunos se vanaglorian de su libertad y sus riquezas robadas. Zeljko Raznatovic, que combati¨® bajo el nombre de guerra de Arkan, es el m¨¢s notorio de los jefes paramilitares serbios. Condujo personalmente a la violaci¨®n, la tortura y el asesinato a sus cerca de 200 Tigres a trav¨¦s de Bosnia. Sin embargo, ni siquiera ha sido procesado, y en la actualidad se pavonea por Belgrado. Vive en una lujosa mansi¨®n de m¨¢rmol que claramente no ha comprado con los beneficios de su caf¨¦. Es socio del mayor club de f¨²tbol de Belgrado y aparece en estrenos de pel¨ªculas, restaurantes caros o programas de televisi¨®n. En una elaborada ceremonia que tuvo lugar en 1995, en la que se visti¨® de oficial mon¨¢rquico serbio, se cas¨® en terceras nupcias con la cantante folcl¨®rica m¨¢s popular del pa¨ªs.
Nadie se benefici¨® m¨¢s del frenes¨ª de muerte que Arkan. Como el pago de los paramilitares de Serbia consist¨ªa fundamentalmente en lo que pod¨ªan robar, el pillaje provocaba muchas atrocidades. Se dice que Arkan ten¨ªa una lista de precios por "liberar" una ciudad: por ejemplo, entre 2 y 3 millones de marcos alemanes (entre 170 y 250 millones de pesetas aproximadamente), m¨¢s todo el bot¨ªn de la comisar¨ªa de polic¨ªa y el banco, m¨¢s salvo conductos para 20 coches, m¨¢s todo lo que su gente pudiera transportar. Arkan se jacta de no considerarse un criminal de guerra. Supuestamente, ha dicho que un procesamiento en La Haya ser¨ªa "un cumplido".
Arkan particip¨® por el dinero. Otro l¨ªder de milicias no procesado, Dragoslav Bokan, intent¨® satisfacer sus sue?os de poder pol¨ªtico. Bokan es el organizador y comandante de las Aguilas Blancas, un tercer grupo paramilitar importante. Este rechoncho cr¨ªtico cinematogr¨¢fico de 35 a?os, con sue?os de grandeza pol¨ªtica, no parece un sospechoso de cr¨ªmenes de guerra. Se le puede ver pavone¨¢ndose entre las baratijas estilo a?os veinte de su flamante caf¨¦ de Belgrado, al que ha llamado Lexington, dice sonriendo, en honor del hotel de Chicago preferido de Al Capone.
Bokan fue, seg¨²n sus propias declaraciones, uno de los principales propagandistas de la guerra, una voz que hizo respetable que los j¨®venes serbios actuaran seg¨²n peores creencias, y un reclutador muy eficaz de "voluntarios". Los investigadores de derechos humanos dicen que Bokan era algo m¨¢s. Supuestamente supervis¨® la operaci¨®n de Vocin y Lovas, cerca de Vukovar, donde se oblig¨® a los croatas a que caminaran por campos de minas y se los abat¨ªa si no lo hac¨ªan.
Bokan est¨¢ dolido por no disfrutar de la misma adulaci¨®n -ni riqueza- que Arkan. "El Gobierno nunca me pag¨®", se queja, "nunca me dieron tajada del bot¨ªn. No me dieron medallas, ni siquiera una aparici¨®n en un programa de televisi¨®n. Estoy rodeado de gente que piensa que soy un maniaco homicida y quieren que me entreguen a La Haya. Si supiera usted hasta qu¨¦ punto estoy solo, se asombrar¨ªa". Pero, por debajo de toda la grandilocuencia y el dramatismo, Bokan teme que Milosevic lo sacrifique a La Haya porque, al contrario que Seselj, no afirma tener pruebas de que pueda traspasar la responsabilidad a sus superiores. "Ser¨ªa un chivo expiatorio ideal", dice, "porque se librar¨ªan de aIguien poderoso que puede causarles problemas". Despu¨¦s vuelve a cambiar de rumbo. "Lo ¨²nico que me importa es la forma de emplear mi influencia entre los j¨®venes para inspirar a las futuras generaciones serbias. No tengo miedo. El ¨²nico tribunal que respeto es el del Juicio Final".
"Milosevic me tiene miedo; sabe que tengo ocultos documentos que le comprometen gravemente" (Vojislav Seselj)
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