El Valencia echa el cerrojo
El conjunto de Luis Aragon¨¦s tir¨® la toalla al conocer las noticias del Manzanares
![Xos¨¦ Hermida](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2Fe025824d-9859-458b-8543-f59a30f56188.png?auth=766204d1330997a091ada06595599afc403caa66d06fcbdee1e75b92e1fc62d8&width=100&height=100&smart=true)
Ni una brizna de ¨¦pica se asom¨® por Bala¨ªdos y el Valencia, obligado a forzar una conflagraci¨®n de astros, se qued¨® con la Liga al alcance de la mano. El t¨ªtulo se escap¨® a los valencianistas porque el Atl¨¦tico supo esta vez cumplir con su misi¨®n, pero probablemente ni una hecatombe rojiblanca hubiese transportado a la gloria al conjunto de Luis. El Valencia se presentaba ayer como el candidato al t¨ªtulo menos atosigado por las circunstancias, como un equipo que de casualidad pasaba por all¨ª cuando se le present¨® la ocasi¨®n de alcanzar un. sue?o. Pero los de Aragon¨¦s apenas sacaron partido de ese papel en apariencia favorable. Agobiados por un rival impetuoso, imprecisos y sin el cuajo de los equipos campeones, s¨®lo el gol de Mijatovic hizo justicia a la estupenda temporada del Valencia.En el pen¨²ltimo minuto, el Valencia hall¨® un premio desmesurado a una primera parte en la que dio toda la impresi¨®n de estar entregando la Liga sin esperar siquiera a conocer lo que ocurr¨ªa a 600 kil¨®metros de distancia. Mientras el Atl¨¦tico agujereaba al Albacete, el ¨²ltimo adversario de los rojiblancos bastante hac¨ªa con aguantar el tipo ante un Celta mort¨ªfero en el contragolpe. Tuvo que ser el hombre de la Liga, el jugador que m¨¢s ha hecho por engrandecer una campa?a de poco f¨²tbol y mucha histeria, quien a?adiese algo de emoci¨®n a la jornada final.
CELTA 1
VALENCIA 1Celta: Prats; Gil (Carlos, m. 72), T¨¢rraga (Milojevic, m. 46), Alejo, Patxi Salinas, Agirretxu; Merino (Vicente, m. 51), Desio; Eusebio, Ratkovic; y S¨¢nchez. Valencia: Zubizarreta; Otero, Camarasa, Ferreira (Engonga, m. 39); Mendieta, Jos¨¦ Ignacio (Mazinho, m. 65), Poyatos, Romero; Fernando; Mijatovic y Viola (Eskurza, m. 55). Goles: 0-1. M. 39. Fernando atisba un hueco en la defensa adelantada del Celta, abre para Mijatovic, quien se interna en el ¨¢rea por la derecha y ante la salida de Prats cruza magistralmente. 1-1. M. 90. Milojevic, de falta directa. ?rbitro: L¨®pez Nieto. Amonest¨® a Ratkovic, Patxi Salinas, Camarasa, Ferreira, Mazinho, Otero y Poyatos. Unos 25.000 espectadores en Bala¨ªdos. El bullicio lo pusieron los 3.500 aficionados valencianistas, cuyo ardor fue decayendo con las noticias llegadas desde Madrid.
Mijatovic, extraviado como todo su equipo hasta entonces, burl¨® a la defensa adelantada del Celta con uno de los desmarques cl¨¢sicos en ¨¦l, un movimiento liviano y fulminante a la vez, capaz de desafiar la velocidad del ojo humano. Pero Fernando, guiado por esa corriente qu¨ªmica que hermana siempre a los buenos futbolistas, advirti¨® antes que nadie las intenciones de Mijatovic, y le entreg¨® un bal¨®n envuelto en sedas. La gran estrella de la Liga estuvo a la altura que se le supone: control¨® con delicadeza y, muy escorado hacia la derecha, esper¨® que el portero se le echase encima para cruzar la pelota con precisi¨®n de miniaturista. Un gran gol, digno de uno de esos d¨ªas como el de ayer, en los que el f¨²tbol siempre reclama actos de grandeza. En realidad, el tanto de Mijatovic y la actitud belicosa del Celta fueron pr¨¢cticamente los ¨²nicos detalles que estuvieron a tono con una tarde que se presum¨ªa tan emotiva.
Con el tanto de Mijatovic, los futbolistas se fueron a la caseta y all¨ª debieron de encontrarse con la cruda realidad de que Albacete era un convidado de piedra en el banquete de Gil. A partir de entonces, Aragon¨¦s ech¨® el cerrojo, el Celta se perdi¨® en intrascendencias y el Valencia dilapid¨® sus mejores oportunidades al contragolpe, justo en la porter¨ªa donde se agolpaban sus aficionados; tambi¨¦n convertidos desde el descanso en estatuas de sal. Ni siquiera se inmutaron cuando Milojevic empat¨® el partido en el suspiro inicial. La Liga estaba ya muy lejos.
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