Aire fr¨ªo hacia Cuba
EL CAMBIO de pol¨ªtica oficial espa?ola hacia Cuba, por m¨¢s que fuera anunciado por el Partido Popular y expreso en su programa electoral, no parece dar paso a una pol¨ªtica alternativa clara. El Gobierno de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar ha decidido suspender la ayuda oficial a La Habana, manteniendo la de car¨¢cter humanitario. Ni el c¨®mo ni el cu¨¢ndo parecen acertados.El momento elegido por el presidente del Gobierno para anunciar la suspensi¨®n de la ayuda oficial espa?ola -el pasado s¨¢bado, con ocasi¨®n de la visita de trabajo del vicepresidente de EE UU, Al Gore, a Madrid- merma la posici¨®n espa?ola pol¨ªtica y moral, si bien no jur¨ªdica, contraria a la pr¨®xima aplicaci¨®n de la llamada ley Helms-Burton. Con esta discutida medida legal, Washington se propone actuar contra las empresas extranjeras que "trafiquen" en Cuba con bienes expropiados en su d¨ªa a ciudadanos o entidades estadounidenses. Este intento de Washington de ejercer represalias contra la libertad de comercio de otros Estados est¨¢ causando ya tensi¨®n en las relaciones transatl¨¢nticas, incluso con pa¨ªses como el Reino Unido, Alemania o Canad¨¢, cuya relaci¨®n con Cuba dista mucho de tener la calidad de la espa?ola.
No es de extra?ar, pues, que Gore agradeciera el gesto del Gobierno espa?ol. Pero posiblemente haya sido Aznar m¨¢s papista que su ilustre invitado, miembro de una Administraci¨®n para nada entusiasta con una ley cuyo origen radica m¨¢s en consideraciones electorales e ideol¨®gicas que en intenciones democratizadoras. No deber¨ªa sorprender si tras las elecciones presidenciales de noviembre Washington cambia su pol¨ªtica hacia el r¨¦gimen castrista y deja desairada a la nueva pol¨ªtica espa?ola hacia La Habana.
Cuba ha sido desde hace a?os uno de los pocos puntos de discrepancia entre el PP y el PSOE, en materia de pol¨ªtica exterior. Ambos coinciden en el objetivo final de lograr una transici¨®n pac¨ªfica en la isla hacia una democracia plena y una econom¨ªa de mercado. Pero hay diferencias de fondo respecto al m¨¦todo. Los gobiernos anteriores quer¨ªan fomentar el cambio por medio de una reforma gradual -una transici¨®n- del propio r¨¦gimen castrista y de su sistema econ¨®mico. Para ello -y para propiciar las inversiones espa?olas en la isla- se ha utilizado en parte la ayuda oficial al desarrollo y la propia asistencia y consejos directos. La anterior pol¨ªtica consideraba que la presi¨®n econ¨®mica ejercida por EE UU con su embargo no s¨®lo dificulta una transici¨®n pac¨ªfica y ordenada sino que refuerza, al menos temporalmente, al r¨¦gimen castrista y su resistencia al cambio.
La pol¨ªtica del anterior Gobierno espa?ol hacia Cuba no ha tenido, sin duda, los resultados apetecidos. No ha logrado el cambio que se propon¨ªa en la pol¨ªtica de Castro, ni en el terreno de las reformas pol¨ªticas y econ¨®micas, ni en el del respeto a los derechos humanos. El Gobierno de Aznar -en este terreno en un tono m¨¢s ideol¨®gico que su predecesor- se ha propuesto romper con esa l¨ªnea. Pero no ha explicado si cuenta con una estrategia alternativa para fomentar un cambio pac¨ªfico en Cuba que, adem¨¢s, no perjudique a los intereses econ¨®micos espa?oles.
En la ayuda oficial que recib¨ªa de Espa?a, Cuba ha tenido un tratamiento similar al de otros pa¨ªses centroamericanos. En 1995, La Habana recibi¨® 1.879 millones de pesetas en ayuda oficial bilateral, un 1,9% del total, a la que hay que sumar la ayuda multilateral, que Espa?a no puede suspender unilateralmente. Estas cantidades, importantes para una econom¨ªa desastrosa como la cubana, se han dirigido, entre otros, a programas de cooperaci¨®n social, de asesor¨ªa econ¨®mica y de formaci¨®n, adem¨¢s de ayuda de urgencia y humanitaria. M¨¢s all¨¢ de sus intenciones generales, es de esperar que el Gobierno de Aznar al menos introduzca criterios selectivos en su nueva pol¨ªtica para preservar la dimensi¨®n humanitaria de la ayuda y mantener programas que faciliten un cambio positivo y sirvan a los cubanos a estar mejor preparados para el d¨ªa despu¨¦s.
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