La soledad
Hace diez a?os un estudio denunciaba la mayor morbilidad y en su extremo, el mayor ¨ªndice de mortalidad entre beb¨¦s que pasaban sus d¨ªas solos. Ahora, en los peri¨®dicos, ha vuelto a brotar el asunto de la soledad como causa de enfermedades cardiacas a ra¨ªz de comparar el buen estado de salud cardiaca en habitantes de Roseto -un pueblo italiano- con el alto ¨ªndice de infartos entre los pobladores del este de Pensilvania.Yo he vivido temporadas en Orcheta, un pueblo menudo y mediterr¨¢neo parecido a Roseto y he residido, en otra ocasi¨®n, dos a?os en Filadelfia, al este de Pensilvania. La diferencia entre uno y otro lugares, en efecto, que mientras en Orcheta no hay manera de vivir (o de morir) sin los dem¨¢s, en los entornos de Filadelfia, como en tantos otros suburbians norteamericanos la proeza es intercambiar un saludo con un huesped de los entornos o enterarse de una defunci¨®n. Entre otras cosas en los suburbs del este de Pensilvania, no s¨®lo no hay plazas p¨²blicas o bares donde coincidir; ni siquiera hay aceras donde cruzarse.
Los americanos han ido poniendo mucho ¨¦nfasis en los males derivados del az¨²car, las grasas, el tabaco o la falta de ejercicio. Se les estaba olvidando tener en cuenta la falta de los dem¨¢s. A la fortaleza cardiaca de los habitantes de la aldea italiana los doctores norteamericanos del McLean Hospital le han venido a llamar ahora "efecto Roseto". Creyeron, en un principio, que si en Roseto no hab¨ªa infartos era por raz¨®n de un gen y ya se propon¨ªan su aislamiento m¨¢s la consiguiente patente para el comercio. La indagaci¨®n posterior, sin embargo, ha llevado a la conclusi¨®n de que lo bueno de Roseto no es el gen sino la gente.
"La convivencia -han publicado los doctores de Pensilvania- ofrece una fuerte protecci¨®n contra los males f¨ªsicos". Y "la soledad -seg¨²n el psiquiatra Richard Schwartz- es uno de los mayores problemas p¨²blicos de salud". La universidad neoyorkina de Columbia, por su parte, ha cre¨ªdo demostrar que las personas que viven solas y han sufrido un ataque cardiaco poseen un riesgo notablemente superior de recaida. O, tambi¨¦n: los pacientes cancerosos que disfrutan de compa?¨ªa viven m¨¢s o incluso, en ciertos casos, duplican las probabilidades de supervivencia y curaci¨®n, seg¨²n la Universidad de Stanford.
La medicina preventiva es, desde hace a?os, uno de los t¨®picos de la modernidad pero, aun conocida la influencia devastadora de la soledad, no se conocen disposiciones o campa?as para preservar a los ciudadanos. Todo lo contrario: la p¨¦rdida de amparo social, la -rivalidad, el ¨¦nfasis individualista y del mercado absoluto se extienden como un modelo de prosperidad a la americana.
La actual proliferaci¨®n de locales para solteros y solitarios en las ciudades, el aumento de las citas a ciegas, los, mensajes cruzados en la prensa, los tel¨¦fonos er¨®ticos o de la esperanza, las emisiones radiof¨®nicas de madrugada, los reality-shows, las tertulias, los romances y el sexo en Internet son fogonazos de solicitud en un espacio donde ha bajado la calidez humana. El universo social como el astron¨®mico ha venido perdiendo grados; exactamente, se degrada.
La astrof¨ªsica y la psicof¨ªsica tienen mucho que ver entre s¨ª. Mientras en Roseto el coraz¨®n sigue latiendo gracias a vivir entrelazados, en el este de Pensilvania, en Filadelfia (etimol¨®gicamente, el amor de los hermanos), y otras partes, cada cual va matando lentamente al otro por no hablarle ni prestarle o¨ªdo. M¨¢s de un 30% de los hogares estadounidenses est¨¢n ocupados por una sola persona (un 40% en Suecia), y la tendencia sigue. Las viviendas se despueblan al tiempo que se atestan las consultas del terapeuta, los silencios de los hospitales o las confesiones en p¨²blico. El repetido espect¨¢culo actual -fuera y dentro de Espafia- de la intimidad clamando en los media demostrar¨ªa por s¨ª solo hasta qu¨¦ punto empuja el instinto exasperado de vivir siendo audible y visible para los otros.
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