Primeros pasos
EL NUEVO Gobierno empieza a incidir en la actividad econ¨®mica. De momento ha tomado su primera decisi¨®n y cometido su primera torpeza. La decisi¨®n, un recorte del gasto p¨²blico de 200.000 millones, era imprescindible, aunque no sabemos si es o no acertada porque no ha explicado d¨®nde se recorta ni con arreglo a qu¨¦ criterios. La torpeza la firm¨® el vicepresidente, Rodrigo Rato, al avalar unas poco meditadas declaraciones del ministro de Exteriores sobre el calendario de la Uni¨®n Econ¨®mica y Monetaria.La firmeza de los prop¨®sitos del Partido Popular sobre las posibilidades de que Espa?a forme parte de la tercera y definitiva fase de la Uni¨®n Econ¨®mica y Monetaria (UEM) es relativamente reciente. Todav¨ªa algunos observadores recuerdan las dudas formuladas al respecto por alg¨²n cualificado portavoz del PP el pasado junio, o el marcado distanciamiento que personalidades cercanas a esa formaci¨®n pol¨ªtica han mantenido al respecto. Que ahora dos ministros de indudable peso espec¨ªfico en el Gobierno vuelvan a las andadas es, cuando menos, una imprudencia que puede costarnos cara. Literalmente cara: el debilitamiento de la credibilidad convergente de este pa¨ªs se traduce antes que despu¨¦s, como vimos el pasado jueves, en ventas de activos financieros denominados en pesetas, con un claro impacto sobre su tipo de cambio y, lo que es peor, en elevaciones de los tipos de inter¨¦s de la deuda p¨²blica.
De poco vale ara?ar en algunas partidas de gasto p¨²blico si al mismo tiempo se encarece innecesariamente la financiaci¨®n de la deuda, dilapidando (le ese modo el ahorro equivalente al coste anual de muchos altos cargos p¨²blicos ahora suprimidos. El Consejo de Ministros ha adoptado decisiones que se inscriben claramente en esa pretensi¨®n de saneamiento de las finanzas p¨²blicas y que, por tanto, han de ser bienvenidas. La eliminaci¨®n de un n¨²mero relativamente elevado de altos cargos p¨²blicos y la reducci¨®n en 200.000 millones de pesetas de otras partidas de gasto no directamente vinculadas al cap¨ªtulo de personal son, sin duda, un buen comienzo. Quedan, sin embargo, muy lejos del ajuste que se necesita para situar el d¨¦ficit p¨²blico en niveles que favorezcan descensos en los tipos de inter¨¦s y, por supuesto, de las exigencias de acceso a la moneda ¨²nica.
La distribuci¨®n detallada de ese recorte del gast¨® y un organigrama administrativo m¨¢s preciso tras la poda decidida en la Administraci¨®n central del Estado permitir¨¢n evaluar m¨¢s afinadamente las presumibles consecuencias favorables de tales decisiones. Malo ser¨ªa que el ahorro producido en costes de personal se convirtiera en ineficacia de la Administraci¨®n. El Gobierno tambi¨¦n ha anunciado el prop¨®sito de elaborar un plan estrat¨¦gico de privatizaciones de empresas p¨²blicas. Una decisi¨®n acertada que esperamos incorpore razonamientos detallados y que sea coherente con los nombramientos de responsables a los que habr¨¢ que asignar como principal funci¨®n, aunque no ¨²nica, la venta de esas empresas en las mejores condiciones para el Estado.
Es de esperar, en fin, que estos primeros pasos econ¨®micos del nuevo Gobierno marquen una senda que aproveche algunas de las favorables inercias de los ¨²ltimos rneses, fundamentalmente en t¨¦rminos de mayor estabilidad econ¨®mica. Aunque el Banco de Espa?a, en el informe trimestral de su servicio de estudio, adem¨¢s de anticipar una tasa de crecimiento de la, econom¨ªa inferior a la esperada- y, desde luego, a la prevista por el anterior Gobierno-, alerta con fundamento sobre riesgos de estancamiento en la reducci¨®n de la inflaci¨®n, cuando no de empeoramiento.
De concretarse tales pron¨®sticos en los pr¨®ximos meses, en modo alguno favorecer¨ªan el descenso de los tipos de inter¨¦s y el necesario crecimiento de la inversi¨®n privada, esencial para la mejora de ese gran objetivo que es la lucha contra el desempleo. Favorecer mejores expectativas -o,por lo menos, no deteriorarlas- es una de las pocas cosas que pueden hacer los Gobiernos; cuando se conozca lo que se alberga bajo los enunciados ahora expuestos, tendremos ocasi¨®n de reafirmar su verdadero car¨¢cter en el ¨¢mbito del rigor presupuestario al que se dirigen.
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