Los nuevos presidentes
Ha empezado el baile de los presidentes de la empresas p¨²blicas, incluso de aqu¨¦llas en las que el Estado es minoritario. Ya lo dije en la Historia del INI que escrib¨ª con Manuel Jes¨²s Gonz¨¢lez en 1976: lo peor de la propiedad p¨²blica de compa?¨ªas mercantiles es el continuo cambio de dirigentes por motivos pol¨ªticos.Los nombramientos pol¨ªticos son uno de los motivos por los que, adaptando la frase del general de caballer¨ªa americano Philip Sheridan sobre los pieles rojas, creo que la mejor empresa p¨²blica es la que ha fenecido. Todo nuevo gobierno, por el hecho de que muchos presidentes de las grandes empresas que controla el Estado fueron nombrados por el gobierno anterior entre sus seguidores, se ve forzado a sustituirlos por personas de su confianza. Ello no implica necesariamente que las empresas estuviesen mal dirigidas por los del otro bando, ni siquiera que los sustituidos fuesen del otro bando. Pero una l¨®gica implacable fuerza el cambio.
Un cultivador superficial de la ciencia pol¨ªtica apelar¨ªa en busca de explicaci¨®n de tan extra?o f¨¦n¨®meno a otra frase de origen americano: "Jobs for the boys!" o, como decimos en espa?ol, "?col¨®canos a t¨®s!", que gritaron sus paisanos a un flamante ministro de Alfonso XIII en su primera visita pastoral. Eso quiz¨¢ sea cierto de alg¨²n partido cuyos miembros y simpatizantes no hayan subido muy alto en la escala de los emolumentos mensuales. Pero el Gobierno del Partido Popular, me dicen, est¨¢ encontrando dificultades para convencer a los buenos gestores de empresas privadas de que reduzcan sus ingresos a la mitad por hacerse cargo de la patata caliente de Iberia, o de Astilleros.
La verdadera raz¨®n es m¨¢s profunda y consustancial de la naturaleza de esas compa?¨ªas que controla el Estado: se trata de que son p¨²blicas y por ello han de ser controladas gubernativamente porque si no, hay peligro de que las controle la oposici¨®n.
Mucha gente cree que estoy en la pomada y que se a qui¨¦n van a quitar y a poner. Incluso ha corrido la voz de que tengo influencia en los ceses y nombramientos. Aunque ello es falso de toda falsedad, es verdad que ha aumentado el n¨²mero de almuerzos al que me convidan para ganarse mi voluntad. Lo que s¨ª hago es lamentar la f¨¦rrea l¨®gica pol¨ªtica que atenaza a los ministros de quienes dependen entes p¨²blicos: alguno incluso estar¨¢ de acuerdo que la direcci¨®n de Repsol no ha conducido mal la compa?¨ªa en su paso de monopolista a competidora; que la presidenta de Renfe es una mujer en¨¦rgica e innovadora (aunque mala conductora de trenes); y que ENDESA ha ganado dinero por fas o nefas bajo la batuta del "monje del Kw". Pero a la fuerza ahorcan.
Tengo otros motivos m¨¢s para pedir la total desaparici¨®n de las empresas p¨²blicas, porque soy uno de esos "intelectuales org¨¢nicos del capitalismo" que pretenden destruir el socialismo con el exang¨¹e instrumento del fax. As¨ª al menos nos clasifica el Sr. V¨¢zquez Montalb¨¢n en su pr¨®logo a la biograf¨ªa de El verdadero Lenin del historiador ruso D. Volkogonov, a quienes le pedimos que, por el bien de su alma, pida perd¨®n de rodillas por los cr¨ªmenes del fundador de la URSS, y sus sucesores y corifeos.
No les cansar¨¦, porque desespero de que se les preste atenci¨®n. Soy el descubridor de la "ley de hierro de la empresa p¨²blica" o "segunda ley de Schwartz". Dice: el n¨²mero de empresas p¨²blicas de todo pa¨ªs federalizado es constante, pues cuando disminuyen las del Estado, aumentan las de los ayuntamientos y autonom¨ªas.
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