Decepcionan los eternos triunfadores, Gong Li y Kaige
Al Pacino y Anjelica Huston se pasan al otro lado de la c¨¢mara
ENVIADO ESPECIALEl concurso, sin dejar de tener calidad, entr¨® en una zona de reposo. Los eternos triunfadores chinos Gong Li y Chen Kaige, defraudaron con La joven ama. El tambi¨¦n chino Hou Hsiao Hsien, que trajo Adi¨®s Sur, adi¨®s, exquisito ejercicio de estilo, se limit¨® a rizar el rizo. El rumano Lucian Pintili¨¦ en Demasiado tarde y el franc¨¦s Jacques Audiard en Un h¨¦roe muy discreto mantuvieron el alto nivel de la secci¨®n oficial. Fuera de concurso, el filme espa?ol Pasajes no result¨® enteramente convincente, y la coproducci¨®n Edipo alcalde, tampoco.
Pasajes y Edipo alcalde hacen agua por el agujero del gui¨®n. Y son las estrellas Anjelica Huston y Al Pacino los ¨²nicos que agitan las aguas tranquilas, al pasarse detr¨¢s de la c¨¢mara.A la espera de ver por d¨®nde nos sale la maravillosa actriz Anjelica Huston como directora, con Bastard out of Carolina, hay que reconocer que su colega Al Pacino, en su Looking for Richard, nos sorprendi¨®, convirtiendo Ricardo III de Shakespeare en un curioso pretexto para averiguar hasta d¨®nde llega la capacidad de los grandes artistas cl¨¢sicos para representar cuestiones espec¨ªficas del mundo de ahora. Cuando Pacino era joven y se ganaba la vida dando clases de literatura inglesa, sol¨ªa declamar a Shakespeare en el aula. Las respuestas de los chicos eran contradictorias y ahora, mucho tiempo despu¨¦s, el actor neoyorquino prolonga esa experiencia pedag¨®gica en un espect¨¢culo a mitad de camino entre la ficci¨®n y el documento, muy original, sincero y vivo.
Paradoja
Este gran actor de hoy era en sus comienzos un exagerador completamente pasado de rosca, al que le par¨® los pies y encarril¨® para siempre el presidente del jurado de Cannes-96, Francis Coppola, en su monumental El padrino. Pacino, ya convertido en un int¨¦rprete de gran fuste, sigue las huellas de otros grandes c¨®micos -Charles Chaplin, Erich von. Stroheim, Buster Keaton, Orson Welles, Laurence Olivier, Fernando Fern¨¢n G¨®mez, Marlon Brando, Robert Redford, Robert de Niro, Charles Laughton, Paul Newman- que han saltado la barrera de los focos y se han puesto a ejercer su oficio en el lado oscuro de la c¨¢mara, detr¨¢s de ella.Y hay algo peculiar, indefinible pero evidente, en el cine dirigido por actores. Es el signo distintivo y la paradoja que guarda la mirada de quienes tienen por oficio ser mirados. Esa hermosa inconsecuencia anima interiormente a Looking for Richard y acent¨²a la riqueza y variedad que est¨¢ derrochando Cannes-96.
Fuera del festival, en el rinc¨®n aut¨®nomo de la Quincena de los Realizadores, que organiza por su cuenta el gremio de los directores de cine franceses, se proyectaron las dos aportaciones espa?olas -Edipo alcalde y Pasajes- a este minifestival con organizaci¨®n y filosof¨ªa propias. Ambas llenaron la sala Noga, pero ni una ni otra obtuvieron esos s¨ªntomas de buena acogida que convierten a estos encuentros de la Quincena en pasaporte infalible para los circuitos de cine minoritario en todo el mundo.
Por desgracia, aunque ambas pel¨ªculas tienen abundantes calidades parciales y obedecen a un notable esfuerzo de autoexigencia de sus creadores delante y detr¨¢s de la c¨¢mara, no son convincentes como conjunto, pues ambas padecen una quiebra interior de signo rec¨ªprocamente opuesto, pues si en Edipo alcalde hay lo que se conviene en llamar exceso de gui¨®n, en Pasajes ocurre todo lo contrario, hay una evidente carencia de gui¨®n.
Edipo alcalde est¨¢ bien realizada por el colombiano Jorge Ali Triana y esforzada y sinceramente interpretada por Angela Molina, Jorge Perugorr¨ªa y Francisco Rabal. Pero el gui¨®n de Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez -no hace falta decir que magistralmente verbalizado- tiene un defecto grave en la composici¨®n, pues el tr¨¢nsito en la media hora final de un tempo sostenible de cine de aventura, de amor y de combate pol¨ªtico, al s¨²bito desmelenamiento verbal del mito originario de la tragedia de Edipo, que hasta entonces estaba incorporando al relato en peque?as dosis digeribles, se atropella e indigesta. La palabra desborda a partir de entonces el cauce, sagrado en cine, de la imagen y una y otra se disocian en la delicada zona de desenlace, que es precisamente la que m¨¢s unidad interior requiere.
Imaginaci¨®n visual
Por su parte, Daniel Calparsoro sigue demostrando en Pasajes que posee una original y f¨¦rtil imaginaci¨®n visual. Su mirada est¨¢ viva, por lo que conecta la c¨¢mara con los rostros y los espacios en que ¨¦stos se desenvuelven.Pasajes, como le ocurr¨ªa en Salto al vac¨ªo, su anterior trabajo, aunque en este filme se perciba esfuerzo por remediar la carencia, no hay escritura y por tanto no hay armaz¨®n, organizaci¨®n interior de ese entramado de sucesos incardinados en comportamientos, situaciones, r¨¦plicas y contra r¨¦plicas que llamamos gui¨®n o, m¨¢s exactamente, escritura cinematogr¨¢fica.
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