La dieta de Kohl
ALEMANIA EST? algo obesa. Su Estado y su econom¨ªa han perdido agilidad, al tiempo que ha aumentado el paro. El canciller, Helmut Kohl, quiere someterla a una cura de adelgazamiento y flexibilidad, que, sin embargo, puede socavar la fortaleza del reputado modelo renano de capitalismo, basado en un amplio consenso social. Las medidas anunciadas han provocado un descontento social, en particular -pero no ¨²nicamente- entre los empleados del sector p¨²blico y entre los funcionarios, que se ha traducido en unas primeras huelgas de desigual relieve en las ¨²ltimas dos semanas. Kohl quiere congelar los salarios del sector p¨²blico durante dos a?os. El principal sindicato de funcionarios ped¨ªa una subida salarial del 4,5% en unos momentos en que la econom¨ªa pasa por una fase de poca alegr¨ªa, y los convenios en el sector privado se est¨¢n cerrando con subidas que no superan dos puntos y con un endurecimiento de las condiciones laborales. Las negociaciones han fracasado por el momento, y las partes se han remitido a un arbitraje.La Alemania de la posunificaci¨®n sufre un claro malestar. Las finanzas p¨²blicas est¨¢n algo desbocadas, y la tasa de desempleo ha crecido por encima del 11% de la poblaci¨®n activa, mientras la econom¨ªa pierde competitividad y capacidad de innovaci¨®n. En estas circunstancias era de esperar de un pol¨ªtico decidido como Kohl que tomara la iniciativa y planteara medidas ciertamente radicales en el contexto alem¨¢n. Sabe que cuenta con un corto espacio de tiempo antes de las elecciones previstas para el oto?o de 1998, en las que el estado de la econom¨ªa y el nivel de desempleo ser¨¢n previsiblemente el factor clave.
Kohl se propone reducir el gasto p¨²blico en Alemania de un 50% a un 45% del PIB de aqu¨ª al 2000. Para el pr¨®ximo ejercicio plantea un recorte presupuestario equivalente a un 2% del PIB, lo que, en t¨¦rminos comparativos, equivaldr¨ªa al bill¨®n de pesetas que el Gobierno espa?ol estar¨ªa contemplando ahorrar para 1997. Adem¨¢s de la congelaci¨®n de los sueldos del sector p¨²blico, el Gobierno de Kohl quiere, entre otras cosas; revisar a la baja las prestaciones de desempleo, la baja por enfermedad y los c¨®mputos vacacionales, disminuir la seguridad laboral en las empresas peque?as, y rebajar los impuestos sobre el capital y sus rendimientos. Kohl cree que ello favorecer¨¢ las inversiones productivas y Alemania recuperar¨¢ la senda de un s¨®lido crecimiento econ¨®mico. Estos impuestos nutren en parte a los poderes locales, y las medidas fiscales deben ser aprobadas tambi¨¦n por el Bundesrat, la c¨¢mara territorial en la que la oposici¨®n socialdem¨®crata tiene mayor¨ªa.
Despu¨¦s de esta dieta, el Estado de bienestar alem¨¢n se ver¨ªa aligerado, aunque sus prestaciones sociales ser¨ªan a¨²n bastante m¨¢s avanzadas que las que hoy existen en Espa?a, por lo que no puede hablarse a¨²n de un aut¨¦ntico vuelco. Ahora bien, a diferencia de otras ocasiones, Kohl ha anunciado estas medidas sin intentar buscar un consenso previo con los sindicatos, en contra del esp¨ªritu de participaci¨®n y de negociaci¨®n que ha venido presidiendo las relaciones laborales en Alemania. En este pa¨ªs -como ya ocurri¨® en Francia- se asiste a una fuerte resistencia social frente a la revisi¨®n de un Estado de bienestar que pasa por grandes problemas y que requiere reformas. Pero ¨¦stas han de resultar comprensibles y tranquilizadoras para los ciudadanos, para lo que resulta conveniente recuperar el di¨¢logo social y un esp¨ªritu de consenso del que todos los interlocutores sociales son responsables. El modelo alem¨¢n debe renovarse, pero no por ello tiene que abandonar sus rasgos m¨¢s positivos.
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